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Opinión Editorial


¡Toda una vida de lucha!


Publicación:16-02-2021
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Zeferino se nos adelantó en el camino el domingo 14 de febrero y quienes lo conocimos sabemos que su espíritu de lucha no dejará de bregar

Este jueves 18 de febrero se cumplen 45 años de la cruel masacre policiaca en el predio San Ángel de la colonia Granja Sanitaria (hoy Valle de Santa Lucía), donde resultaron cinco colonos muertos y más de 15 heridos de bala, para quienes a la fecha la justicia nunca llegó.

Pero, hoy lo que más nos entristece y consterna es que en la marcha y en el mitin para rendirle homenaje luctuoso a los mártires del movimiento social urbano-popular de Monterrey, ya no estará físicamente a la vanguardia nuestro aguerrido camarada y amigo Zeferino Juárez Mata.

 Zeferino se nos adelantó en el camino el domingo 14 de febrero y quienes lo conocimos sabemos que su espíritu de lucha no dejará de bregar.

Su ejemplo de lucha seguirá presente ahora y en adelante entre las generaciones actuales y venideras para, igual que él, defender los derechos sociales de los marginados, de los desposeídos y de los reprimidos, así como para abanderar sus reclamos ante las autoridades responsables.

 Frente a las autoridades de gobierno federal, estatal y municipal encabezó cientos de comisiones de colonos y de contingentes, no solamente para gestionar carencias o necesidades sociales básicas, sino para protestar contra injusticias e incumplimientos, siempre en forma respetuosa pero enérgica.

A cambio recibió intimidaciones, represiones y golpes en muchas de las ocasiones e, inclusive, cierta vez fue secuestrado y desaparecido durante tres días, “hasta que me soltaron porque no sabían que hacer conmigo”, como él mismo lo relataba con ese buen ánimo y sonrisa al hablar.

Para él la marcha luctuosa del 18 de febrero de 1976 siempre fue una auténtica tarea de organización proletaria de los cuadros dirigentes, de las bases de lucha y de las masas del pueblo, igualmente como lo era organizar las marchas del 2 de octubre de 1968, del 10 de junio de 1971 y del 1 de Mayo.

 “Son las fechas históricas de nuestro calendario oficial a las que no podemos faltar”, bien lo decía Zeferino y cumplía sus palabras al ir siempre a la vanguardia de las marchas. A pesar de que el año pasado no se pudieron realizar debido al coronavirus, él siempre estaba en pie de lucha, listo y dispuesto para organizar a los contingentes y convocar a las marchas.

Nuestro agradecimiento y reconocimiento a Zeferino por toda una vida incansable de lucha social, vocación que le viene de su familia en el Ejido Garambullo, localizado en el semidesierto coahuilense del municipio de Parras de la Fuente, donde le tocó nacer y estudiar la Primaria en su escuelita rural.

Gracias al apoyo de unos tíos que vivían en la colonia Topo Chico, a los 13 años de edad se vino a Monterrey en búsqueda de mejores condiciones de vida. En estas tierras nunca dejaría de trabajar (vendió chicles, repartió periódico, cuidó un estaquillo, laboró en una refresquera y fue vendedor en marcados rodantes, panadero, harinero, zapatero, blockero, tortillero), pero tampoco de estudiar (realizó la Secundaria, la Preparatoria y la Universidad, incluyendo una Maestría) y en 1968 logró traerse a su familia a la ciudad.

 En 1973 se entera de la invasión de terrenos aledaños a los tiraderos de basura en la loma del Cerro del Topo Chico, llevada a cabo por un grupo de jóvenes y familias posesionarias para fundar la colonia Tierra y Libertad.

Sería hasta 1976, a los 23 años de edad, cuando coincide con activistas de la colonia y de inmediato acepta la invitación del movimiento urbano-popular para unir a los habitantes de colonias irregulares y dentro del cual se gestaría el Frente Popular “Tierra y Libertad”, en cuya organización Zeferino se convertiría uno de los cuadros más destacados en las tareas de organizar y de encabezar a las uniones de comerciantes informales, de choferes de rutas camioneras, de taxistas, de mariachis y de fotógrafos, entre muchas otras.

     

     Del activismo social el paso lógico fue hacia el activísimo político. En 1990, junto con miles de nuevoleoneses, emprendió la lucha por crear un nuevo partido político nacional y tras la primera experiencia fallida, se logró en 1994 el reconocimiento electoral del Partido del Trabajo, a través del cual alcanzaría regidurías en Monterrey y Guadalupe y la diputación local en el Estado.

     

     En septiembre del 2020 resultó contagiado del virus y con gran entereza luchó por su vida bajo la promesa que nos hizo de volver al trabajo legislativo y lo cual cumplió. Ayer Zeferino encabezó la marcha fúnebre hacia su última morada y hoy le brindaremos un homenaje póstumo en el Congreso del Estado. 



« Lupita Rodríguez Martínez »