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Opinión Editorial


Una, dos, dos palomitas azules


Publicación:04-03-2021
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Se dice y escribe algo, entonces alguien lo escucha y lo lee

El sordo no oye, pero bien que compone 

Dicho popular 

Se dice y escribe algo, entonces alguien lo escucha y lo lee. Y al hacerlo, se intenta captar eso que se dice, que comunica, darle un sentido; responder, en caso de que haya algo que responder. 

El código de la lengua y el contexto ofrecen algunos elementos para interpretar el sentido y significado de lo que se lee. Sin embargo, algo que se desea decir de manera declarada, al ponerlo en palabras, a menudo sufre una transformación, un cambio de sentido que se aparta de lo que se quería decir. El texto se aparta de su sentido (camino) andando por otras sendas. Si el autor lo advierte, puede editar su mensaje cuantas veces crea es necesario antes de enviarlo. De lo contrario su texto claramente dirá algo diferente a lo que quería comunicar. Eso todavía no incluye las formas en las cuales quien recibe el mensaje, decodificará e interpretará el sentido de lo que lee o escucha. Ya que el sentido y significado del mensaje no se construye solamente por quien emite un mensaje, sino, sobre todo, por quien escucha. De ahí lo de “El sordo no oye, pero bien que compone” ¿Desde dónde compone el sordo?

Podríamos decir que el ser humano es siempre “sordo”: alguien que no oye de manera neutra ni natural un mensaje, sino que interpreta “poniéndole de su cosecha” algo que se cree dice el mensaje. De ahí que un psicoanálisis permita advertir, a quien se confronta con dicha experiencia, “el color con el cristal que mira”, las formas básicas a través de las cuales mira e interpreta los mensajes que recibe, el cómo se relaciona con los demás. “El sujeto recibe su propio mensaje de manera invertida, como viniendo del Otro” -diría el psicoanalista francés Jacques Lacan, frase que bien puede ser considerada –guardando las respectivas proporciones– como una variante afrancesada de “El que primero lo huele debajo lo tiene” de la sabiduría popular mexicana. 

Tiempo de pandemia, tiempo de estar estudiando y trabajando en casa, unos más que otros. En fin, tiempo de estar, más que en otros tiempos, confrontados con esos referentes sociales y comunicativos, de los cuales nos hemos apartado o hemos tomado ciertas distancias. Momento especial para que cada uno pueda advertir un poco o un mucho el “cielo” y el “infierno” que carga a cuestas y pone en relación con los demás; ese modelo (el fantasma -decimos en psicoanálisis) con el cual se ve e interpreta la vida, los mensajes que se emiten y reciben, lo que se lee y escucha. 

Un mensaje enviado, un mensaje recibido, un mensaje leído en el caso de la aplicación de mensajes del WhatsApp, produce, como cualquier forma de comunicación humana, huecos y malentendidos, que cada sujeto intentará –sea consciente o no– codificar y decodificar, siguiendo ciertas pautas “dictadas” por esas constantes interpretativas inconscientes; ese lugar desde donde cada “sordo” humano” compone y recompone el mensaje que escucha o lee.  ¿Cuáles son los mensajes que usted lee o escucha? 



« Camilo E. Ramírez »