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Opinión Editorial


El Mayo: una historia qué contar


Publicación:05-08-2024
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Como si se tratara de un enigma, El Mayo apareció en los Estados Unidos y nadie en México sabe ni supo cómo logró llegar allá.

Como si se tratara de un enigma, El Mayo apareció en los Estados Unidos y nadie en México sabe ni supo cómo logró llegar allá. El viaje pasó totalmente desapercibido para los organismos de inteligencia del gobierno federal, incluidas las fuerzas armadas. Las agencias norteamericanas realizaron un jaque mate digno de película, que seguramente se incorporará en los manuales de espionaje e inteligencia como un ejemplo de cómo intervenir sin aparentarlo, desconcertando a la contraparte involucrada.

A lo largo de la semana, se ha especulado si se trató de un arresto, un secuestro, una traición o una rendición. Al parecer, hasta el momento, fue esta última opción la que realmente ocurrió. Aunque el abogado defensor de El Mayo alegue que fue un secuestro basado en una traición, parece más una justificación del acto que la motivación intrínseca del mismo.

Creo que, para estas fechas, a más de una semana de la graciosa huida, si hubiera sido traición, Sinaloa estaría bañada en sangre; la ira detrás de la guerra entre facciones del cártel estaría al rojo vivo, a pesar de los refuerzos de las fuerzas armadas que arribaron recientemente a ese estado.

Hasta el momento, solo dos eventos significativos asociados con los hechos han llamado la atención: la profanación de una tumba de Dámaso López, un antiguo miembro del cártel y que inició la desbandada de sicarios detenidos, que se convierten en colaboradores como testigos protegidos para la agencia antinarcóticos norteamericana, la DEA. El otro caso fue la ejecución de Héctor Melesio Cuén Ojeda, un narcopolítico con quien supuestamente se reunirían, ese mismo día, ambos miembros fugados: El Chapito y El Mayo. Este hecho es el más relevante, ya que pudo haber aportado información sobre lo sucedido.

La hipótesis de la rendición de El Mayo, en un principio, no me convenció. ¿Por qué un hombre mayor, acostumbrado a una rutina de décadas, enfermo, desearía pasar el resto de su vida en una cárcel norteamericana? Convertirse en testigo protegido tiene sentido cuando se trata de un delincuente joven, que puede pensar en 5 o 10 años de condena, y luego ser liberado para retirarse a disfrutar parte de la fortuna que amasó y con una nueva identidad derivada de sus servicios como delator.

El Mayo, por su ciclo de vida y su edad, está orientado más al pasado que al futuro, porque una persona mayor es alguien con un largo pasado y un futuro limitado. Respecto a su enfermedad, tenía los mejores servicios médicos disponibles en Culiacán. La narcopolítica imperante en ese estado le permitía andar como si nada, como si fuera cualquier persona normal, y con dinero, por supuesto.

¿Por qué ir a dar lástima al vecino país del norte? ¿Por qué esperar recibir allá mejor trato que en su estado natal? ¿Por qué arriesgarse a que las autoridades norteamericanas decidan hacer lo que quieran con su vida? El ejemplo de lo que pasó con su compadre Joaquín Guzmán es terrorífico; vive un infierno en vida recluido en el penal de máxima seguridad, también conocido como el Alcatraz de las Montañas Rocosas, de donde saldrá solamente con los pies por delante.

Según una versión sugerida por un nieto de El Mayo, la motivación del capo fue su añoranza y deseo de volver a ver a sus dos hijos que radican del otro lado de la frontera, quienes actualmente son testigos protegidos del gobierno norteamericano. Esta es conocida como la hipótesis emocional y, según asegura el nieto, es de gran peso para El Mayo, a quien los años se le han venido encima. Es cierto, una persona mayor padece fácilmente depresión y puede tomar decisiones erráticas considerando su deseo de enmendar culpas.

En la fotografía que ha circulado recientemente, donde supuestamente El Mayo se encuentra en el avión y es detenido, no se le observa alterado, desorientado, sorprendido o enfurecido. Al contrario, la imagen que transmite es la de una persona resignada a su destino, aunque este no sea muy prometedor.

El Mayo no se entregó solamente para tener un emotivo reencuentro con sus dos hijos. El Jefe de Jefes pudo seguir escondido en el Triángulo Dorado; nadie lo habría encontrado porque, además, en México las autoridades no le seguían la pista, no lo perseguían. El legendario capo pudo continuar con su sistema de vida, que le ha funcionado durante décadas, agazapado en lo impenetrable de las montañas, invisible y a la vez poderoso. Con un ejército privado que lo cuida y que da la vida al grito de: "¡Pura gente de El Mayo!".

Dicen los que saben del asunto que la perdición de su compadre Joaquín Guzmán fue pretender ser alguien de fama internacional, un latin lover que hasta la mismísima Kate del Castillo se rendía ante sus encantos. A El Chapo lo atraparon por pretender ser un millonario seductor al que le siguieron la pista hasta que cayó.

El Mayo también tiene su corazoncito; su deseo de trascendencia es una vulnerabilidad narcisista que pocos, con harta fama, dinero y poder, pueden soportar. Hace 14 años reveló esta debilidad propia de cualquier ser humano al permitir ser entrevistado y fotografiado por Julio Scherer, un célebre periodista mexicano. Nadie comprendió entonces por qué había permitido que se divulgara su rostro actual, considerando que las autoridades le habían perdido la pista desde décadas atrás. Esto lo volvía más vulnerable, a pesar de estar escondido en el sigilo de las montañas.

Mi hipótesis de la rendición de El Mayo se basa en su deseo de trascendencia: quiere sentir que su vida valió la pena, que tuvo múltiples aventuras como fugitivo de la ley, que fue un hombre de familia como los grandes capos; decenas de políticos se rindieron a sus pies, fue una figura tan poderosa que podía decidir entre la vida y la muerte de sus enemigos, fue forjado a la antigua como un hombre de palabra, enemigo de los traidores.

El Mayo tiene una gran historia que contar; aún tiene tiempo para hacerlo, y encontró los interlocutores idóneos para que cada palabra que salga de su boca se vuelva poderosa desde la perspectiva de la ley, y finalmente se haga justicia, especialmente contra narcopolíticos y narcoempresarios que viven holgadamente, aparentando ser personas honorables y recibiendo reconocimientos de la sociedad, mientras que él, El Mayo Zambada, que como padrino los encumbró y enriqueció, ahora será recluido y olvidado en el laberinto de la historia.

Para que ello no ocurra, para que el nombre de El Mayo no se extravíe y se pierda en la memoria, hoy tiene una historia que contar que traerá grandes repercusiones, especialmente para los poderosos vinculados con el crimen organizado. ¡Agárrense porque esto se va a poner más bueno!



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