Opinión Editorial
Responsabilidad
Publicación:19-11-2025
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En Nuevo León, el daño moral y la violencia digital pueden sancionar severamente publicaciones ofensivas, incluso con penas de prisión.
"No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad".
George Bernard Shaw
Emitir juicios y opiniones, ya sea en un medio tradicional o redes sociales sobre el quehacer de personas o instituciones conlleva una responsabilidad.
Lección básica del periodismo, entender y poner en práctica el uso de la libertad de expresión para calificar el quehacer de otros, sin agredir, sin insultar, sin agraviar, limitándote sólo a reseñar lo que encuentras bueno, malo o regular de su actuación.
La oleada de la modernidad ha provocado que en las redes sociales muchas personas se sientan periodistas y publiquen comentarios sobre otros sin cuidar aspectos fundamentales como lo es el saber diferenciar la calificación de su proceder o actuar como personas públicas y, erróneamente, asegurar hechos o acciones que no les constan y que rayan en injurias o difamaciones.
Saber diferenciar la opinión de un señalamiento específico es necesario y forma parte de los preceptos básicos del ejercicio de un buen periodismo. Lamentablemente la apertura de las redes sociales ha provocado que muchos confundan la libertad de expresión con el libertinaje, creyendo que bajo esa premisa pueden descalificar a cualquiera emitiendo agravios sin sustento.
En Nuevo León las injurias o difamación desde hace años no son un delito, pero existe la figura del "daño moral" que, contra lo que muchos piensan, abarca las publicaciones en redes sociales y que castigan severamente el mal comportamiento de quienes utilizan estos espacios para insultar a otras personas.
Si las redes sociales se utilizan para dañar, humillar o afectar la reputación de una personas, se podría configurar el delito de violencia digital, el cual es castigado con una pena de uno a cuatro años de prisión más una multa que puede alcanzar un monto de 300 mil pesos y en casos específicos puede subir hasta un millón de pesos.
No se puede argumentar como un elemento de descargo el no percibir ingresos por emitir opiniones en redes sociales, ni el actuar de "buena fe", porque al referirse específicamente al proceder de un individuo se emite un juicio de valor.
El punto toral de este planteamiento estriba en la improvisación que hoy en día se tiene de profesiones u oficios que requieren de una preparación o conocimiento básico.
Se puede ser periodista, analista, comentarista o editorialista con la simple buena fe, siempre y cuando se respeten términos y condiciones éticas y en el caso de que existan señalamientos o acusaciones contar con las suficientes pruebas para demostrar lo que se dice.
Lamentablemente hoy en día, escudados en el anonimato que brindan las redes sociales, muchos acusan sin pruebas y afirman hechos que no les constan, creyendo que al hacerlo de manera subrepticia están libres de cualquier alcance de la ley y con ello actuar de forma impune y esto no es verdad.
Imagine usted que sube a un avión para realizar un viaje y que estando en su asiento se entera de que el piloto no es un profesional calificado, sino alguien con muchas ganas y mucha afición, pero que carece de la experiencia necesaria para emprender ese reto; igual, si estando en la plancha de un quirófano le dicen que el cirujano no es profesional, sino un aprendiz con muchas ganas de ser doctor.
Así, con la crudeza que describo, hay muchísimos "periodistas" que publican sus comentarios en redes sociales. Es necesario que aprendan la simple y llana diferencia entre libertad y libertinaje.
« Francisco Tijerina Elguezabal »



