banner edicion impresa

Opinión Editorial


Coralidad


Publicación:03-06-2021
version androidversion iphone

++--

La coralidad de Coral Aguirre nos seguirá deparando muchas sorpresas…

Si bien la palabra no es un neologismo, la primera vez que la escuché, en un contexto literario, fue hace unos días: el escritor Antonio Ramos la usó para referirse a la narrativa de Coral Aguirre. Estábamos presentando, de manera virtual, la última novela de Aguirre:  A dónde vas Alfonso Reyes, que recrea, a través de la ficción, la etapa de Reyes en Suramérica, como embajador de Argentina y Brasil.  Así, cada uno, desde sus respectivos hogares, charlaba ante una audiencia fantasmal, y de pronto Toño soltó algo así como “la coralidad de Coral”. Recordé entonces que, hace algunos años, en otra presentación de un libro de esta versátil creadora de origen argentino yo había dicho “Coral es coral”. Ambos acertamos: la escritura de Aguirre es múltiple y cruza con soltura todos los registros, puede ir del ensayo al diálogo, y del diálogo a la recreación más exhaustiva. En los antiguos manuales de narratología se llama a esta condición como polifonía. 

Coral Aguirre llegó a Monterrey en la segunda mitad de los años noventa. Había recorrido previamente un largo trecho de nuestra abrupta geografía y padecido y testimoniado la historia latinoamericana reciente: el auge de la narrativa del Boom; la transformación del  teatro moderno (ese maravilloso momento en que las representaciones dejaron las salas de los teatros y se instalaron en calles y plazas); la exhaustiva experimentación artística; la revolución cubana; el regreso de Perón a Argentina; la destrucción de la Moneda en Santiago de Chile; los golpes de estado en el sur del continente; los exilios, y tantas otras cosas. Coral, tras esta cascada de acontecimientos, se instaló en estos pagos y, sin dejar de ser quien era, asimiló su entorno. Leyó a nuestros autores, escuchó a sus nuevos alumnos, diálogo con sus pares, y comenzó acá una nueva y fértil etapa en su carrera multidimensional (ha sido música, dramaturga, actriz, escenógrafa, escritora, académica, antropóloga). No ha dejado de producir desde entonces. Después de formar a una nueva generación de dramaturgos (donde destaca, ente otros, el nombre de Mario Cantú Toscano), Coral se avocó a la narrativa y al ensayo. Basta mencionar aquí su la tetralogía novelística (Larga distancia, Los últimos rostros, El resplandor de la memoria y Una patria aparte) que recrea (y resignifica) la memoria y la historia, o sus ensayos Las cartas sobre la mesa y Lenguaje y deseo para darnos cuenta de las dimensiones de esta producción escritural, que cruza fronteras y décadas, proyectando una nueva cartografía de nuestra educación sentimental, literaria y política. 

En A dónde vas Alfonso Reyes, la voz narrativa dice “Habría que comenzar, cuando uno escribe un cuento, una novela, un ensayo, un drama o una historieta, habría que comenzar aclarando la naturaleza polimórfica de nuestra conciencia…” Esa conciencia poliédrica de nuestra autora la ha llevado a explorar la vida y obra de Alfonso Reyes desde diversos ángulos. Es una búsqueda que se ha vuelto también exploración personal. Coral descubrió a Reyes al llegar a Monterrey, desde entonces ha dialogado con él y releído a través de su obra su propia condición latinoamericana. La relación entre México y Argentina, esto es, entre dos formas de hablar (e insuflar vida) al castellano, ha sido otro de los tópicos de su vasta producción.

Las páginas de su última novela le otorgan vida al escritor regiomontano, lo hacen revivir sus pasiones y obsesiones (que, en buena medida, siguen siendo las nuestras), pero sobre todo nos confirman la versatilidad literaria de Coral Aguirre y la fuerza de su escritura polifónica y múltiple. Cada oración y cada párrafo van creando ese espacio de convergencia, donde conviven y dialogan las diversas Corales, o, en pocas palabras, van nutriendo esa “coralidad” que caracteriza y enriquece a cada uno de sus libros.  

Tal como aconseja la narradora de su última novela: “Hay que darle aire a la memoria, nombrar bajito, andar a tientas, circular hacia atrás y de pronto asir lo que entonces se puso en marcha”. 

La coralidad de Coral Aguirre nos seguirá deparando muchas sorpresas…






« Víctor Barrera Enderle »