Banner Edicion Impresa

Cultural Más Cultural


La venganza apocalíptica

La venganza apocalíptica


Publicación:24-11-2024
++--

Olga de León G. / Carlos A. Ponzio de León

Dos Cartas

Carlos A. Ponzio de León

Querido Papá: Espero que mi carta los encuentre bien, a ti y a Mamá. Recientemente, las cosas en la universidad no han ido como esperaba. Hay buenas noticias, de cualquier manera. Recordarán que los primero seis semestres estudié con mucho esfuerzo y pude pasarlos con dificultades. Sin embargo, la vida en este último año se ha vuelto insípida para mí. He perdido motivación y entusiasmo por mi carrera. Ya no estoy seguro de que lo que estoy estudiando me vaya a servir cuando termine. Sé que la Física es un área que a ti te apasiona, Papá, pero a mí ha dejado de inspirarme. Las materias se han vuelto sumamente complicadas y requieren de matemáticas muy complejas que no me entran en la cabeza. 

La verdad, lo único que me ha mantenido viniendo a clases es Mónica. ¿Recuerdan a la chica de la que les platiqué esta navidad? Pues ahora somos novios, acabamos de cumplir seis meses. Estoy enamorado de ella y se ha vuelto para mí: la persona más importante en la vida. Pasamos muchas horas juntos, casi todo el día, y ella hace lo posible por explicarme algunos de los temas que vemos en clase. También es alumna foránea. Cocina y vive a unas cuadras de la escuela. En ocasiones, compramos pizza y nos desvelamos estudiando. Me quedo a dormir en su departamento.

Es de ella de quien quisiera platicarles. Siempre está al pendiente de lo que me sucede y me apoya en las cosas que yo propongo. Cuando estoy triste, siempre está ahí para echarme ánimos. Pues bien, tengo que contarles que las cosas han avanzado en nuestra relación. Hace unas horas recibimos una sorpresa muy grata, quizás la más importante de nuestras vidas. Está embarazada. ¡Van a ser abuelos!

Es una buena oportunidad para que yo busque las cosas que realmente me apasionan. Voy a dejar la universidad para ponerme a trabajar. Es mi nueva responsabilidad: la familia que voy a formar. Estamos planeando casarnos pronto. Quizás en tres meses. La boda será en Sonora, de donde es ella. Por supuesto que están invitados ustedes. Ya investigué y hay vuelos desde Veracruz, haciendo escala en la Ciudad de México. Estamos viendo tiempos y espero tener una fecha exacta pronto, para que puedan comprar los boletos con suficiente anticipación. Los quiero mucho, Papá. -Fernando.

Querido hijo: Estás loco. Hay maneras de resolver este problema en el que tú y tu novia se han metido. No van a abandonar la carrera porque van a ser papás. He hablado ya con el director de tu facultad y está al tanto de este error garrafal que han cometido y que ahora planean hacer más grave. He logrado que me compartiera los datos de los papás de esta muchachita. Ya he hablado con ellos y están de acuerdo conmigo. No pueden abandonar la universidad y están contemplando, como nosotros, otras opciones: que pueden ir desde un aborto, hasta algún apoyo económico que pudiéramos brindarles para que puedan educar a la creatura que viene, si desean tenerla. 

Hijo, escucha bien, estás muy chico para echar a perder tu vida de esta manera. Acabas de cumplir dieciocho años y ya estás en un embrollo del que no puedes salir tú solo. La próxima semana voy para Monterrey y el papá de Mónica también. Tenemos que hablar sobre esto con madurez. Por favor, no descartes posibilidades. Solo te pido eso, que mantengas la cabeza bien fría en esta situación. Acá nos tienes, a tu mamá y a mí. Tu madre tiene sus propias ideas como mujer, pero tú no debes pensar como mujer, sino como hombre con un futuro que esperas y que necesitarás como padre de familia que ha planeado su vida, no como muchachito que ha sido arrastrado al futuro por azar. ¿Qué tipo de trabajo crees que vas a conseguir sin haber concluido la carrera? Tu campo de estudio abre muchas posibilidades. Mira al hombre más rico del mundo. ¡Es físico y está empeñado en llevar a la humanidad a Marte! ¡Es un héroe! ¡Ese hombre es una ficción hecha realidad! De ninguna manera eches a perder tu futuro cortando tus estudios. Tu mamá está de acuerdo conmigo. Si la Física no es para ti, hay otras posibilidades. ¿O en qué demonios estás pensando? ¿En llenar tanques en una gasolinera? ¡Tú estás educado para ser el dueño de la gasolinera! Y punto.

Llego el martes a Monterrey. Me voy a hospedar en un hotel a unas cuadras de tu universidad. El papá de Mónica va a llegar a quedarse con ella esos días. Por favor respeta jerarquías. Tú no mantienes a esa muchachita ni has invertido en su futuro como sus padres. Mantén la cabeza fría. -Tu padre.

Los vuelcos de la vida

Olga de León G.

Amalia estaba ante un dilema. Ella pensaba que esta encrucijada podía dejarla atrapada donde menos deseaba hallarse. Así son las cosas de la vida, le decía su tía, a quien había ido a ver para que la ayudara con la decisión, hasta ahora, tal vez, la más importante de su vida. Ya lo había dicho su padre, se lo escribió en una carta: dos cosas son fundamentales en la vida; las decisiones para las que debíamos tomarnos el tiempo necesario, antes de dar un paso en falso: la primera, era estar seguros de qué quieres ser en la vida, que en tu caso es qué estudiar, qué carrera universitaria es la que elegirás; la segunda, con quién deseas compartir ese tu ser, esa vida que hayas elegido. Equivocarnos en cualquiera de las dos y no corregir el rumbo o la elección, sería fatal para alcanzar la felicidad: fin y principio básico en la existencia de todo ser humano.

La tía no resolvió sus dudas. Ella tenía una forma de pensar y aspiraciones para su sobrina ajenas a las de su padre y a las de Amalia, por eso, solo la escuchó y se entristeció un poco, pensando en que la vida de su tía no tenía ni en un ápice algo de lo que ella predicaba como clave para ser feliz. Por eso aconsejaba como prioridad, elegir una pareja con mucha solvencia económica y futuro prometedor. ¡Pobre tía!, con razón no se casó nunca. Y ahora, a sus cincuenta y tantos años, se esmeraba en meter ideas en la cabeza de su sobrina.

Pero, ni el amor ni la vida funcionan de esa manera, no. Y la sobrina nunca fue mental ni moralmente dócil: no era manipulable.

Pasaron los años, el padre falleció demasiado temprano para acabar su labor de buen y gran padre. La tía quedó sumamente molesta con la sobrina: no le hizo caso en nada. Quizás tampoco tomó las mejores decisiones... Solo en una siguió el consejo de su padre: si esa carrera no te gusta, cámbiate. Estudia otra, a lo mejor idiomas que siempre te han gustado, y si sientes que te has equivocado, de nuevo encausa el camino, jamás será tiempo perdido el que inviertas en decidir, qué estudiar... muy probablemente de eso vayas a vivir. Y trabajar en lo que a uno no le satisface, es grave, puedes acabar amargada.

Recuerda que, en mi caso, no habrá bienes materiales suficientes para heredarles un futuro cómodo; así que es muy importante que elijas lo que te gustaría ser. Y, luego, elige muy bien con quién querrás compartir tu ser; y si en eso al paso de algunos años, descubres que te equivocaste: rompe la relación. Ningún ser humano, y menos una mujer preparada, tiene por que soportar la infelicidad ni la tiranía de nadie. ¡Ojalá que estas líneas, algún día te sean útiles! Si no las necesitaras, eso será mejor, lo ideal. Te mando un cariñoso abrazo y mi amor de padre: tu papá.

La parte creativa, la ficción la dejo hasta aquí. Ahora entretejeré este cuento con un relato personal:

Sus palabras provenían de alguien a quien él respetaba, y a quien me llevó a escuchar en una conferencia-charla, que había venido a dictar, en Reynosa, donde entonces vivíamos. Como en otras ocasiones fui con mis padres a diversos eventos. Por ejemplo, recuerdo cuando me llevaron a escuchar al piano a cuatro manos, a los hermanos Montfort, el Lic. Héctor, condiscípulo de mi padre en Leyes (y por quien se llama así el último de los de León) y Alicia, virtuosos internacionales muy famosos por esos años.

De mi padre aprendí que la felicidad como la vida no vienen con etiquetas, ni se dan donde quiera. Las llevamos con nosotros siempre, o nunca las conoceremos en su máxima expresión. Lástima que papá no vivió, al menos unos cinco o siete años más. Mucha falta nos hizo a mi madre y sus seis hijos. Yo, por mi parte: "...guardo celosa y aparte, lugar especial para recordarte".

 

 



« El Porvenir »