Opinión Editorial
Colapsos viales y mentales
Publicación:16-12-2025
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El colapso de la vialidad en Monterrey es presentado como un síntoma estructural de una planeación urbana inexistente o rebasada
Lo que se vive y padece en una ciudad es efecto del entramado del tejido colectivo. Como lo planteó Freud en Psicología de las masas y análisis del yo, toda psicología individual es al mismo tiempo psicología social. En ese sentido, por más que un cierto ámbito, sobre todo comercial y político, desee explotar una ideología individualista, donde el ciudadano es visto como mero cliente y consumidor, viviendo en el sálvese quien pueda y cada quien por su camino buscando lo propio sin importar los demás, rápidamente al salir a la calle, al transitar, por las distintas vialidades, al cruzarnos en los diferentes contextos, volvemos a estar inmersos en la interacción; tal como sucedió en el tiempo de la pandemia, cuando quedó claro que nadie se podía proteger y "salvar" solo, sino en la participación responsable con los demás; como también sucede con las modificaciones en la comunicación, la tecnología y la política, donde se toman decisiones sobre grandes poblaciones que involucran varios países y continentes, modificando la vida de millones de personas de carne y hueso.
En el caso del colapso de la vialidad de la ciudad de Monterrey —como de muchas ciudades de México y del mundo—, algo que va más allá del simple embotellamiento, del tráfico en las horas pico, es un efecto, ¡un síntoma ya instalado! de una inexistente planeación urbana y de una vialidad acorde al crecimiento. La ciudad se ha ido expandiendo horizontal y verticalmente al tiempo que se ha incrementado vertiginosamente el parque vehicular, produciendo un colapso en sus arterias viales. Que, como sucede con el cuerpo humano, se corre el riesgo de trombosis, un infarto. Que es lo que sucede casi siempre en días con lluvia, de fin de semana y que además sin quincena. No obstante, se continúan otorgando permisos para seguir depredando cerros, construir edificios en zonas de riesgo de acuerdo con el mapa de riesgo hidrometeorológico, así como venta de automóviles, prácticamente dos grandes avenidas, como lo son Gonzalitos y Leones, están saturadas de agencias automotrices. Y todo eso en ausencia del diseño de una ciudad para caminar y trasladarse con suficientes medios de transporte público de calidad, orillando, una vez más, a que cada uno se compre un carro e intensifique aún más el colapso vial.
Lo curioso es que todo esto parece un elemento natural, que no tiene escapatoria ni solución. Todo lo contrario, siempre se pude rediseñar una ciudad y sus vialidades, la cuestión es que después de instrumentar contra flujos, que de alguna manera son "aspirinas" momentáneas, ahora se requiere una real modificación estructural, que, trascienda las administraciones partidistas, y pase a ser una política permanente. ¿Habrá la disposición de ceder el poder algo del poder político partidista en pro de una mejora vial y de movilidad?
Las personas que se colapsan en el tráfico, tanto en las principales avenidas del área metropolitana como en los estacionamientos de los centros comerciales, quizás ignoran, cómo el colectivo social más amplio, como el mercado y las políticas públicas, condicionan sus acciones y dichos, al grado de hacer que se creen espontaneas arenas de luchas cuerpo a cuerpo, entre personas que luchan por ver quien es más fuerte, quien es mejor, quien pasa primero, cuando la verdad de fondo –la verdad inconsciente—diría Freud es que en este fenómeno social y personal, nadie gana, todos perdemos.
« Camilo E. Ramírez Garza »



