banner edicion impresa

Opinión Editorial


¿Controlar o educar?


Publicación:30-06-2021
version androidversion iphone

++--

¿Controlar o educar?

El éxito es cagarla en los propios términos 

Guillermo del Toro

Los hijos son personas diferentes a sus padres, no marionetas en sus manos. No obstante poseer ciertas semejanzas con ellos, incluso algunas de ellas innegables, cada hijo/a es una diferencia absoluta, “cada hijo es una poesía” (Massimo Recalcati). Ello, a pesar de ser algo evidente y ampliamente constatado, no es aceptado fácilmente por muchas personas que han decidido (¿será?) ser madres y padres. Quienes se enfocan constantemente en rechazar y querer modificar “eso” que sus hijos hacen diferente a ellos. Para estos padres sus hijos solo cuentan en tanto copia exacta de lo que ellos quieren y ordenan: “Solo te reconozco y aplaudo cuando haces lo que yo espero, de lo contrario, me enojo y rechazo, solo reconozco tu camino si es el que te he señalado, no puedes andar el propio”.

Ante la difícil e imposible tarea de educar, hay quienes —en lugar de tramitar el miedo y angustia que les genera su posición y función de padres a través de formas de respuesta más creativas— prefieren realizarla a través de paradigmas ya conocidos, que, dicho sea de paso, son limitados y siempre fracasan: disciplinarios y moralistas, mediante el control y vigilancia del tiempo, cuerpo y dinero suministrado a sus hijos. Bajo este principio rector, la idea es colonizar y controlar cada dimensión y aspecto de la vida de ellos, “todo sea por su bien”; se les acomoda más el imponer, que el formar el pensamiento crítico y la responsabilidad en sus hijos. Para estas madres y padres, ser proveedores y tener más edad sienten que les dar un derecho automático de someter a sus hijos a su voluntad. ¡Es lo que ellos digan y punto, ellos pagan, ellos mandan! 

Educar en la responsabilidad es educar en el ejercicio crítico y responsable ante las propias decisiones, ante la libertad, no solo cuando nos gusta, sino cuando se aparta de nuestras creencias. Ello permite que cada persona labre su camino y experiencias, en última instancia, su vida, a través de sus aciertos y desaciertos, encuentros y desencuentros, fallas, molestias, invenciones creativas. Pues siempre hay que recordar que la formación no es un proceso lineal, progresivo y acumulativo, sino discontinuo, hecho de errores, fallas e invenciones. De ahí que un padre o madre, un maestro, que espere perfección, siempre dejará una pesada carga en sus destinatarios, pues no se puede tener experiencia en la vida sin la caída, sin la pérdida del sentido; se debe permitir el juego de la imposibilidad de realizar el ideal, del cumplimiento de la orden dada como garantía absoluta, sino más bien abrirse a la singularidad de la experiencia del camino, de la vocación de cada persona; otorgarle al hijo/a la posibilidad de la experiencia del propio recorrido, con todo lo que ello implique. 

Por su parte, los padres-testimonio de vida, son aquellos que, no necesariamente lo hacen todo perfectamente, los que tienen la primera y última palabra sobre todo, todo lo contrario, son aquellos que les muestran a sus hijos, con entusiasmo, su testimonio: que en sus vidas puede existir un sentido singular a partir de lo que cada quien construya; que ello, evidentemente les requerirá un compromiso y una disciplina decidida, pero no en el sentido del deber ser, impuesto desde afuera como una carga insoportable, sino como una respuesta entusiasta ante el deseo singular de vida que se busca conquistar, una disciplina que parte del deseo de vida, justamente por sentirse tomado por ese “algo” que es un “más”, un plus-de-vida, un plus que confecciona la trascendencia, aquí y ahora, singularmente; ya que cada vida y deseo a ser realizado, requiere la invención y amplificación; nos apasionamos por lo que nos cambia, por lo que nos lee, interpreta y amplifica, por lo aún no conocido y conquistado. Eso que inquieta y reclama realización. 

Aquellos que no retroceden con miedo, angustia mediante un trato inadecuado de los mismos, a través de la vigilancia y control, sino tratan su miedo y angustia de maneras creativas y responsables.



« Camilo E. Ramírez »