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Opinión Editorial


Narcopolítica en Guerrero


Publicación:17-07-2023
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La violencia social desatada, de manera reciente, en el estado de Guerrero es profundamente preocupante.

La violencia social desatada, de manera reciente, en el estado de Guerrero es profundamente preocupante. La situación anárquica y dirigida desde grupos de poder de facto, es decir, organizaciones sociales con vínculos criminales, demuestra el nivel de deteriorio de la autoridad del Estado y el empoderamiento de los grupos delictivos que asolan la región.

            Guerrero nos muestra el coctel de elementos que no deben mezclarse, se trata de una antireceta que incluye la combinación de pobreza, marginación, delincuencia, corrupción e impunidad.

            Un estado de gran belleza natural, con rica historia de minería, enorme tradición de pesca artesanal, una extendida agricultura tradicional considerando el clima cálido subhúmedo con importantes temporadas de lluvia, una flora y fauna de gran biodiversidad, una conformación pluriétnica muy enriquecedora y, de manera más reciente, una actividad turística de gran impacto económico  y, en su momento,  punta de lanza a nivel nacional.

            Para aquellos que fuimos profesores de historia, el papel de los guerrerenses y su contribución a la independencia de nuestro país, representó siempre un hondo reconocimiento por sus esfuerzos, especialmente por la resistencia mostranda ante el ejército virreinal, que se topó con grandes dificultades para penetrar las montañas y derrotar a las tropas insurgentes de Vicente Guerrero.

            En 1813 se llevó a cabo el Congreso de Chilpancingo, donde José María Morelos y Pavón dio lectura a los Sentimientos de la Nación, un declaración de independencia que abolió la esclavitud, prohibió la sociedad de castas y ordenó el reparto de latifundios, sería el antecedente histórico de la Consitiución de Apatzingán (1814).

            ¡Cómo no recordar a Iguala! Tercera ciudad más poblada, al norte del estado de Guerrrero, ubicada en un  valle  y rodeada por nueve montañas. Sede, en el año de 1821 de la proclamación del Plan de Iguala por Agustín de Iturbide, donde se reconoció la Independencia de México del gobierno español y se unificaron las fuerzas insurgentes y realistas, para conformar el Ejército Trigarante.

            Ese mismo día de la proclamación, un 24 de febrero de 1821, se confecciónó la primera bandera mexicana, con los colores y simbolismo que perduran a la fecha y que reflejan los postulados políticos más relevantes del Plan de Iguala: verde/independencia, blanco/religión y rojo/unión.

            Si lo anterior fuera poco como contribución a la historia de la Independencia, también aparece Iguala como lugar icónico de esta lucha y que el poeta potosino, Francisco González Bocanegra, en 1853, recoge y expresa en la IX estrofa del Himno Nacional Mexicano, que a la letra dice: Y el que al golpe de ardiente metralla/ De la Patria en las aras sucumba/ Obtendrá en recompensa una tumba/ Donde brille de gloria la luz/ Y de Iguala la enseña querida/ A su espada sangrienta enlazada/ De laurel inmortal coronada/ Formará de su fosa la cruz.

            Después de esta breve disgregación por la historia de este querido Estado, retomo el asunto de la inseguridad actual. Analizando el tema del ingreso económico y la calidad de vida, volvemos a una realidad lacerante, especialmente en la región de la Mixteca Guerrerense conocida como La Montaña, de donde provienen los pobladores que esta semana pasada se enfrentaron con las autoridades locales y federales, tomaron como rehenes a 16 policías, luego con un camión blindado que les quitaron derrumbaron las puertas del palacio del Congreso estatal.

            Montaña es una de las siete regiones del estado, la mayoría son grupos que hablan lengua indígena, especialmente náhuatl  y viven en condiciones sociales muy limitadas, con gran índice de analfabetismo y exclusión social. En Montaña se encuentra el municipio más pobre de México: Cochoapa el Grande.

            El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ha estudiado la situación socioeconómica y lo ha comparado, en términos de desarrollo humano, a países como Zambia del África Subsahariana y también con Sudán del Sur.

            Obviamente que con este nivel de desigualdad social,  con falta de oportunidades y necesidades  básicas insafisfechas, la violencia surge con gran facilidad. Situación que es aprovechada por los grupos criminales que los expolian de manera doble: primero los utilizan como fuerza de trabajo barata y sustituible, luego los arrojan como escudo humano para contener y someter a las autoridades locales y federales.

            No nos sorprende que ante un nivel de violencia estructural, simbólica y física tan crónica y actual, los guerrerenses huyan de sus tierras, especialmente como migrantes jornaleros agrícolas que laboran en otros estados de la República y los Estados Unidos. La ciudad de Chicago se ha convertido en la ciudad con más guerrerenses después de Acapulco.

            Ante una historia y actualidad tan adversas y tristes para los guerrerenses, los únicos que están felices son los líderes criminales, quienes transgreden las leyes, cometen delitos y no hay consecuencias adversas para sus conductas criminales. La impunidad es la norma y el gobierno se muestra débil cuando tiene que ejercer la ley y perseguir a los delincuentes. La debilidad surge de una asociación de complicidad de las autoridades omisas con los grupos criminales, ambos deberían estar en la cárcel. Se trata de un gobierno que carece de un plan efectivo  para atender una problemática tan compleja, y la bola de nieve de la violencia sigue dando vueltas y  creciendo sin que nadie pueda detenerla.

            El gobierno de los criminales se ha apoderado del control del estado de Guerrero, sus líderes ejercen el poder de facto y persiguen un solo objetivo político: controlar sus territorios, donde ahora se señorean, son los nuevos caciques y amos del lugar. Guerrero es un narcoestado y está en proceso de consolidación criminal que podría profundizarse, con mayor fuerza, a lo largo de lo que queda del presente sexenio.



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