banner edicion impresa

Opinión Editorial


Ante el vacío, la invención


Publicación:07-07-2020
++--

La vida porta siempre consigo una cuota de incertidumbre irreductible

“…que el sujeto reviva, rememore […] los acontecimientos formadores de su existencia, no es en sí tan importante. Lo que cuenta es lo que reconstruye de ellos”

Jacques Lacan

La vida porta siempre consigo una cuota de incertidumbre irreductible. No es que alguna vez no existió, tampoco que algún día no existirá más y, finalmente, seremos felices; vivir anclados a la nostalgia de un pasado que ilusoriamente se edita mejor en nuestros recuerdos que cuando fue vivido, o a la espera de -sin saber mucho el cómo, cuándo, quién, dónde- algo que se supone, resolverá de una buena vez todas nuestras incertidumbres, todo nuestro dolor, en sí, todas nuestras penas.

La vida humana, la vida de cada persona, puede ser vista a través de las respuestas entorno a ese elemento siempre presente: la incertidumbre. Ese vacío a partir del cual se construye e inventa. Frente al vacío se puede responder de dos grandes formas: con un (-) o un (+). No en sentido moral (bueno/malo) sino en sentido matemático, sustrayendo o añadiendo, identificando cada uno con una cuota de sufrimiento o felicidad, algo que quita o algo que suma. Por ejemplo, viendo la vida como algo que se sufre y padece, como algo que se pierde, y no como algo que no existe per se y, por lo tanto, debe inventarse, añadirse a cada momento.

Los tiempos que vivimos son tiempos planetarios de mucha incertidumbre, efecto de la pandemia SARS-CoV-2. El coronavirus ha logrado que vivamos de manera directa, traumática, inmediata, a flor de piel, algo que siempre está presente en nuestra existencia: la incertidumbre bajo un nuevo rostro invisible de lo impredecible, la fragilidad de la salud, de las políticas públicas, de la economía… así como también la fuerza generativa que surge de la articulación de la incertidumbre y la crisis con la curiosidad, el interés y la creatividad. Es innegable toda la creatividad generada, en diversas dimensiones y campos, a partir de esta pandemia. El futuro inmediato ya es receptor de dichos aportes en infraestructura y tecnología en medicina, arte, educación, negocios, por mencionar solo algunos. Nada ni nadie puede seguir viviendo como antes. En eso consiste la fuerza generadora de un trauma: las formas de respuestas que suscita, el partir la historia en un antes y un después, que nos lleva a inventar, de maneras más eficaces, nuestra existencia, descubrir que ella misma se sostiene, más en un sentido que se inventa, que en uno que se espera encontrar o recibir. El corazón se inclina hacia donde el pie camina, haciendo camino al andar.

En pocos meses, por motivos de protección ante el avance del virus, nos vimos en la necesidad de recluirnos en casa, disminuyendo los contactos sociales. La vida, en gran medida, se trasladó a la virtualidad de las plataformas y redes sociales, al tiempo que experimentamos la pérdida de lo abierto, el contacto y la movilidad en el mundo, tal cual lo conocíamos, así como también la transformación de los hábitos de estudio, trabajo y esparcimiento.

Quienes lamentablemente fueron alcanzados por el virus y padecieron enfermedad y muerte, igualmente lo hicieron de maneras inéditas, no pudiendo recibir visitas en el hospital durante su convalecencia; los seres queridos de quienes perdieron la vida no pudieron disponer de manera tradicional de los ritos de despedida, inaugurando nuevas formas de celebración del dolor y del luto.

“Ante el vacío, la invención”. Bien podría ser el lema que sintetiza la experiencia de los humanos en ese recorrido de despojarnos de la organización estrictamente animal-biológica, del orden del uno para todos, para la vivencia de la diferencia y la singularidad. En ese sentido, no es la vida en sí misma algo único y uniforme para todos, la que indicará qué y cómo vivir, sino la posición singular que cada uno desee tomar ante ella; no es la incertidumbre, la fragilidad, la enfermedad, la pandemia, la que nos marcará e impondrá todas las áreas de nuestra existencia -por más que implique una de ellas de manera vital, como lo es la salud- sino cada uno, cuando decide crear lo que no existe, cuando, confrontados ante el vacío, es decir, con aquello que no ES lo mismo para siempre, puede ser transformado de formas ilimitadas e imposibles. ¿No es acaso el mismo principio implicado en la investigación que intenta descifrar un virus para poder inventar su tratamiento y vacuna? ¿Pasar del vacío terrorífico que genera un virus nuevo a la invención de su vacuna?

Instagram: camilo_e_ramirez



« El Porvenir »