Opinión Editorial


Los empresarios


Publicación:08-12-2025
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Corrían el año de 1973 y la autodenominada Liga 23 de Septiembre.

Corrían el año de 1973 y la autodenominada Liga 23 de Septiembre, nacida en julio del mismo año en Jalisco, buscaba acabar con lo que llamaba burguesía y en aras de liberar -repito sus palabras-, al proletariado de la opresión patronal, acabó con la vida de don Eugenio Garza Sada, un nuevoleonés y mexicano ejemplar que contribuyó significativamente al desarrollo de la ciudad de Monterrey.

Eran tiempos violentos y el sentimiento y descontento social de la época, quedó plasmado en un emotivo discurso que pronunció Ricardo Margáin Zozaya, un abogado y miembro de la comunidad empresarial, quien durante poco más de 17 minutos, no solo se refirió al legado de don Eugenio, sino que se lanzó a la yugular al gobierno federal encabezado, en ese entonces, por Luis Echeverría Álvarez; el gobernador de Nuevo León era Pedro Zorrilla.

"Lo que alarma no es lo que hicieron si no el por qué pudieron hacerlo, la respuesta es muy sencilla, aunque amarga y dolorosa: solo se puede actuar impunemente cuando se le ha perdido el respeto a la autoridad, cuando el estado deja de mantener el orden público y se les permite que cosechen sus triunfos negativos de odio, destrucción y muerte. Cuando se ha propiciado desde el poder a base de declaraciones y discursos el ataque reiterado al sector privado fomentando el odio y división de las clases sociales", dijo en su enérgico discurso.

Dicen los historiadores que el enfrentamiento entre Echeverría y el empresariado, antes y después del asesinato de Garza Sada, fue el más fuerte que se había vivido desde la expropiación petrolera.

Y vinieron crisis y medidas amargas, pero si algo logró Echeverría, es la cohesión de muchos grupos, que se sentían amenazados por la política presidencial.

Hoy no hay asesinato de por medio, pero sí un aparente choque entre gobierno y sector patronal. No en México, pero sí en Nuevo León.

Y es que el gobierno estatal parece no querer ponerse de acuerdo con el empresariado en el tema del Impuesto Sobre la Nómina, que se plasma en el paquete presupuestal 2026 enviado al Congreso.

Porcentajes o detalles sobre el tema, se lo dejo a los diputados, a los empresarios y a los economistas.

Me queda claro –o al menos eso quiero pensar-, que el estado se siente presionado por el tema de ejecución de obras y el Mundial; pero más claro me queda que los empresarios hacen su particular esfuerzo por mantener el empleo, por dar una decorosa vida a los trabajadores y que no se puede estirar tanto la soga sin que se llegue a una crisis.

Decía Margáin Zozaya en su discurso que el trabajo es "una de las más elevadas formas de expresión de la personalidad humana que desea y anhela superarse; ello solo puede realizarse en un ambiente de paz, orden, tranquilidad y reconocimiento pleno de sus derechos".

Sembrar un ambiente de incertidumbre para las empresas puede provocar que quienes veían en el estado un lugar para traer su dinero, desistan.

Si algo sabemos los mexicanos es de crisis, pero ¿para qué desatar una cuando se puede llegar a un acuerdo?

No es con discursos negativos contra el sector privado, o peor aún, con actitudes o revanchismos, como Nuevo León seguirá su espíritu ascendente.

Aprendamos de las lecciones que nos deja la historia, de lo contrario; estamos condenados a repetir errores que cuestan y de los cuales es difícil salir.



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