Opinión Editorial
¿Desea que baje la inflación o que Argentina quede campeón?
Publicación:21-12-2022
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La verdad sensible continúa importando más respecto a la razón utilitaria de la macroeconomía
Los sentimientos de la multitud son siempre simples y exaltados.
De este modo, no conoce dudas ni incertidumbres.
Sigmund Freud
Existió una época en la que se creía que la vida estaba predestinada por los dioses. Eran ellos los que dirigían a capricho las vidas y el devenir de los hombres. De nada servía querer escapar de lo que ya estaba establecido.
Luego se nos dijo que no eran muchos dioses sino un solo Dios; y que este Dios además era un padre. Y que, en un extraño gesto de extremo amor a su pueblo, decidió enviar a su único hijo para que la humanidad lo matara. Para que con su sangre se pudiera lavar el pecado original que la misma humanidad había adquirido al desobedecer lo establecido por ese mismo Dios.
Posteriormente, vinieron otras personas a decir que no era ese Dios, sino un orden matemático el que organizaba todo cuanto existía en el universo. Y que ya no había que esperar mucho de las teologías y filosofías de aquellos que declaraban a diestra y siniestra la existencia de un solo Dios y la vida en el más allá, controlando el más acá. Sino de la ciencia, que sería ésta la que nos revelaría finalmente el origen y sentido de todas las cosas. Pero después algo no cuadró, y surgieron algunas personas, entre mujeres y hombres que dijeron que esas ideas supuestamente científicas tampoco eran del todo objetivas, sino que estaban igualmente sujetas a discursos históricos de poder y dominio político-económico. O, al menos, un cierto uso de las mimas. Y claro que en más de un sentido tenían razón. Entonces todo comenzó a tener un desenlace bélico y destructivo, pero siempre —y he ahí lo extraño— enarbolado con la bandera de la paz, la libertad y la democracia. Postura que se extiende hasta nuestros días.
Fueron sucediendo infinidad de cosas en todos los lugares y contextos. Cambios, transformaciones, desarrollos. Algunos lugares quisieron estar a la altura de los cambios, otros desearon permanecer o retornar a viejos modos de organización social. Lo cierto es que nada volvió a ser igual. Y fue en ese contexto polifónico de razones y verdades, de diversidad y mutación constantes, que se les preguntó a los argentinos: ¿deseas que baje la inflación o que argentina quede campeón?
La inmensa mayoría se inclinó por la segunda opción, la que expresaba el anhelo de que la selección argentina de futbol ganara el mundial de Catar 2022.
La verdad sensible continúa importando más respecto a la razón utilitaria de la macroeconomía. Que, si bien impacta de manera más directa en las vidas de las personas, no se asume como un bien mayor, que bajar la inflación podría mejorar las vidas de todas las personas del país en un sentido positivo, mejorando su economía, esa que se vive y padece a diario. En cambio, se sigue la lógica de “pan y circo”, típica de las sociedades, familias y personas violentadas por sus autoridades (Dios, padres, gobiernos… tiranos) que prefieren un “bien” inmediato, intenso y sensible (curiosamente, la misma lógica de la droga, bebida y comida en exceso, con su salvación aquí y ahora) que una mejora estructural más permanente.
« Camilo E. Ramírez »