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Opinión Editorial


Mujeres al poder


Publicación:19-07-2021
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Las elecciones del 6 de junio resultaron históricas para las mexicanas. Seis mujeres asumirán el mandato popular

 Las elecciones del 6 de junio resultaron históricas para las mexicanas. Seis mujeres asumirán el mandato popular: Marina Ávila, en Baja California; Indira Vizcaíno, en Colima; Evelyn Salgado, en Guerrero; Marú Campos, en Chihuahua; Lorena Cuéllar, en Tlaxcala y Layda Sansores, en Campeche, quienes se unirán a Claudia Sheinbaum de la Ciudad de México.

Nunca antes, en los 211 años de vida política de México, la mujer había conquistado tanto poder popular como ahora. El avance de la mujer en el rol de mando representa un desafío político a la vez, pues abre las puertas para que una Presidenta de México sea electa.

Las mujeres gobernarán a 24 millones de habitantes de una población de 126 millones. Gobernarán territorios con problemas estructurales de pobreza y desigualdad, de violencia e inseguridad, de corrupción e impunidad. Gobernarán territorios con zonas más pobres entre las más pobres y cuya pobreza tiene rostro de mujer por falta de acceso a la educación, a la salud y al trabajo; con regiones al borde del narco gobierno o del crimen organizado por falta de justicia, desarrollo económico o por la corrupción; con comunidades donde la violencia familiar, los feminicidios, el acoso sexual, las violaciones, secuestros, extorsiones y ejecuciones son el pan de cada día.

Más allá de filiaciones partidistas, las futuras gobernadoras, diputadas y alcaldesas deben ejercer su rol de mando con sororidad; es decir, de hermandad entre mujeres, de apoyo mutuo, el sentirse como iguales y trabajar por las reivindicaciones y el empoderamiento de las mexicanas y dejar atrás la cultura patriarcal generadora del machismo.

Llegó la hora de forjar una gran alianza de servidoras públicas de elección popular: Las cámaras de diputados y de senadores y las 32 legislaturas estatales estarán integradas paritariamente. Más de la mitad de los 2,464 ayuntamientos encabezados por alcaldesas e integrados con un 50% de regidoras y síndicas. El gabinete federal y los estatales por mitad mujeres y mitad hombres.

Nuestro llamado es a aliarse con el pueblo para cambiar la realidad de violencia, injusticia, discriminación, exclusión y opresión, ya que el bloque de gobernadoras tardó 68 años desde la aprobación del voto femenino y 42 años desde la primera gobernadora electa en Colima, Griselda Álvarez Ponce.

En la tenaz lucha por los derechos humanos y por las garantías sociales radica el gran avance de las mujeres, buscando construir nuestro propio destino con igualdad, libertad, democracia y justicia… con amor y paz.

Avanzar hasta la meta implica erradicar en forma definitiva el patriarcado y el machismo, pues mediante ambas subculturas se impusieron roles desiguales de género, que se naturalizaron socialmente a través de los siglos.

Mao Tse Tung nos enseñó que teníamos que servir al prójimo. Servir al pueblo y servirlo siendo primero alumnos que maestros de las masas, ya que el pueblo es la fuerza de la sociedad y es el que transforma todo. Si bien la política es el arte de servir al pueblo, el rol de mando de la mujer en la democracia debe ser el de mandar obedeciendo -exactamente como la gran mayoría de los hombres no lo ha hecho-, e implica atender las necesidades y demandas de la población y luchar porque se resuelvan.

Ahora la demanda principal, lo que la gente pide, es que a diferencia del hombre, la mujer no vele por sus propios intereses, ni mucho menos se preste a los escandalosos usos y abusos del poder público en la vida privada, sino que demuestre su compromiso con el pueblo y que a la hora de asumir el cargo esté con la gente, le abra la puerta, le resuelva sus problemas e incluso les diga “no puedo por esto, pero vamos buscar una alternativa hasta encontrar la solución”.

Esa es la mujer con don de mando que necesitamos. Demócrata auténtica, comprometida y al servicio de la gente para resolver su problemática y para ello es necesario que tenga una firme la postura de clase con formación ideológica y orientación política, para que no se deje corromper por el dinero, ni por los privilegios, ni por los intereses de los poderes fácticos.

Son muchas las reivindicaciones por las cuales debemos seguir luchando unidas y para hacer valer el peso político del mandato popular conquistado. Es crucial que sentemos las bases para que todas las mujeres trabajemos juntas y aliadas, con estrategia y método para servir. Ya lo dijo Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile: “Cuando una mujer entra en política cambia la mujer, pero cuando muchas entran en política, cambia la política”.



« Lupita Rodríguez Martínez »