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TSMC y ASML pueden desactivar sus máquinas si China invade Taiwán

TSMC y ASML pueden desactivar sus máquinas si China invade Taiwán
Tanto TSMC como ASML han implementado medidas que les permite desactivar sus máquinas a distancia

Publicación:23-05-2024
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La guerra fría que ya mantienen Estados Unidos y China tiene a Taiwán como uno de los puntos más calientes.

 

Si en tiempos pasados muchos veían la entrega del archipiélago a China como una buena idea, en la actualidad es todo lo contrario, lo que ha obligado a las corporaciones que operan en Taiwán a instalar medidas que serían activadas en caso de invasión. Aquí cobra especial importancia TSMC, la compañía local de fábrica de microconductores, y ASML, empresa neerlandesa que es el único fabricante de las máquinas de ultravioleta extremo (UVE) que son empleadas en litografía.

Como consecuencia de la posible invasión de Taiwán por parte de China, tanto TSMC como ASML han implementado medidas que les permite desactivar sus máquinas a distancia, evitando así que el gobierno y las corporaciones de China puedan hacerse con sus tecnologías. ASML ha asegurado al gobierno de Países Bajos que puede desactivar sus máquinas de UVE de forma remota, las cuales son utilizadas para la fabricación de chips que se emplean en muchos ámbitos, entre ellos la inteligencia artificial y las aplicaciones militares.

Las medidas de TSMC y ASML para desactivar sus máquinas a distancia y evitar la apropiación de sus tecnologías por parte de China deriva en parte de las presiones de Estados Unidos y del contexto que hay actualmente en Taiwán, que en cierto modo puede convertirse en una versión asiática de la guerra que está transcurriendo en estos momentos en Ucrania como consecuencia de que fue invadido por Rusia.

Más allá de la curiosidad tecnológica, que TSMC y ASML hayan aplicado medidas para desactivar y nos suponemos que inutilizar sus máquinas de forma remota delata que la situación en torno a Taiwán está más caliente de lo que aparenta. Además de la hegemonía de Estados Unidos, aquí coincide el propio conflicto que mantienen la República Popular de China, país ubicado principalmente en el continente asiático y que está gobernado por el Partido Comunista, y la República de China, archipiélago y país que la mayoría conocemos como Taiwán y cuyo régimen es capitalista, pero que no fue democrático hasta los años 90 del siglo pasado.

Simplificando mucho, la existencia de Taiwán deriva de una guerra civil en China que enfrentó nacionalistas y comunistas. Los primeros perdieron la guerra y se refugiaron principalmente en la isla de Taiwán, donde se creó el estado oficialmente llamado República de China. Debido a ese contexto, Taiwán, o al menos muchos taiwaneses, no solo defienden la independencia del archipiélago, sino que se consideran el estado chino legítimo, abarcando también la China continental dominada por el Partido Comunista. Obviamente, esto también funciona a la inversa, con la República Popular de China reclamando su soberanía sobre el archipiélago de Taiwán.

Dicho con otras palabras, las presiones de Estados Unidos para mantener su hegemonía en el mundo (o retener lo que pueda) no son más que un acelerante para un conflicto que existe desde hace décadas entre Taiwán y la República Popular de China, que se disputan el ser el auténtico y legítimo gobierno de todos los chinos. Aquí es importante tener en cuenta la evolución de los dos países, y es que mientras las libertades están muy restringidas en la República Popular de China, Taiwán es considerada como una democracia muy consolidada y es junto con Nepal el único país de Asia donde el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en todo el territorio.

Como vemos, Taiwán se ha convertido en una zona de alto valor estratégico tanto para Estados Unidos como China, los primeros para evitar perder más hegemonía y los segundos porque la anexión del archipiélago le permitiría avanzar en muchas posiciones, pudiendo hacerse con mucha tecnología, además de poner fin a un conflicto que perdura con el transcurso de las décadas.



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