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Irak, entre violencia sectaria y la yihad

Irak, entre violencia sectaria y la yihad


Publicación:20-03-2023
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Las perspectivas inmediatas siguen siendo sombrías.

BRUSELAS, Bélgica.- Irak, el segundo frente militar abierto por Estados Unidos en represalia por el derribo de las Torres Gemelas de Nueva York con aviones terroristas kamikazes, sigue siendo un importante semillero del extremismo islámico , 20 años después de la incursión armada estadounidense.
Desde la guerra de 2003, la nación además ha transitado por algunas de las páginas más oscuras de su historia moderna como resultado de la violencia sectaria entre chiitas y sunitas y el completo abandono de otros grupos ante el exterminio, como los turcomanos, yazidíes y cristianos.
La situación se ha visto agravada por escándalos de corrupción, los peligrosos efectos secundarios de la guerra civil en la vecina Siria y la creciente influencia de Irán. De acuerdo con informes de inteligencia filtrados a la prensa en 2019, Teherán se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida política, económica y religiosa, convirtiendo a la nación vecina en "una puerta" de proyección de los intereses iraníes.
Las perspectivas inmediatas siguen siendo sombrías. La organización especializada en solución de conflictos International Crisis Group (ICG) clasifica a Irak entre las 10 mayores crisis a seguir en 2023. El organismo, con sede en Bruselas, sostiene que se respira cierta calma desde octubre pasado, cuando se aprobó el gabinete del primer ministro Mohammed Shia al-Sudani y se puso fin a la parálisis política existente desde las elecciones parlamentarias de 12 meses antes. A pesar de ello, la inestabilidad continúa latente, la distribución de poder y de recursos entre los chiitas, sunitas y kurdos puede hacer estallar la tensión en cualquier momento.
"Ninguno de los desafíos políticos, sociales y económicos de Irak es insuperable, pero el gobierno de Sudani tendrá que cambiar de rumbo si quiere asegurar un futuro mejor para el país. La gobernabilidad clientelista tiene sus límites", indica ICG. "La alternativa es peor: conflictos sociales endémicos que alcanzan su punto máximo en estallidos violentos, como los vistos repetidamente en los últimos años".
A Bagdad se le agota el tiempo: para 2030 la población llegará a 50 millones, un incremento de 10 millones en una década; el suministro de agua está disminuyendo y la crisis política que experimenta la región autónoma del Kurdistán está despertando los fantasmas de la guerra civil kurda de mediados de la década de 1990.
"Los arquitectos de la invasión de Irak en 2003 tenían la gran visión de transformar el Medio Oriente a favor de los intereses estadounidenses. Dos décadas después, está claro que la operación fue un fracaso", dice en un análisis Joost Hiltermann, director de programa para Medio Oriente y África del Norte de ICG.
La madrugada del 18 de diciembre de 2011, los 500 elementos del Equipo de Combate de la Tercera Brigada de la Primera División de Caballería del Ejército de EU abandonaron el campamento Adder, en el sur de Irak, sin notificar a sus colegas iraquíes. El convoy se desplazó hasta cruzar la frontera de Kuwait. Con esta operación secreta, Washington puso final a su aventura en Irak, iniciada nueve años antes con el argumento de que el dictador Saddam Hussein almacenaba armas de destrucción masiva.
El peligroso arsenal, denunciado ante la ONU por el entonces mandatario estadounidense George W. Bush para justificar la invasión de la nación del golfo Pérsico nunca fue encontrado.
Hussein fue derrotado, capturado y ahorcado; EU se retiró en 2011 con un saldo de 4 mil 700 soldados muertos y más de 100 mil civiles iraquíes muertos.
Tres años después, las tropas estadounidenses volvieron a Irak en una nueva coalición contra el terror; 83 naciones se sumaron a los esfuerzos por erradicarlo en todas sus formas.
El vacío de poder creado por el retiro estadounidense permitió al Estado Islámico (EI), fundado por el viejo componente de Al-Qaeda en Irak, tomar el control de territorios en forma de califato. Desde ahí orquestaron numerosos ataques en urbes europeas, desde Niza y París hasta Bruselas y Manchester.
En 2019 el gobierno británico declaró oficialmente la "derrota territorial" de Daesh. El clan extremista perdió ese año su último territorio —llegó a controlar 110 mil kilómetros cuadrados en Irak y Siria, habitados por unas 7.7 millones de personas—.
Sin embargo, la batalla ideológica y fundamentalista continúa. El terror que W. Bush prometió erradicar aún es una amenaza. Irak es el séptimo país más impactado del mundo por el extremismo, de acuerdo con el Índice sobre Terrorismo Global 2023. En 2022 la nación contabilizó 401 ataques, con 174 muertos y 339 heridos. En total, el radicalismo se cobró la vida de 36 mil 551 personas entre 2007 y 2022.
Las fuerzas militares son el blanco primario de la organización fundada presuntamente por Hamid Khalil al Zawi, quien falleció en 2010, responsable de 76% de las muertes totales. Además del EI las fuerzas iraquíes enfrentan la insurgencia del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), responsable de 29 ataques y nueve decesos ese año.
El Instituto para la Economía y la Paz, con sede en Sidney, Australia, afirma que "si bien las actividades del EI han disminuido significativamente desde que el gobierno declaró la derrota militar del grupo en 2017, es evidente que la amenaza a la seguridad regional no ha desaparecido".
Sostiene que el Estado Islámico continúa operando en zonas remotas de Irak y Siria, a la espera de explotar las oportunidades generadas por la inestabilidad política y el malestar social.
La guerra también heredó una crisis humanitaria que lejos está de quedar atrás, incluso cuando oficialmente la nación transita hacia la fase de desarrollo.
El último informe de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos estima que cerca de 1.2 millones de civiles siguen desplazados internamente y 2.5 millones de personas necesitan algún tipo de asistencia humanitaria; alrededor de un millón enfrentan una situación crítica.
UNICEF asocia la actual crisis humanitaria al legado del conflicto librado con el EI entre 2014 y 2017. El control del territorio iraquí por parte de la organización terrorista, particularmente en el oeste y suroeste, originó millones de desplazados; se estima que 4.9 millones han regresado a sus localidades de origen, luego de años de enfrentar obstáculos para acceder a servicios primarios, como saneamiento y salud.
"La guerra en Irak infligió en cada iraquí una herida profunda que probablemente nunca sanará. Los civiles iraquíes han pagado el precio más alto", dice a través de un comunicado Ali al-Assaf, director para Medio Oriente y el norte de África del Center for Civilians in Conflict, organización con sede en Washington.
"Cansados de la guerra, a los iraquíes se les hizo creer erróneamente que la democracia prevalecería después de la invasión liderada por Estados Unidos. En cambio, los iraquíes, agredidos y traumatizados por años de guerra, han visto cómo su país ha sido destrozado por la constante violencia".
ICG considera clave para la reconstrucción de Irak la celebración de elecciones provinciales, ausentes desde 2013. Diálogo, las fricciones en el Kurdistán y enfrentar la escasez de agua debe igualmente ser prioridad de la comunidad internacional para el país.


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