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Opinión Editorial


La marcha del 27, una representación populista


Publicación:26-11-2022
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Desde antes de tomar posesión en 2018 López Obrador se ha dedicado por cuatro años a deslegitimar a las autoridades electorales

Los populistas no aceptan la derrota y sostienen su poder gracias a la polarización y teorías de conspiración. No importa si se trata de un populista de derecha o de izquierda, la narrativa siempre es igual. Se trate de negar los resultados adversos a éste en una elección o se trate del crecimiento de un movimiento de oposición social a su gobierno, la respuesta siempre es la misma. No aceptar los resultados. Mantener el control de la retórica a través de la polarización política y alimentando el sentimiento de sus simpatizantes de que el sistema “no merece su confianza”.  

“Una gran mentira”, así calificó Donald Trump el proceso electoral de 2020 en Estados Unidos, en el cual al final resultaría perdedor, pero sobre el que durante meses sembró dudas que desembocaron en lo ocurrido el 6 de enero de 2021 en el Capitolio. La “gran mentira” se convirtió en un mantra que hasta la fecha sigue haciendo creer a millones de votantes que hubo un fraude gracias a la repetición constante ?aún sin pruebas? de una frase simplona y fácil de recordar aun cuando Trump no haya aportado ninguna prueba para sostener su dicho.  

El rechazo a los resultados, el rechazo a la opinión de la sociedad viene de la mano de la creación de un miedo, infundado, a un daño que se busca hacer contra “el pueblo”. Para creer que hubo un fraude o que el resto miente hay que crear la idea de una conspiración. Un grupo, una élite malvada que “mueve los hilos del sistema”. Estas ideas despiertan en los ciudadanos un instinto básico de defensa contra aquel o aquellos que buscan hacerles daño.  

Luego de las elecciones de octubre pasado en Brasil, el todavía presidente Jair Bolsonaro repite, como receta de cocina, la fórmula de negar los resultados adversos y acusar de elecciones fraudulentas. Igual que Donald Tump, Bolsonaro alimenta a sus simpatizantes con discursos encendidos que les hacen dudar del sistema, a alimentar la desconfianza e incluso, incitar a la violencia. Igual que Trump y otros líderes populistas, Bolsonaro asegura representar a la “gente real”, al “pueblo” que no es escuchado por instituciones “facciosas” que cometen fraude.  

Desde antes de tomar posesión en 2018 López Obrador se ha dedicado por cuatro años a deslegitimar a las autoridades electorales, particularmente al Instituto Nacional Electoral (INE). Usando todo el poder presidencial, la cobertura nacional mediática de las mañaneras ha clamado que el sistema electoral “no merece la confianza ciudadana”, que todos los que han pasado por ahí son corruptos y que aquellos ciudadanos que no apoyan su opinión no son “el verdadero pueblo”. Él representa, como dirá cualquier otro populista en el mundo, a la “mayoría silenciosa”.

En su argumentación, los populistas buscan hacer creer a los ciudadanos que, si ellos representan a la mayoría, entonces no es posible que pierdan las elecciones. Perder elecciones únicamente significaría que hay fraude. Sin embargo, la trampa reside en que la supuesta “mayoría” suele ser más bien una minoría, pero que hace mucho ruido. Como el resto de la población suele no expresarse, la mentira mayoritaria se hace creíble.  

Esa mentira fue expuesta con la marcha del pasado 13 de noviembre. Los cientos de miles de ciudadanos que salieron de forma organizada y pacífica a exigir el respeto a la autonomía de los órganos electorales pusieron en entredicho al presidente y su legitimidad.  Puesta a descubierto la debilidad de la narrativa presidencial sobre el apoyo mayoritario, el presidente decidió hacer lo que todo populista suele hacer en estos casos. Mentir nuevamente y atacar nuevamente con la dicotomía del pueblo contra las élites corruptas y malvadas.  

El acto de propaganda que encabezará el presidente López Obrador el próximo domingo 27 se inscribe en la táctica de su gobierno de atacar a las instituciones electorales que, durante décadas, han tenido una enorme credibilidad y aceptación entre los ciudadanos mexicanos. Si bien el talante autoritario y populista del hoy presidente era claro desde su alegato de fraude y posterior toma de Reforma en 2006, hoy es absolutamente evidente.  

Analista. Twitter: @solange_



« Solange Márquez »