Opinión Editorial


Cerrando el 2025


Publicación:01-12-2025
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Y sí, llegó diciembre, el último mes de este 2025.

Y sí, llegó diciembre, el último mes de este 2025. Créame que el cierre de año trae tantas preocupaciones; no solo el haber incumplido la lista de propósitos que con tanto esmero hizo mientras consumía las doce uvas.

Los políticos y los legisladores estarán con temas presupuestales; otros más, dirán y opinarán que si salió Gertz Manero y el trasfondo del caso, que si el inquilino de Macuspana resurge de su retiro, que si la Suprema Corte debe reabrir casos juzgados. El listado puede ser muy largo, cansado y hasta triste o irritante.

Como estamos en un mes, para mi gusto, de paz (o al menos es la intención), preferiría apelar a su buen corazón para que recuerde los diciembres de su niñez, de cómo esperaba ansioso la llegada de las posadas, la carta a Santaclós, las reuniones familiares que nadie se perdía, la apertura de obsequios, cosas que realmente alimentaban el corazón.

No había tecnología que nos distrajera de las pláticas familiares, de uno que otro regaño de la tía gruñona, de las tremendas tamalizas que duraban hasta una semana y de las que nadie se hartaba.

¿Recuerda usted haber recibido o enviado alguna tarjeta navideña? Eran, al menos para mí, una sensación y las guardaba como un tesoro.

¿Qué juguete recuerda? ¿Qué le trajo y qué no le trajo Papá Noel? ¿Era de los que esperaba el rifle de postas bajo el árbol, o la patineta, quizá un juego de té o una estufa que realmente funcionara?

En casa no éramos de grandes recursos, pero jamás faltó mi muñeca –de esas enormes, de sololoy, cuyos únicos méritos eran abrir y cerrar los ojos y doblar brazos y piernas-y lo mismo pasaba con mis hermanos.

Mantenía la ilusión de que el hombre de rojo entraría a la casa; hasta creí verlo una vez (bendita inocencia).

Mi último regalo antes que el encanto sucumbiera a la realidad, fue una cámara fotográfica. Nunca imaginé que, al crecer, eso sería parte de mi vida laboral y que lo disfrutaría.

De esta serie de estampas, armaría gustosa un enorme álbum, si no fuera porque la resolución de las cámaras de antaño no tienen comparación con los equipos que hoy acaparan el mercado; en resumidas cuentas, hay muy poco y muy mal material.

No obstante, parafraseo las palabras de Gabriel García Márquez, cuando dijo que "la vida no es lo que uno vivió (o sí), sino lo que uno recuerda y cómo lo recuerda para contarla".

Y tan lo vivo de nuevo, lo recuerdo y tan lo cuento que comparto los momentos felices de mi niñez, lo que me hicieron sentir; hoy, en mi vida adulta, procuro mantener tradiciones que combinan lo tradicional y lo nuevo, con todo y las variantes en obsequios, platillos navideños, ambientación, en fin, los tiempos cambian.

La ONU dice hoy que la inestabilidad que generan los conflictos armados, la crisis climática, la pobreza y la desigualdad, las amenazas a la salud global y los desafíos tecnológicos son los grandes problemas que el mundo atraviesa.

Vayamos poniendo nuestro granito de arena para que, desde lo personal y al menos por unos días (lo ideal sería que fuera todo el año), hagamos feliz a alguien menos agraciado que nosotros, sumémonos a brigadas de juguetes, cobijas o alimentos para familias en condiciones precarias, visitemos a un enfermo o a un familiar, elevemos una pequeña plegaria por la paz del mundo.

Todo abona para cerrar de manera amable, este 2025. Ya verá lo bonito que se siente.



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