La salud mental se refiere  a todo lo que incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, cómo nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones.

Al menos esto es lo que señala Medline Plus, órgano de la Biblioteca Nacional de Medina de Estados Unidos.

El gobernador explicó que hoy, al reiniciar las clases presenciales en todo plantel educativo que se encuentre en las condiciones adecuada, una de las prioridades será la salud mental de los menores que por año y medio la pasaron en casa lejos de toda interacción con sus compañeros y maestros.

Primero fueron los médicos y los y las enfermeras quienes estuvieron y siguen estando en la primera línea frente a la pandemia provocada por el Covid-19; hoy todo parece indicar que psicoanalistas, psicólogos y no dudo que hasta psiquiatras se suman a la primera línea para que este regreso a las aulas no sólo sea de manera segura, sino que permita a cada educando hacerlo de manera fluida, sin temores, sin paranoias.

Claro, no se puede actuar ni trabajar como si nada hubiera pasado.

Han sido más de 36 meses de aprendizaje de vida, de nuevas formas de comunicación y de convivencia; aún desconocemos qué tan difícil podrá ser para niños y niñas estar lejos del hogar y qué circunstancias se habrán de afrontar en el día a día.

Bien dijo el gobernador: el cubrebocas sigue siendo una de las mejores herramientas para mantener el virus “a raya”, si me permite la expresión; no obstante la guardia no se puede bajar, por lo que el constante lavado  de manos, el uso de antibacterial, el evitar los saludos sigue siendo parte del protocolo sanitario.

La salud mental y el buen desarrollo de las clases presenciales es tarea de todos comenzando en casa con los padres de familia que retomarán rutinas como preparar el almuerzo y despertar tempranito a los peques para que vayan al plantel; los maestros, haciendo valer las normas de higiene indicadas para prevenir contagios y no hay de otra más que apoyar a nuestros niños y niñas para que de manera gradual, la vida vuelva a ser si no igual, al menos parecida a lo que era antes de marzo del 2020.

Madres y padres de familia también deberán ser contemplados en la nueva política de salud mental pues fueron ellos quienes cargaron con el estrés propio y de sus hijos durante el tiempo de aislamiento social.

Algunos planteles educativos cuentan con el servicio de atención psicológica y aquellos que no, deberán ir incorporando algún profesional de la salud mental para emprender campañas, pláticas y dinámicas que fortalezcan esta nueva normalidad de la manera más tersa posible.

También hay que entender que esta decisión de la autoridad estatal no representa una luz verde para descuidarnos; mientras no se termine el cuadro de vacunación para los más pequeños, previa investigación y aprobación de dosis seguras, la prevención sigue siendo la mejor arma.

Vamos viendo cómo se desarrolla esta primera etapa de clases y mientras tanto, gracias a todas las madres y padres que debieron convertirse en mentores y maestros sustitutos de sus hijos durante estos 36 meses y sólo ellos saben cómo le hicieron para conseguir suficientes gadgets, internet y lograr maniobrar con la red para que no hubiera atraso en el círculo de aprendizaje. Quizá nadie les ha hecho real justicia pero esta es otra primera línea de batalla de la que poco se habla. Aplauso y estrellita para todos ellos.