Baghead: Contacto con la Muerte – Las mismas formas de hacer terror

El terror sigue ofreciendo terreno fértil a cineastas y guionistas para experimentar con sus tropos, como es el caso de "Baghead: Contacto con la Muerte", ópera prima del director Alberto Corredor, que mezcla el luto y la pérdida con las posesiones y demonios, dos de los temas más empleados en este cine, pero que no profundiza en ellos, terminando como una más del género.

La película sigue a ´Iris Lark´, quien, tras la muerte de su padre, hereda un bar viejo y desahuciado, pero que en lo profundo de su sótano, guarda un oscuro secreto que podría costarle la vida a ella y a sus seres queridos.

A través de imágenes deslavadas, colores opacos, ruidos altísimos y sustos de golpe, Corredor construye su película con el fin asustar a la audiencia, no obstante, siendo los trucos más gastados del horror, la fórmula espanta, pero no aterroriza, es decir, no consigue ser memorable para el espectador.

Al tratar a sus personajes y conceptos centrales de manera superflua, como un vehículo para llegar a los sustos, la película no logra amarrar una historia consistente, quedándose relegada junto a decenas de filmes que apenas y lo intentaron.

Con la tendencia actual del cine de terror, parece que cada vez queda menos espacio para el cliché, para los personajes poco construidos y las tramas sin fondo, producciones cuyos días de gloria ocurrieron hace más de una década.

"Baghead" remite a un cine de horror que ya no se ve, y por tanto, ya no se hace, uno que tenía su brillo en lo simple, en asustar y nada más, sin embargo, son otros tiempos y, aunque no se exija complejidad, sí se piden nuevas ideas y, sobre todo, nuevos personajes.

Director: Alberto Corredor

Reparto: Freya Allan, Jeremy Arvine, Ruby Barker, Peter Mullan, Anne Müller