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La misericordia de antaño

Publicación:28-12-2025
TEMA: #Agora
¡Un año más de vida!, si pensamos en quienes no pudieron vivir más allá de los cincuenta, o menos: ¡somos doblemente afortunados!
¡Un nuevo año: nuevas vivencias!
Olga de León G.
Nunca he sido, no lo fui en el pasado, ni creo que lo seré en el futuro, una persona que se detenga, al término de un año que se acaba o al inicio del que está por comenzar, a pensar en los asuntos que le gustaría planear o realizar en ese nuevo período de la vida personal, profesional o laboral que a todos se nos ofrece cada cierto período de días y meses. Quizá no sea caótica mi determinación; tal vez pienso en ello, pero no lo exteriorizo, ni soy esclava.
Ciertamente, me parece que prefiero dejar que los sucesos sigan un curso natural y no uno impuesto por mí. Tal vez, porque pienso que de cualquier forma mi vida sigue una ruta que le marcan mis preferencias y mis acciones, en consecuencia, con lo que soy y suelo hacer cada día.
En síntesis: no me encasillo, pero tampoco doy saltos o vuelcos sin razón o motivo sustentables. Lo que no significa que no quisiera ser -un poco o por períodos- de otra forma: más ordenada, estructurada y planificadora de mi vida hasta donde el destino me lo permitiera. Admiro a quienes sí lo son; al grado de esforzarse por cumplir sus metas. Sin embargo, nunca forzaré los hechos para cumplir con algún propósito. Pienso que soy flexible, quizás porque mi vida es sencilla y poco ambiciosa.
Y, no obstante, aquí estoy, pensando en cómo será el año venidero, qué me depara el destino, qué podré realizar y qué no (siendo realista y empática con mis limitaciones, especialmente las de la edad). Por lo mismo, mis ideas y mi pensamiento en lo general y lo particular tienen sensatez y se ajustan a mi andar: no corren ni sueñan con lo inalcanzable, en suma: aspiro a "lo que venga", con tener salud, fortaleza y que siga en este mundo sorprendiéndome cada día por lo inaudito o insólito y lo repetitivo o monótono e igual, como si fueran una y la misma cosa.
¿Estaré siendo totalmente honesta, en realidad? ¿Acaso nunca planeé qué lograr cada año o cada cierta etapa? Yo creo que sí, solo que las sorpresas que la vida nos dio me condujeron a cambiar el modo de pensar.
Cuando tenemos menos de veinte años, nuestros anhelos y sueños son unos muy diferentes de cuando ya has cumplido cuarenta o ligeramente más. Y, si has tenido la suerte de llegar a cincuenta o sesenta años, los sueños estarán realizados y los que no, tomarán su curso y a un ritmo diferente. Cuando llegaste a los setenta, empezarás a agradecer por los años vividos y los sueños realizados... Pero, seguramente, si hay salud y fuerzas, quizás ahora podamos volar, al menos con las ideas y las palabras impresas que dan vida a aquellas: ¡la vida es hermosa! Y más, si sabemos vivirla.
¡Un año más de vida!, si pensamos en quienes no pudieron vivir más allá de los cincuenta, o menos: ¡somos doblemente afortunados!
Aunque, tal vez, esa oportunidad de vivir más de setenta años es la misma que nos arraiga a estar con los pies en la tierra; y los sueños volando por encima de nuestras cabezas, o con suerte, viajando con las estrellas y la luna. Escribir me ha brindado la gran oportunidad de trascender en el tiempo y en el espacio, especialmente, cuando logro un texto que llegue a más corazones y cerebros, que solo los míos: recóndito anhelo de todo escritor, incluso de los que, por modestia o prejuicio, lo niegan. ¿Qué propósito tendría escribir, si no fuera para que otros lo lean?
Que el año que está por llegar, nos traiga abundante salud, unión y armonía en las familias y las diversas comunidades, momentos de alegría y felicidad para todos, pocas tristezas y retos interesantes que nos permitan crecer en lo personal y como sociedad. Obviamente, que la economía se tiente el alma y no nos lastime más; que la pobreza sea menos cada día, aunque los ricos también sean menos pero más sensibles ante los que tienen mayores carencias. Que la verdad y la justicia prevalezcan sobre el engaño y los abusos (vengan de donde vengan). Que los credos y religiones sean una, unan y apoyen a sus feligreses y no sean motivo de pugnas ni diferencias. Que los políticos dejen de mentir y busquen el bien común, antes que solo su propio beneficio.
Para mí y seguramente para muchos más, esto es un sueño, lo sé. No me engaño, pero aun a mi edad, tenemos derecho a soñar y buscar que sueños como este, se vuelvan una realidad
Esos son algunos de mis mejores deseos para que se cumplan desde el inicio del próximo año, 2026. Que en sus hogares prevalezca la armonía, fe y esperanza en un mundo mejor: ¡Feliz Año Nuevo 2026!
La rosa de Sarón
Carlos A. Ponzio de León
Yo soy Carlos Alejandro Ponzio de León. MI nombre es fuego de ultratumba, misericordia y perdón, sacio el hambre del desvalido y hago trizas al poderoso.
Yo soy el azul del cielo en la frente del universo. Soy la amapola y el lirio, la tumba y la creación, el ir y venir de las olas, la traición y el contrabando, el rugir del león y el colmillo del tigre. El principio y el fin. El Todopoderoso, el desgarriate de desgarriates, el infarto y el cáncer, la muleta y el salto, el perdón y la ilusión. La salud y la felicidad, el vino y el champán.
"Brinca la tablita yo ya la brinqué, bríncala de nuevo yo ya me cansé. Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis".
La perfección del nido y el impulso de las olas, la conmiseración para el afligido, la nostalgia y la salud. La muerte y la burocracia, la calumnia y el odio, el tren de acero y el ferrocarril de madera. La corrupción y la anticorrupción. "Treinta años de sueldo, lo permitido". El destape y la ensoñación. La vida y la muerte, el renacer, la resurrección y la reencarnación. "Todos para uno y uno para todos".
La lentitud de la tortuga y la rapidez del leopardo, la amapola sabia y la luciérnaga cariñosa. Abre las piernas, querida, que voy a penetrar tu pozo de aguas vivas (Cantares 4:15). Yo soy el Verbo Encarnado, el sabio, el que tumba los árboles secos e irresponsables, al corrupto de nacimiento, al enfermo de la sangre, al odioso y mentiroso, al poderoso y al falso.
Escucha el temblor de los huesos. Soy el que ordena: "sácalo de su cueva, que enfrente su verdad y se haga responsable por sus actos". El tiempo del juicio ha llegado. Soy el que separa las serpientes del ganado, las ovejas de los cabritos, las enes de las eñes, las notas rápidas de las notas lentas, los violines de las violas, los alacranes de las serpientes, los jitomates de las verdolagas, la luz de las tinieblas, el principio del fin, la luz de la guerra, la oscuridad de la paz.
Soy el que condena y mancha eternamente las descendencias. El que maldice a los hijos y a los hijos de los hijos y a los hijos de los hijos de los hijos. El que sacia la sed, el del Agua Bendita. Soy la Paz del Mundo, El Principio, el Fin, el que ordena a Satanás: "Abandona a tu descendencia y toma el camino hacia tu destino".
Soy la multiplicación y la división, la suma y la resta, el área y el volumen, el radio y la circunferencia, el racional e irracional, la física y la química, la gracia y la desgracia, la tormenta y la ensoñación, la caricatura y la realidad. El semen de la eternidad.
Los jóvenes descalzos, la Maricruz y Magdalena, mi mujer, mi amante, mi novia y mi amiga: fue. Juan: mi novio, mi amante, mi amigo y mi compañero: fue. Fin de la guerra y Principio de Paz. Alucinación alucinógena. Soy el que decide "no convidar a los malvados". La quimera y la realidad. El año y el día, la hora y el minuto. La gracia y la desgracia. El Ajedrez y el Go. Salto, salto y salto.
La Palabra Bendita, la mar y el río, el lino y el tulipán.
Yo soy el que viene entre lirios, el que pisa los montes como ciervo enamorado, el que penetra la hendidura de la peña donde tu humedad guarda la memoria del Edén. Yo soy el susurro de tu corazón, la voz que despierta a su amado y a sus amadas en la noche, el perfume que sube como columna erguida de mirra en el desierto, causando olas en las curvaturas de tu cuerpo. Yo soy el que no duerme contando las estrellas, conociendo sus nombres, desnudándolas hasta apreciar su fuego, el que enciende las lámparas de las vírgenes sabias. Yo soy el que abre y luego te llena, el que te cierra y siembra en tu piel el trigo de poros abiertos, el que recibe tu rosa cuando otros la vieron ceniza. Yo soy el canto que no se apaga, tu gemido en la última vigilia, el que danza entre tus piernas y llora por los corazones que no me conocieron. Yo soy el que compró con sangre lo que el oro no podía alcanzar, el que penetra tu pozo de aguas vivas, el que bebe del cántaro de la samaritana. Yo soy el amado cubierto de rocío, el que hizo temblar la tierra, el que escribe en la arena, el que ha: finalmente regresado.
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