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Opinión Editorial


¡Viva México! ¿Viva?


Publicación:18-09-2024
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Esa noche, millones de voces se levantaron en todo el país, gritando con orgullo por ser mexicanos, y ese niño y su padre seguían luchando por su independencia

El Zócalo de la Ciudad de México se tiñó de verde, blanco y rojo una vez más. Era el último 15 de septiembre del presidente AMLO,  se preparaba para lanzar su última arenga como jefe de Estado. Cientos de miles de mexicanos reunidos, ondeando banderas y gritando con fervor, esperaban escuchar el tradicional "¡Viva México!" que cada año resuena en la piel y el corazón de millones. Pero esta vez, además de los héroes que nos dieron patria, AMLO agregó un "¡Viva la Cuarta Transformación!". Fue un cierre simbólico de su proyecto de gobierno, su sueño de transformar el país. Entre las palabras que proclamó, se oían ecos de lo logrado y lo pendiente, de sus luchas y sus fracasos.  

A miles de kilómetros, un día antes en Las Vegas, otra multitud de mexicanos también se preparaba para gritar. Pero el escenario era distinto: el T-Mobile Arena se llenaba para ver una pelea de boxeo, donde Saúl "Canelo" Álvarez se disponía a subir al ring. Allí, la independencia se celebraba de manera diferente, con dólares gastados, apuestas y un ambiente de fiesta. En ese rincón de Estados Unidos, la comunidad mexicana, irónicamente, festejaba su independencia en tierras extranjeras. Mientras Canelo caminaba hacia el ring, sonaba la canción "Billete Grande" de Fuerza Regida. La letra habla de ambición, de dinero fácil, del narcotráfico y de los Chapitos. Los gritos y aplausos no eran para los héroes patrios, sino para un boxeador que se había convertido en ídolo popular. ¿Eso es ser mexicano?, ¿celebrar la independencia mientras una canción que glorifica la vida de narcos? Tristemente, una parte de nuestra cultura ha hecho de esto un motivo de orgullo. 

Por mi parte el 15 de septiembre, salí a comprar los ingredientes para la cena. En casa invitamos amigos, familia, y mi mujer Isadora, prepararía un pozole. Caminando por la avenida, me encontré con una escena que me detuvo en seco. Un niño de no más de ocho años tocaba el acordeón junto a su padre. Ambos, de piel morena, interpretaban con el corazón la "Canción Mixteca", una melodía que hablaba de nostalgia y raíces. Pedían unas cuantas monedas para sobrevivir el día. Me pregunté si al llegar la noche ellos también celebrarían la independencia. ¿Tendrían una cena como la que muchos de nosotros disfrutamos? O quizás, agotados por el trabajo y la falta de dinero, se irían a dormir sin más, sin un grito de "¡Viva México!". 

Esa noche, millones de voces se levantaron en todo el país, gritando con orgullo por ser mexicanos, vitoreando a Hidalgo, Morelos, y a los héroes que nos dieron patria. En el Zócalo, la despedida de AMLO resonaba con fuerza, cerrando un capítulo más en la historia del país. En Las Vegas, el Canelo se alzó con la victoria, mientras algunos quizás se olvidaron qué era lo que celebraban. Y en las calles, ese niño y su padre seguían luchando por su propia independencia, sin más bandera que su música y su dignidad. Como quizás miles de mexicanos que aun con la independencia viven en pobreza. Me pregunto al final: ¿cuántos "vivas" se ahogaron en el silencio de la desigualdad?  

  




« José Luis Galván Hernández »