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Atlantis Inmortal



Publicación:13-04-2025
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La leyenda sobre Dios y su existencia

Olga de León G.

Dios no es leyenda. Dios existe o no existe, según cada creyente y su religión o la ausencia de ella. Pero, hasta quienes se dicen ateos, son o pueden ser religiosos; es decir, actúan conforme su creencia o moralidad, que ser ateo o agnóstico no implica la ausencia de cierta religiosidad, la cual muchas veces ostentan con auténtica honorabilidad, mayor que la de algunos creyentes.

No sé a ciencia cierta qué es lo que me impulsa hoy a tratar sobre este tema que puede ser muy escabroso, para quienes se asustan de todo o no saben pensar por sí mismos. Como ser pensante que soy, y que además estudié la carrera de Filosofía, es simple y llanamente un tema más, quizás sí delicado y de hondas profundidades filosóficas y espirituales. Que considero debe tocarse con cautela y ciencia, por más alejado que pueda hallarse de esta. 

Se dice que Einstein, el científico, sí, se declaró creyente en un dios único, a pesar de las profundidades de la ciencia, en las que se movió; o quizás precisamente por eso, como un acto de humildad y reserva sobre lo que sabía y lo que no alcanzaba a saber.

Cuando en lo personal me preguntan si soy creyente o no, mis respuestas pueden variar según la circunstancia por la que atravieso. Sin embargo, estoy cierta de que las dudas me agobian cuando miro el mundo y me percato fácilmente de las abismales diferencias económicas y desventajas en que transcurren las vidas de los poderosos frente a las de los más pobres, sean o no siervos o sirvientes de los ricos, por la desgracia e infortunio económico en que vive la inmensa mayoría de pobres.

Los ricos, en lo general, viven seguros de que tienen pagada su entrada al reino de los buenos, al cielo, cuando mueran. Algunos de vidas non muy santas, tienen la certeza de que el dinero todo lo compra: hasta el perdón de Dios, a través de la iglesia y el párroco con el que acuden a la confesión, o simulacro de tal.

    Por otro lado, uno que me gusta mucho más, me impresiona la maestría narrativa y la gran altura creativa con la que algunos escritores tratan estos temas dentro de sus cuentos, como sucede con Juan Rulfo. La presencia de Dios, de un dios inalcanzable y bastante disparejo en la repartición de dones y gracias, queda expuesto con grandilocuencia, en los cuentos de El Llano en llamas, como en: "Diles que no me maten", o "Luvina", cuando el protagonista, le pregunta a su mujer: "¿En qué país estamos, Agripina? (tradúzcase a ¿Dios, qué país es este?)

    Y, Agripina fue a buscar a Dios a un jacalón derruido que alguna vez fue un templo, porque no tuvo fortuna al no hallar nada para comer, ni dónde pasar la noche con sus hijos y su marido, humilde profesor rural... que fue allá con sus ilusiones de enseñar a los niños.

    Igual siguen buscando muchas almas con sus cuerpos al Dios bondadoso que se acuerde de ellos, algún día... Y, el día no llega nunca... primero se mueren. Y, aún así, los fieles no pierden nunca la esperanza. 

    A dónde se fue Dios, por qué no baja del cielo y se da unas vueltecitas por acá donde tanta falta hacen sus milagros. Pero, milagros de los que dan de comer y visten y regalan sonrisas en las esquinas. Yo no lo veo por ninguna parte: ¿me habré quedado ciega? O, ¿es que a Dios no se le ve con los ojos del cuerpo? Y, si algunos solo tenemos de esos ojos...

    Crecí agobiada por los pecados, por los que nunca he cometido, pero sufrí de niña pensando que pensar era malo, mas yo no podía evitarlo: pensaba, me preguntaba y dudaba de tanto. 

Este mundo es de los poderosos, ellos dictan las normas de vida y quienes vivimos sin seguirlas, o siguiendo solo las elementales y haciendo nuevos códigos de conducta que no nos atormenten por pensar y saber y querer saber más, ¿a dónde iremos después de muertos? ¡Dios, en dónde estás! Acaso, ¿eres una gran mentira? Existes solo para los ignorantes y los de fe ciega: ¡por qué discriminas! ¿Quién eres? ¿En dónde estás?

    Se tan poco, pero esto último, sí lo sé. Supongo o quiero pensar que cualquiera se da cuenta de que: ¿quién eres y en dónde estás? Son preguntas retóricas... Cualquiera que me conozca o, simplemente, sepa leer: Me entendió.

    

    

La alquimia de la noche

Carlos A. Ponzio de León

    

    En cuanto a Dios, debo decir que Él mismo ha llenado el mundo y la vida: de trampas. Para que aquel que no use, al mismo tiempo, la razón, la sabiduría y la fe, perezca irremediablemente. En la vida, nada es seguro, como hemos visto que se ha desenvuelto la historia de la humanidad, excepto entre algunos elegidos: ("Living Proof", Bon Jovi), y que son excepciones que han podido descubrir los secretos dejados como pistas en diversas obras de arte: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Así es que cada secreto está escrito en alguna parte: una línea por aquí y una línea por allá.

    ¿Cómo puede Resucitar alguien que no ha muerto en vida? Esto es algo que sobrepasa, por millones de años luz, a la imagen del Bautismo. El precio es alto; pero alcanzable es; solo hay que pagar el precio. ¿En qué moneda se paga? Ciertamente, el Cielo no necesita gente que no es esforzada. Ni tampoco necesita a todos a quienes Dios ha utilizado para sus propósitos. Cada uno recibe su premio según sus obras. He ahí la conquista de El Incrédulo. Por primera vez reconocido y premiado con la vida de acá y en la vida de allá. Dotado con su propio Jardín de la Delicia por cuyos bajos fluyen arroyos y donde se puede descansar eternamente satisfecho por efebos de eterna juventud y mujeres de pechos hermosos.

    ¿Qué es todo esto que estamos viviendo? Algunos siguen incrédulos, buscando pruebas claras. Otros han encontrado respuestas. Unos pocos esperan el desenlace. Algunos más viven la denominada Gran Humillación antes del Hermoso Amanecer. (Alí: Libera a tus mujeres: las estás condenando a no alcanzar la Vida Eterna. Quítales ese velo y déjalas decidir por sí mismas). De cualquier manera: "We Pray", con Coldplay. Y recen porque Virgilio gane.

    Se escucha desde los audífonos con los que escucho música mientras escribo: "El Rey de la Gloria", con Hakuna. "El Monte del Señor, el Recinto Sacro. De Puro Corazón. Que no confía en los símbolos ni jura contra el prójimo en falso". Ahí está Dios con su misericordia. ¿Viste, Efraím?

    Un poco de poesía: Tartamudea la sombra, esquiva la yugular, se siembra la muerte bajo sus pies, el escondite sale de su escondite. La ambición proclama. Cierta vejez despectiva. La acumulación de gaviotas. El misterio. La recreación de la cigüeña. La encantada sombra tras las orquídeas. El calor arrecia a las nueve treinta de la noche. Esto parece el desierto. La tempestad se esfuma por la puerta. El miedo arde. El cansancio hace mella.

    A través de los audífonos puedo escuchar la canción "Mammy Blue", con José Merce. "Papá: ¿crees que yo vaya a tener un hijo con alguna princesa?". "Tal vez, hijo".

    El Misericordioso, el Clemente, el Compasivo, el Sabio, el Loable, el Poderoso, el Omnisciente, el Munífico, el Rey, el Santísimo, el Guardián, el Dominador, el Soberano Supremo. Dios tiene muchos nombres. Algunos dicen que son cien; pero que su nombre número cien es solo un misterio y nadie lo conoce, excepto a quien Él se lo revela.

    "Señor, yo no lo quiero revelar; es una blasfemia". "Calla, Charlie. Levántate y ve al lavabo, lávate las manos para deshacerte de la maldición y no caiga sobre ti. Ya verás". Me levanto de la computadora, cruzo la sala de la casa paterna, un corredor de sillones que da a una puerta corrediza, luego cruzo el recibidor donde mi Padre ve televisión adormilado por la enfermedad, hasta que llego al medio baño de la casa. Abro el grifo: agua fría. Coloco mis manos bajo el correr cristalino. Tomo el jabón y enjabono mis manos. Una y otra vez, ansiosamente. Luego las enjuago. Seco con la toalla. Salgo en busca de una crema, pues el lavado ha dejado sus marcas sobre la piel. "Limpio estás", escucho decir su voz.

    Las paredes se encienden con frases luminosas. Brillos que fueron olvidados, pero que ahora son recordados, para el impertinente y para el cauto, para el que busca y para el que ha encontrado. Para todo Ser Viviente. La alquimia de la noche se hace lumbre que refresca. Fuego líquido y sabia sin sabor a leche.

    "Y no hay secta o grupo de entre el pueblo del Libro que no crea en él antes de su muerte; y en el Día de la Resurrección, él (Jesús) será un testigo en su contra" (Corán 4:160. Traducción bajo el auspicio de Hadhrat Mirza Tahir Ahmad).

    "Ahora, diles, Así y Asá: Yo, quien Soy el que Soy, revelo mi nombre número cien. Y ese es: "El Gran Culero". Es todo, Charlie". Así y asá, pues, ha sido escrito.

 



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