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Opinión Editorial


Un día de nieve


Publicación:23-02-2021
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Las redes sociales vaticinaron una “era del hielo”, para nuestro país, a falta de luz, gas y agua en algunos sectores

En la noche de este crudo invierno nos amontonamos todos en una cama, con pijamas, suéter y algunos con chaquetas, nos tapamos con cuanta cobija, cobertor, teníamos en casa.  El termómetro marcaba -5 grados. Tengo que confesar que por momentos sentí calor, quizás por el cálido abrazo de mi esposa o por mis niños  Iker y Gabriel, antes de dormir se movían como si tuvieran pulgas y generaban un calor que solo los niños logran. No había electricidad, el frío quizás la ahuyentaba, entendíamos que en nuestro hogar sin calefacción era un tempano de hielo.

En la mañana se hizo la luz, pero seguía ausente la electricidad. Mis hijos festejaban porque en  su escuela las clases se suspendieron;  salieron a la terraza a admirar las montañas de Santiago cubiertas de nieve. Mi mujer un poco preocupada por que tenia varias videoconferencias de trabajo por la mañana. En  mi caso me reportaba que llegaría tarde, porque el portón de la casa no se podía abrir. Un comienzo de día algo caótico.

Decidimos salir a caminar rumbo a las montañas a alcanzar la nieve, era muy osado de nuestra parte tengo que reconocer, había que ir al lado de un pequeño río, que  por cierto del agua salía humo, como si en vez de congelarse se evaporara. Íbamos  cuesta arriba  Iker, Gabrielo y  yo; su madre se quedó a trabajar un poco mientras la pila del celular aguantara.

Antes de llegar a la orilla del rio, teníamos que caminar un par de cuadras por la carretera que va a la Cola de Caballo y contrario a lo que yo esperaba, se veía movimiento, gente caminado rumbo a sus trabajos, un pequeño camioncito  que va rumbo a las comunidades que están en las montañas de Santiago  lleva también personas;  además pasaban los  camiones repartidores de cervezas , de Coca Cola,  de Bimbo, etc. “La buena alimentación”    no la detiene  ni una nevada

Nos acompañaban nuestras mascotas Luna y Tara, dos perritas labradoras, que tuvieron la osadía de  meterse al río, al principio el ánimo era muy bueno, los niños se retaban de tocar el agua con la mano, por supuesto no los dejé, pero al pasar solo unos minutos, renunciaban a la aventura, sentían que por mas que caminaran, nunca alcanzarían  la nieve, soplaba fuerte el viento, parecía que se la llevaba más arriba.

Papá vamos mejor por el carro y subimos por la  carretera, - sugirió Gabrielo. - ¿Cómo, si no sirve el portón? Inmediatamente le respondió Iker. El regreso a casa fue lento, pesado; aunque íbamos de bajada, sin duda el animo y la actitud cuentan mucho, para cualquier actividad que hagamos; pero al llegar a la casa  estalló de nuevo la alegría, el portón estaba abierto, volvió la luz. Vamos, vamos en el  carro, gritaron  e invitaron a su madre que ya había terminado una de sus videoconferencias, nos escapamos los cuatro a la montaña, a ver el espectáculo blanco,  y aun que íbamos abrigados el frío nos calaba hasta los huesos; bueno a los adultos, los niños hasta la chamarra se querían quitar. 

Al terminar la jornada diaria en la  noche , tomando un chocolate caliente con pan  dulce, ya con calefacción, intente hacer una reflexión en familia , ya que en la tarde había  visto el caos en la cuidad, sin metro, sin algunas rutas de camión. Las redes sociales vaticinaron  una “era del hielo”, para nuestro país, a falta de luz, gas y agua en algunos sectores. Les dije que somos unos privilegiados, por tener un techo, comida caliente a diario, además gozamos de  los servicios públicos. No se si los niños entendieron todo “el rollo” que les dije aunque agradecieron, no sé si nosotros mismos entendemos que los hermosos parajes blancos de nuestras montañas,  no cubren la pobreza de nuestra cuidad y el frio viento de este invierno no se lleva las desigualdades  económicas que existen en nuestra sociedad.      



« José Luis Galván Hernández »