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Opinión Editorial


Corrupción a modo: ideología conservadora


Publicación:04-09-2024
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Un uso demagógico de una causa consiste en simular tomar lo que una causa representa y defiende para buscar notoriedad y "curarse en salud"

Pasen y vean

Ya saben de qué se trata

Aquí está el mando supremo, la flor y nata

Si precisan destrabar o torcer un dictamen

Aquí habrá alguien que conoce a alguien que conoce a alguien

Fiesta en lo del Dr. Hermes, El cuarteto de Nos

Por más que en México se hable de buscar la justicia, las garantías individuales, los derechos de los ciudadanos, la neutralidad y autonomía de los poderes e institutos de la sociedad civil, ahora que, curiosamente este discurso es retomando por el bloque conservador, es necesario repasar algunos aspectos del uso demagógico de dichas causas. 

Un uso demagógico de una causa consiste en simular tomar lo que una causa representa y defiende para buscar notoriedad y "curarse en salud" apareciendo en el escenario como una persona o grupo político bondadoso: libertad de expresión, derechos humanos, protección de las minorías...entre las causas más abanderadas, con tal de aparecer como una persona o grupo político sensible, de "buen corazón", que sólo busca lo mejor para todos. Esta fachada encubre otros tantos intereses: control absoluto del poder, protección de los monopolios, condonación de impuestos millonarios, cargarles la mano a los ciudadanos, privatización de las ganancias, popularización de las deudas, hasta pactar con el crimen organizado, o liberar a un "pez gordo" o a un hijo suyo.

El conservadurismo tiene como ideología, según la expresión de Carlos Monsiváis, a la hipocresía, es decir, el moralista que es en realidad un perverso. Que como dice una cosa hace otra: habla de libertad, de igualdad de derechos entre hombres y mujeres, entre patrones, empresarios y empleados, entre gobernantes y ciudadanos, pero en la práctica le fascina el poder absoluto. Algunos incluso llegan a sostener delirantes discursos respecto a que las masas, los ciudadanos a los cuales les borran los atributos singulares, no saben decidir lo mejor para ellos, así que deben ser sometidos y controlados en todo momento, a fin de poder garantizar la paz social y financiera. ¡Claro! para ellos y sus aliados, no para todos. Por esa razón les fascina la competencia desleal, no la legal y justa para todo participante, sino los atajos, los conocidos de conocidos que tienen palancas, siguiendo la siguiente lógica: si el bloque conservador tiene amigos y hace corrupción a modo, entonces son muy inteligentes, muy vivillos, están haciendo grandes negocios a través de la manipulación, el cabildeo, la relaciones, el márquetin, los bloqueos, pero si no lo pueden ejercer, entonces se están pisoteando sus garantías individuales y la autoridad es un mal gobierno. Como si lo que en realidad esperaran es: "déjenos ser corruptos, es más, seamos corruptos todos, esa es nuestra naturaleza, además es por el bien de todos" Por eso no es raro que su estructura subjetiva, psicológica sea la perversión: se ven a sí mismos como dioses, identificados con los hacedores de un orden más puro y superior, donde todo lo que desean es controlar y explotar todo, para beneficio de unos cuantos y para el resto de la población, a la cual sólo ven como una mercancía, les espera pagar las consecuencias de los actos de los otros, los corruptos-conservadores. 

Los quehaceres del conservadurismo buscan realizarlos a puerta cerrada, en lo obscurito, a condición de tener en la apariencia de la empresa, la familia, la oficina y en los gobiernos que encabezan, principios de etiqueta y protocolos bien establecidos, para que nada se salga de control y se vea feo: cada uno en lo suyo, un orden y una república simulada, candidatos de unidad, simulación de diálogo y participación libre y democrática, pero teniendo ya todo bien acordado y firmado antes. A menudo encuentran mucho eco en algunos grupos de todas las religiones: debido al control y la simulación como fachada, para buscar someter y explotar a conveniencia a las personas.




« Camilo E. Ramírez »