Opinión Editorial
Sonidos de guerra
Publicación:22-03-2022
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Ante tanto ruido, el mundo parece preparar “tambores de guerra”, por que en cualquier rincón de la tierra se oye el eco
Entonces oí los helicópteros que volaban, el sonido era tan fuerte que pensé que llegaban a mi terraza. Salí, se veía el humo sobre un cielo rojizo detrás de las montañas. Más tarde retumbo la casa, se movía el piso, las ventas parecían caer, el estruendo fue como si hubiera caído una bomba cerca de mi hogar. Volví a salir, las montañas seguían de pie, seguía un poco de humo, pensé que todos esos ruidos serían tal vez como los sonidos de guerra.
No estoy por supuesto en Ucrania, no he estado jamás en una guerra, pero ese día, por momentos era ensordecedor. Una y otra vez volando los helicópteros, de la casi vacía Presa de la Boca, hacia la Sierra de Santiago, llevando agua tratando de apagar el incendio. Y para colmo la tierra rugió, con un temblor de magnitud de 4.2 grados. Quizás reclamando, el exterminio que nos empeñamos en hacerle como una guerra del hombre contra la naturaleza.
Mientras en el estado libramos nuestras batallas de incendios, sequias y desastres naturales provocados por nosotros mismos; pensé en que lejos, muy lejos, en la Europa oriental, esa de princesas, de reyes , de castillo y bosques mágicos, “un rey rojo”, avasallador, llamado Putin, manda derrumbar los castillos, incendiar los bosques, bombardea ciudades; su ira parece no tener fin, pasan días, semanas y en toda Ucrania solo se oyen los sonidos de guerra.
Ante tanto ruido, el mundo parece preparar “tambores de guerra”, por que en cualquier rincón de la tierra se oye el eco, que nos llega por la T.V., por la redes sociales, de esos intensos bombardeos, el llanto de la gente, sus pasos huyendo como estampidas a lugares seguros, el grito de las madres al perder a sus hijos en combate y por supuesto los sonidos distorsionados de los políticos con los discursos en los parlamentos, con declaraciones en los medios de comunicación, que son solo palabras graves, agudas, sin matices, que no llegan a los oídos de la población de Ucrania, de Rusia, del mundo.
Ojalá que un poco de silencio llegue a ese Rey Rojo, que en su interior busque tranquilidad y quietud, para que pueda escuchar las plegarias de sus ciudadanos rusos, de los que huyen de Ucrania, de la gente del mundo que pide la paz. Ojalá que de este lado del mundo, en nuestra sierra, vuelva el silencio desde el cielo, que no escuchemos los helicópteros pasar, porque se acabó el incendio, que entre las montañas no se vea más el humo, para poder ver esa inmensa Luna llena que nos presagia la entrada de la primavera y por que no, lluvias fuertes, más intensas que cualquier sonido de guerra.
« José Luis Galván Hernández »
