Opinión Editorial
Ojalá lloviera / ¡Ojalá yo viera!
Publicación:10-08-2022
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Mira que cargarle el problema del agua, como el de la contaminación, a la ciudadanía
Ojalá lloviera/ ¡Ojalá yo viera! Mientras que el primero depende de un evento natural, de dimensiones en su mayoría fortuitas, el segundo, no tanto. Pues más bien se trata de algo cultural, es decir, artificial, humano, un acto de conciencia. Con la salvedad de que el primero, al ser algo que hace experimentar “en carne propia” la falta de agua, posee el poder de ser contundente para producir, en algunos casos, la toma de conciencia de la gravedad del problema que tenemos enfrente. Como dice la sabiduría popular: “nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido”.
Siempre se nos ha dicho que el cuerpo humano está compuesto por ¾ partes de agua y que mientras podríamos –unos más y otros menos—sobrevivir sin comer durante varios días, incluso meses, por su parte, no podríamos hacerlo sin agua. No obstante la repetición del mensaje, la advertencia no se ha internalizado del todo. Ya que la frase “Ojalá lloviera” sigue predominando por encima del “¡Ojalá yo viera! ¡Ojalá me diera cuenta! ¡Ojalá nos diéramos cuenta!
Pero hay algo que se esconde en la palabra “Ojalá” que, según la RAE, proviene del árabe law šá lláh, que significa “Si Dios quiere”. Y es la desafectación, junto a la irresponsabilidad humana de dejar todo en manos de Dios, en un ser externo a nosotros. Si él quiere, lloverá, Si Dios quiere, yo vería. Entonces me curo en salud: en caso de que no lloviera o yo no viera, sería porque Dios así lo quiso, por lo tanto, es su responsabilidad. ¡Bonita cosa para el genero humano! Andar circulando de por vida dejando en alguien o en algo la responsabilidad de las propias acciones. ¡Claro! –dirán algunos—se vive más tranquilo, (¡Hakuna matata!) sin preocupaciones, sin estrés. ¡Claro! Y en cierta forma y a un cierto nivel, puede que tengan razón. Pero para ello, regularmente se tienen que consumir grandes dosis de alguna sustancia, legal o ilegal, para poder permanecer enajenados de los problemas sociales que, tarde que temprano, se meten hasta nuestra casa. Ya que ese nivel de desafectación, de distancia irresponsable de los problemas humanos y sociales, que, al mismo tiempo —parafraseando a Sigmund Freud— son problemas individuales, no se resuelven, así como así, sobre todo cuando la realidad nos explota en la cara con toda su fuerza, sin un acto de conciencia, claro, directo y responsable, acompañado de acciones concretas. Y ¡oh sorpresa! Todo el alcohol y la carne que se consume, así como la manufactura de múltiples artículos, requiere inmensas cantidades de agua.
E imaginen una clase empresarial sin freno, sin orden, sin límites, que no conozca el NO, la regulación del estado, quesque porque en el norte somos braveados, echados pa´delante, zona industrial exitosa, tierra de grandes señores y de grandes familias, de grandes industrias…y también, de grandes ambiciones, que no les importa ni la ecología, ni el otro, ni el bienestar social…siempre y cuando ganen lo suyo, siempre y cuando ellos no pierdan su “agua”. Una verdadera lógica perversa de pillaje, y lo que es peor, con el aval del Estado, al que compran, sus aliados en el crimen-legalizado. ¡Y ahora se asustan y se enojan por decretos presidenciales sobre el uso de agua y el veto a construir nuevas empresas, como cervecerías y refresqueras, que justamente secuestran y acaparan el agua! Definitivamente AMLO es un peligro para México. ¡Sí! Un peligro para el México corrupto, perverso, desleal, rapaz con el medio ambiente, criminal con la ciudadanía. Mira que cargarle el problema del agua, como el de la contaminación, a la ciudadanía. ¿Le gustaría que su vecino empresario, al perder dinero en su empresa, le dijera a toda la colonia que a partir del próximo mes repartirá la deuda de su empresa entre todos los colonos? Que al cabo sólo les tocarían, bajita la mano, de 1 a 3 dólares por persona diariamente durante los próximos 50 años.
“Ojalá que el “lloviera”, lo convirtamos todos en “¡Ojalá yo viera!”
« Camilo E. Ramírez »




