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Opinión Editorial


¡Con voz y voto!


Publicación:03-06-2021
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La votación no nos representa, es solo un mecanismo para que los partidos políticos se legitimen

“No voy a cumplir esa promesa [de campaña] ¿Cómo la ves?”

Jaime “El Bronco” Rodríguez Calderón

He aquí una elección más. Le precedieron las ya conocidas y sobadas campañas políticas (¡Con la misma lógica de siempre! ¡Las mismas promesas y descalificaciones de siempre! ¿Será que algún día se les ocurrirá algo diferente?) llenas de propaganda chafa y de muy mal gusto, actores de comercial: imágenes, fotos, sonrisas, abrazos, pose de escucha atenta, videos, noticias y escándalos. Cabe señalar, que las campañas políticas en México son de las más caras del mundo, quizás también las más ridículas, financiadas con el dinero de nuestros impuestos. ¡Que fácil es gastar lo que no cuesta, lo que es de otros! Esto es una muestra, clara y directa de como se las gastan los partidos políticos con los ciudadanos. Ninguno se salva.

Es de esperarse que predominen las estrategias del golpeteo-escándalo-entretenimiento en estos tiempos TikTok. Son pocos los candidatos que realmente proponen algo con fundamento, la mayoría no razona ni piensa, son puro golpe al rating, al ego, al contagio de las emociones; a ganar seguidores y likes; influencers y asesores de imagen al servicio de lo que no puede demostrarse con trabajo honesto. Los ciudadanos no podemos creer, ni esperar, que los problemas del país los resuelvan los partidos políticos y la inexistente representación popular, supuesta razón de ser de los mismos. ¡Un político no representa a un ciudadano, sino a su partido político! Para lo cual hace el teatro de hacernos creer a usted y a mí, querido lector, que no tenemos que participar en nada más. ¡Cosa más falsa! ¡Siempre debemos de participar! 

Las masas, como teorizó Sigmund Freud, se agrupan entorno a un líder, no a cualquiera, sino aquel que suponen imaginariamente encarna su ideal; dejan de pensar, se contagian y reaccionan. Si el individuo aisladamente puede pensar, reflexionar y discriminar, tener algún criterio, en masa, opera el maniqueísmo sensacionalista de los buenos contra los malos, los puros e impuros, el extremo de “Si no estás conmigo, entonces contra mí”, que tanto promueven la mayoría de los candidatos. Pues cada uno bien sabe que, si hace pensar y reflexionar a los ciudadanos, ninguno sobreviviría a la observación y critica pensante, y no votarían por ellos. Por ello el escándalo les conviene, lo promueven y explotan: por un lado, se proclaman vencedores anticipadamente, curándose en salud, jugando la carta de “Si nos critican es porque saben que somos imparables”, por otro lado, cierran filas estableciendo bandos, encaminándose a lo que será el olvido de sus votantes ya una vez en el puesto. Una cosa es ser candidato en campaña, otra muy diferente, servidor público. Por ejemplo, ¿Sabe usted cuales son las propuestas en materia económica de cada candidato? ¿Será que lo propuesto en campaña se aterrizará al ocupar el puesto? La mayoría de los que hoy contienden por un puesto de elección popular ya han ocupado múltiples cargos, incluso abandonaron algunos de ellos para ir por otros, chapulines abiertamente declarados. Sus colaboradores más cercanos lo saben y guardan silencio cómplice, pues ellos mismos se han beneficiado de la corrupción. Saben que no se han llevado los escritorios de las oficinas, nada más porque están muy pesados. Saben, a pesar de no aceptarlo abiertamente, que lo que dice el presidente de México respecto a la corrupción es muy cierto, pero se “hacen de la vista gorda”.  

La votación no nos representa, es solo un mecanismo para que los partidos políticos se legitimen. Si los ciudadanos pensamos que el solo hecho de votar es ya participar en la vida pública del país, estamos equivocados. Participar implica votar y continuar monitoreando las funciones de los excandidatos, hoy funcionarios, tener memoria y exigir cuentas, y, sobre todo, elevar el nivel del análisis y discusión, a fin de no ser los mismos ciudadanos ingenuos que, elección tras elección, se contagien y reaccionen con los productos desechables que los partidos reciclan, maquillan y presentan. 



« Camilo E. Ramírez »