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Opinión Editorial


El camino a Nuevo México


Publicación:20-05-2024
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La fundación del Nuevo Reyno de León fue encomendada a don Luis de Carvajal y de la Cueva.

La fundación del Nuevo Reyno de León fue encomendada a don Luis de Carvajal y de la Cueva. Al escribir estas líneas a más de cuatrocientos cuarenta y tres años en la línea del tiempo, aún así el uso del vocablo "don" sigue resonando con aquella aura de respeto y temor que infundía entre sus vasallos.

Administrar la conquista del Nuevo Reyno de León no fue tarea fácil, don Luis requirió de colaboradores de confianza, tres eran sus lugartenientes, todos ellos también merecedores del distintivo "don": don Diego de Montemayor, don Alberto del Canto y Díaz de Vieira y don Gaspar Castaño de Sousa.

El proyecto de conquista del noreste de México planteado por Luis Carvajal y de la Cueva al rey Felipe II, fue llevado a cabo durante la década de los años ochenta del siglo XVI, finalmente fracasó, don Luis fue llevado a prisión y los seguidores se sintieron atemorizados; la segunda fundación de la Villa de Santa Lucía cayó en desgracia, la pequeña aldea hoy Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey, fue despoblada hacia el año de 1587.

Un personaje de gran interés para la crónica de los albores del Nuevo Reyno de León, fue sin duda, la participación de Gaspar Castaño de Sousa, lo que sabemos de su biografía es muy limitado, pero sus aventuras, su papel de explorador y conquistador, realmente asombra considerando el arrojo por descubrir tierras inhóspitas.

Sabemos que nació en Portugal, cerca de la frontera con España, luego su pasado esclavista compartido con su inseparable amigo Luis Carvajal y de la Cueva, lo motivó a acompañarlo en el periplo por las tierras del otro lado del océano Atlántico. Posteriormente le fue encomendada el área noreste del Nuevo Reyno de León.

Su fama de esclavista se propagó así como su carácter evasivo como posible judío converso. Después de que Luis de Carvajal y de la Cueva fue hecho prisionero en una mazmorra de la Ciudad de México, Gaspar Castaño de Sousa entró en pánico, sabía que sería el  siguiente en la lista, así que con engaños y un poco de persuasión motivó a los residentes de las minas de Nuevo Almadén, hoy Monclova, Coahuila, para que lo acompañaran en una aventura donde podrían prosperar como nunca antes.

Los colonos liderados por Castaño emprendieron la travesía, en una extensa caravana compuesta por 170 habitantes, una mañana del domingo 27 de julio de 1590. No era la primera exploración hacia el norte del río Bravo, dos previas ya habían recorrido el trayecto pero de menores proporciones: la expedición de Chamuscado y Rodríguez (1581-1582), y la de Antonio de Espejo, que igualmente interactuaron con los indios Pueblo, y fue llevada a cabo entre los años 1582-1583.

Avanzaron inicialmente 67 leguas hacia el norte, llegando al Río Bravo, donde actualmente radica la ciudad de Río, Texas, cruzaron una corriente que en esa área es de baja profundidad, por lo que el peligro fue menor.

De Río, Texas, siguieron hacia el noroeste, llegando a lo que hoy es Shefield, recorriendo 52 leguas; luego, continuaron en esa misma dirección 92 leguas para alcanzar el río Pecos, donde en la actualidad se encuentra la ciudad con el mismo nombre. Siguieron su marcha hacia el oeste, caminaron  otras 85  leguas, hasta Las Cruces, en territorio de Nuevo México.

Junto al cansancio del largo trayecto, el frío comenzó a sentirse más intenso, habían pasado seis meses  de caminatas agotadoras y aún faltaban 75 leguas para llegar al puesto de avanzada en Albuquerque. Hasta el momento no habían descubierto ningún área propicia para la minería, en el trayecto encontraron pueblos originarios amigables, otros muy hostiles. En varias ocasiones fueron atacados y asesinados especialmente los miembros de avanzada, que exploraban previamente el terreno para fungir como guías.

Llegaron a Albuquerque y el frío era insoportable, eran temperaturas de dos dígitos debajo de cero. Nadie contaba con la vestimenta adecuada para enfrentar unas condiciones así. Los ánimos habían caído en la desilusión, pero estaban llegando ya a un nivel de rebelión. Pero Castaño de Sousa además de hiper autoritario, era aferrado a sus ideas, y ordenó seguir hacia el noreste con la esperanza de encontrar esas riquezas que buscaban, siguieron a marcha forzada por 21 leguas  hasta llegar a Santa Fe.

Lograron sobrevivir al invierno, pero justo cuando se aproximaba el inicio de la primavera, la suerte de Castaño de Sousa empezó a declinar. El día viernes 15 de marzo de 1591, a temprana hora,  llegaron al pueblo de Santo Domingo, cerca de Taos, Nuevo México,  el capitán Juan Morlete con cincuenta hombres de la fuerza, venían comisionados por el virrey don Luis de Velasco, para llevarlo preso.

Juan de Carvajal, José Rodríguez y Francisco de Mancha notificaron al teniente que en el pueblo había llegado gente a buscarlo. La escena fue descrita por el cronista de la siguiente manera: "entendido el caso (Castaño de Sousa), se fue a más priesa de la que traía, por no entrar de noche. Y llegado que fue, se fue por un lado de la plaza del dicho pueblo, y el capitán Juan Morlete estaba en el medio de ella e paseando a las de su alojamiento; se saludaron, y habiéndose apeado, se vino a donde el capitán Morlete e su gente estaba, y el dicho capitán viendo venir al dicho teniente, se fue a él con toda su gente junta en un cuerpo, e se saludaron e abrazaron el uno al otro... el dicho capitán le dijo al dicho teniente de gobernador se diese por preso, y él le respondió que fuese muy enhorabuena, pues que la voluntad de su majestad era ésa... y el dicho capitán Juan Morlete (a quien acompañaba fray Juan Gómez) le mandó echar unos grillos...".

Los cargos en contra de Castaño de Sousa fueron por esclavizar indios, despoblar una villa, y fundar otras sin autorización del rey, invadiendo la jurisdicción de otros reinos. Fue desterrado a China (realmente eran las Filipinas), luego fue absuelto por los cargos ya referidos, pero no pudo regresar a la Nueva España  debido a que falleció en altamar, cerca de las Islas del Maluco, en Indonesia, en una galera donde se llevó a cabo una rebelión.

La caravana regresó de Nuevo México a Santiago de Saltillo, estando a cargo el capitán Juan Pérez de los Ríos. Después de un viaje de 302 leguas (1,500 kilómetros), el grupo de colonos permaneció por un lustro sin mayores andanzas, hasta que llegó don Diego de Montemayor, para entusiasmarlos con la refundación de la Villa de Santa Lucía.

Hay que destacar que la mayoría de los fundadores de la Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey en 1596, viajaron previamente con Gaspar Castaño de Sousa en aquel recorrido épico por las tierras de Nuevo México.



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