Opinión Editorial
Ensayismo
Publicación:22-02-2024
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¿Puede un género literario "aliviar" los pesares, o al menos hacerlos menos punzantes?
¿Puede un género literario "aliviar" los pesares, o al menos hacerlos menos punzantes? ¿Representa el ensayo la manifestación escrita de un cierto tipo de personalidad, alejada de los extremos, aunque en continuo vaivén entre ambos polos? Construido a través de fragmentos, de restos de obras, de intenciones, de ensoñaciones, el ensayo se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en la radiografía de cierta generación de escritores que crecieron entre bibliotecas incompletas, proyectos culturales desmantelados y reformas educativas truncas. De ahí que las preguntas formuladas al inicio se queden, por ahora, en suspenso. He estado leyendo Ensayismo del escritor irlandés Brian Dillon. Un libro cercano a mi propio trabajo y a mis intereses, aunque con algunas diferencias. La aproximación de Dillon al ensayo es, en muchos sentidos, parecida a la de muchos ensayistas: un deseo de vincular forma y vida; el impulso de hacer visible la escritura dentro de la circunstancia inmediata. ¿Autobiografía intelectual? Más bien: ansia de prospección. Necesidad de hacer compatibles los comportamientos individuales con las conductas lectoras. La cuestión no sólo es por qué escribimos ensayos, sino también: por qué los leemos. ¿Qué buscamos en ellos? ¿Nos ofrecen realmente algo, más allá de información y datos, los cuales pueden ser asequibles por otros medios? La poesía romántica pudo haber sido la respuesta para el enfrentamiento con las contradicciones de la era industrial; la novela experimental, una forma de afrontar el sinsentido del siglo XX; ¿será el ensayo una búsqueda de respuesta para este desquiciado presente? Tampoco creo poder responder a esto con algún tipo de certeza...
En algún momento, Dillon se interroga por el estilo, pues, en su apología de la forma, teme estar cayendo en algún concepto anticuado: "Pero ¿no es el estilo precisamente una contienda contra el vacío, una actitud o postura arrancada al caos y a la nulidad?" Al convertir la escritura de ensayos en ensayismo, Dillon quiere ir más allá de la descripción de una práctica escritural, y, por qué no, hacer del sustantivo un movimiento artístico: "¿Qué creo decir con ´ensayismo´? No la mera práctica de la forma, sino una actitud hacia la forma – a su espíritu de aventura y a su naturaleza inacabada- y mucho más". Esa actitud lo hace reparar en la atención que ponemos a las cosas, en la observación detenida sobre nimiedades aparentes, para adentrarse en "los reinos de la especulación", y experimentar una cierta forma de libertad: "¿Se podría hacer un ensayo -se pregunta- sólo de las cosas que tienes delante en el momento que empiezas a volver a la vida, de las fotografías, de las imágenes medio recortadas, los libros y fragmentos que todavía no son libros?"
Dillon entiende a este modo de escritura como una suerte de conglomerado, constituido por materiales diversos y dispares, incluso lo siente a veces como un listado interminable y secreto de nombres y cosas. El ensayismo es la reacción visceral y racional ante la precariedad del presente, pero también, una contestación (in)voluntaria ante el reacomodo de la literatura en el siglo XXI, que ha quedado varada en una suerte de interregno entre el mercado, la tradición, la academia, los nuevos soportes, y la tendencia a convertir en espectáculo cualquier manifestación subjetiva.
No sé, entonces, si los cuestionamientos que he lanzado aquí tengan respuesta; pero sí me parece importante formularlos. Porque el ensayismo no sólo debería ser una práctica de escritura, sino también una manera de indagar en el mundo, de mirarlo y buscarle sentido incesantemente, sin terminar de hallarlo nunca. Al menos, quiero creer, esa es una de las cosas que busco al leer ensayos: no las conclusiones, sino las formas de indagar.
« Víctor Barrera Enderle »