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Opinión Editorial


Líder


Publicación:25-01-2023
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Cambian las formas, cambian los líderes, espero que un día vuelvan a cambiar.

“El que quiera ser líder debe ser puente”

Proverbio

Los tiempos y los estilos cambian, se van perdiendo costumbres y valores que hasta hace algunos años eran base sólida sobre la que se cimentaban las relaciones entre las personas; hoy la prisa demanda abreviar, saltar pasos, brincar las formas, sin importar el respeto y las buenas costumbres.

La vida y el ejercicio profesional me han dado la oportunidad de conocer y tratar a enormes personajes, seres de luz propia que han iluminado el camino de muchos con brillantes trayectorias plenas de éxito y realizaciones, pero también sustentadas en un comportamiento impecable, atendiendo por igual a los ricos y poderosos que a la más humilde de las personas, con calidez, afecto y buenas maneras.

Un ser así fue mi querido y admirado líder Juan Manuel Cavazos Uribe, hombre bueno, parco, justo, entregado a su vocación de representar con dignidad y defender a los servidores públicos del Gobierno del Estado. Juan Manuel hizo de su trabajo un apostolado y me tocó ser testigo, en más de una ocasión, de la forma en que apoyaba a sus compañeros y defendía sus causas.

Nos conocimos cuando era el titular del Departamento Jurídico del Sindicato y el primero, aunque respetuoso por ambas partes, fue un encontronazo en el que ninguna de las dos partes pretendía ceder en una discusión por la permanencia de una persona que a mi juicio había cometido actos de deslealtad a su trabajo, por lo que fue puesta a disposición del área de Recursos Humanos.

Con tan sólo un par de charlas, muy intensas, pero sobre todo muy claras y en un trato de caballeros, pudimos encontrar la manera de conciliar intereses y sentir ambas partes que habíamos sostenido un duelo digno en el que ninguno de los participantes terminaba perdiendo. Con orgullo puedo decir que ambos ganamos, ya que a partir de ese momento trabamos una entrañable amistad que se prolongó por décadas.

Nos veíamos poco, pero siempre con mucho afecto. Atento y pendiente de los amigos, con frecuencia el líder sindical me enviaba algún correo electrónico para comentar algún artículo que había escrito, me daba siempre su opinión clara y me hacía saber cuando disentía de mis puntos de vista con elegancia y respeto, como el caballero que siempre fue.

Luego de que fue diagnosticado con una enfermedad tras la primera recuperación nos sentamos a comer e hicimos planes y proyectos; siempre abierto le interesaban todas las formas posibles de impulsar el sindicato y en ocasiones pedía consejo y ayuda.

Tiempo después le hice saber de una idea para impulsar la imagen de los servidores públicos la cual le interesó mucho; quedamos de vernos para discutirla pero el tiempo se vino encima, se volvió a poner mal y finalmente se nos adelantó en el camino, dejando trunco aquel proyecto.

Como una forma de homenaje busqué hace unos días al nuevo dirigente del gremio, su hijo Ricardo, pero lamentablemente hay cosas que no se heredan y ya el trato en el SUSPE no fue el mismo. De aquel primer encuentro de hace 30 años cuando en menos de media hora después que le solicité una reunión estábamos sentados frente a frente en una mesa, hoy me topé con el muro infranqueable de una prepotente secretaria que me ordenó que cualquier tema a tratar con el líder del sindicato de burócratas se lo hiciera llegar a un correo electrónico.

De nada valieron las explicaciones y el hacerle ver que era un tema delicado que quería ver directamente con el líder del sindicato, de ahí no pasé.

Cambian las formas, cambian los líderes, espero que un día vuelvan a cambiar, ahora para bien, y podamos juntos darle forma a ese proyecto en beneficio de los trabajadores, pero en mucho y también, en recuerdo de uno los mejores representantes sindicales que han tenido los burócratas.



« Francisco Tijerina Elguezabal »