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Opinión Editorial


Roosevelt y la paz


Publicación:15-08-2022
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La paz es tan frágil y vulnerable; se construye en el día a día, pero en un chasquido se puede esfumar.

La paz es tan frágil y vulnerable; se construye en el día a día, pero en un chasquido se puede esfumar.

En el mundo musulmán las mujeres árabes ya alzan la voz para hacer valer sus derechos a ser prósperas y visibles y a cambio reciben golpes o son encarceladas.

Bajo el argumento de preservar el Islam, alguien decidió que después de décadas en “el olvido”, se debía hacer valer el decreto por el cual pesa una pena de muerte contra el escritor Salman Rushdie; hoy tras un ataque en su contra, está malherido y en el riesgo de perder un ojo.

China está molesta porque considera a Taiwán de su propiedad y ve en el mundo occidental y a quienes apoyan a la isla, especialmente Estados Unidos, un peligro latente y para demostrar que si quiere se puede “adueñar a la mala”, sobrevuela sus cielos con naves de combate y hace prácticas militares.

Y si movemos el puntero en el mapamundi, vemos que el gobierno de Vladimir Putin quiere, a como dé lugar, ser el “dueño” de Ucrania en un afán de expansión, aunque el trasfondo es que Rusia quiere doblegar a la Organización del tratado del Atlántico Norte, OTAN.

De camino, el Kremlin se ha llevado ciudades enteras, ha acabado con miles de vidas y todo parece indicar que esto va para rato debido a que Ucrania es demasiado grande. Da la impresión de que a Putin le apetece el panorama de una URSS, tal y como estaba antes de Mijaíl Gorbachov.

En Gaza y Cisjordania, las cosas están mal un día, se levantan las treguas y vuelven los enfrentamientos.

En Centroamérica también hay “red flags” con Daniel Ortega Saavedra, presidente de Nicaragua y la Iglesia Católica, una fricción que prevalece desde la primera ocasión en que Ortega asumió el mandato en 1985, lo que da como resultado intimidaciones a miembros de la Iglesia y el cierre de estaciones radiofónicas o medios que difieren del gobierno.

Franklin D. Roosevelt, líder político y ex presidente de Estados Unidos quien pese a estar postrado en una silla de ruedas a consecuencia de la polio, fue un gran líder y pensador.

Afrontó la “Gran Depresión” y la Segunda Guerra Mundial así que sabía bien de lo que hablaba cuando expuso que “para que la civilización sobreviva, debemos cultivar la ciencia de las relaciones humanas, la capacidad de que todos los pueblos, de todo tipo, vivan juntos en un mismo mundo en paz”, es decir, ponderar el diálogo y la cooperación.

Todos estos polvorines están a un botón de acabar con la humanidad, pues hay arsenal nuclear listo para utilizarse. Es como evocar a Tanos, en Infinity War, portando el guante con las piedras del infinito, tronar los dedos y desaparecer a la mitad de los habitantes de la faz de la tierra.

Hoy más que nunca resuenan las palabras de Roosevelt cuando dijo que la nación que destruye a su tierra se destruye a sí misma y peor aún, en más de un escenario han hecho de sus gobiernos dictaduras cuando sus acciones dejan a miles sin trabajo y alimento.

No es el ciudadano de a pie, el vecino, el ama de casa quien aplaude las guerras; estos millones de personas sin rostro, son quienes más inclinados están hacia la paz y la libertad, mientras que sus propios gobiernos adolecen de voluntad política para creer en ella y trabajar para conseguirla.




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