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Opinión Editorial


Oregón: la punta del iceberg


Publicación:17-02-2025
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Ubicado en el noroeste de la Unión Americana.

Ubicado en el noroeste de la Unión Americana, colindando al oeste con las playas del Océano Pacífico, atravesado por la cordillera de las Montañas Rocallosas, y con unas extensas planicies que enfrentan escasez de agua; otrora lugares venerados de las antiguas naciones de indios que se dedicaban a la caza del bisonte, y consideraban sagradas las preciosas y enigmáticas montañas del territorio; Oregón, aún persiste con sus contradicciones sociales e ideológicas, que se vinculan con su propia historia.

La ruta de Oregón permitió que los migrantes europeos lograran atravesar las llanuras del centro para llegar hasta los extremos del oeste, a las costas del Océano Pacífico. Las caravanas lograron penetrar zonas únicas y exclusivas de los grupos nativos norteamericanos. Se asentaron en Salem, en Portland y otros pueblos que hoy prosperan de manera notoria.

De manera reciente, me refiero a finales del siglo XX, su cercanía con California y su belleza, atrajeron a múltiples grupos contraculturales, fue tal su brillo que, desde la India, llegaron un grupo de practicantes religiosos, bajo la guía de un gurú, llamado Bhagwan Shree Rajneesh. Como Oregón no es Portland, finalmente el grupo religioso fue perseguido y expulsado del país.

En el Oregón rural, la gente es conservadora y ama a Donald Dumb, pero la realidad se impone a pesar de la ilusión política de los líderes populistas, y como dicen allá en Los Arroyos, en Montemorelos, “la cuerda siempre se rompe por lo más delgado”.

De manera reciente hemos observado videos virales de farmers de Oregón, que se lamentan haber perdido a sus trabajadores migrantes, por motivo de las redadas y la persecución que se han desatado por las políticas migratorias de Washington.

No ha transcurrido más de un mes y los efectos negativos en la economía comienzan a sentirse, se reflejan en el lamento de estos productores agrícolas que perderán sus cosechas, y esto llevará a un aumento en el costo de los alimentos, y lo que es peor, en una posible escasez de estos. Pero así son los líderes populistas, poco a poco merman la economía próspera de los países que gobiernan, hasta llevarlos al hambre y la pobreza.

El agricultor Shay Myers, es conservador políticamente hablando, pero en su trato con sus empleados, y en la larga historia que posee su empresa, que le fue legada por su padre y su abuelo, reconoce la importancia de la migración, está de acuerdo en que se les facilite su estancia legal temporal para el trabajo agrícola, y en su momento, que puedan ser residentes y ciudadanos norteamericanos.

Shay Myers se resignó a perder miles de dólares, cómo dice la letra de la canción mexicana, ahora sabe que “le tocó perder”. Aprovechó la ocasión para hacer extensiva la invitación a la población, para que acudan a recolectar espárragos y se lleven todos cuantos puedan; sorpresivamente fueron más de seis mil ciudadanos norteamericanos, la mayoría blancos, de varios estados del país, con sus familias, y se sometieron a la dura faena que implica, caminar, agacharse, cortar con el cuchillo la verdura, y luego enderezar el cuerpo para poder guardarla ella en un costal.

Este trabajo conocido por los trabajadores agrícolas migrantes mexicanos como “la pizca”, es extenuante, porque se lleva a cabo al aire libre, no importa el sol o la lluvia, el frío o el calor, tienes que caminar, doblarte, cortar, enderezarte y empacar. Esto lo realizan cientos de veces al día, de manera repetitiva. Resulta así una jornada agotadora de trabajo.

Oregón no sólo produce espárragos, también uva, fresas, frutos rojos, maíz, trigo, espinacas, brócoli, papa, cereales, alfalfa, cebada, entre otros.  Tienen allá un problema de sequía desde hace tiempo, antes era suficiente el agua proveniente del deshielo de las montañas cercanas, pero con el cambio climático, el aumento de la temperatura genera que esta fuente sea insuficiente para el trabajo agrario.

Además de ranchos agrícolas, tenemos ranchos ganaderos, donde crían el bisonte, ranchos de ganado ovino, además de los ganaderos tradicionales; todos ellos con sus propios retos, considerando que se trata de un estado que cuida mucho la sustentabilidad del medio ambiente.

Una orientación racional de la política migratoria debió haber llevado al presidente norteamericano, a realizar una respuesta inmediata, y dar las órdenes para que 50 migrantes jornaleros mexicanos, que estaban retenidos en las celdas carcelarias para su deportación, fueran enviados urgentemente en socorro de este agricultor oregoniano, y evitar la pérdida de un producto tan importante para la abundancia en el consumo de las familias norteamericanas.

Todo era cuestión de realizar una llamada y dar una orden, para que los migrantes agrícolas mexicanos, detenidos y en territorio norteamericano, acudieran al llamado de socorro. Pero el gobierno de Washington no hizo nada. Lo que tenemos que considerar es que los seis mil norteamericanos que acudieron a recoger espontáneamente espárragos, seguramente se sensibilizaron con respecto de la necesidad de contar con trabajadores agrícolas que realizan un trabajo muy arduo.

Recientemente Shay Myers consiguió una cita con congresistas norteamericanos, a quienes expuso la situación, la respuesta fue la de siempre: en este momento no podemos proponer una reforma migratoria, hay que esperar a que las condiciones en la frontera sur mejoren.

Es probable que el presidente norteamericano, Donald Dumb, realice algún tipo de ajuste en la política migratoria, pero no de manera inmediata. Estamos considerando solo un tipo de industria, pero existen otras donde también se requiere mano de obra inmediata, como la construcción, la hotelería, la producción de alimentos procesados, los restaurantes y otros servicios, todos ellos pueden correr la misma suerte que la industria agrícola.

Nunca es bueno seguir y apoyar a un líder populista, no importa que tan carismático es, siempre hay que verlo con recelo. El problema es que el discurso del susodicho es muy seductor, sabe detectar la fuente de nuestro malestar, y luego arremete contra un enemigo presuntamente culpable de nuestras desgracias: las élites del poder.

Obviamente que, como ciudadanos comunes, odiamos a las élites que viven a cuesta de las rentas sobre el trabajo de los de debajo de la pirámide social. Ese odio es el que alimenta el malestar social y político que nutre, de manera inevitable, el proyecto del líder populista, autoritario e intolerante, y lo más riesgoso, hacer crecer a un potencial dictador de facto, o lo que es peor, legalmente constituido.



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