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Opinión Editorial


La marcha y la ira presidencial


Publicación:13-11-2022
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La reforma electoral traiciona muchas de las luchas democráticas que sus integrantes impulsaron y defendieron, y de las cuales fueron beneficiarios

El régimen afianza su estocada final en contra de uno de los pilares centrales de nuestra democracia: el Instituto Nacional Electoral. La pretensión por desaparecerlo ha activado en los circuitos de la sociedad civil el sentido de resistencia, llamando a cualquiera que se niegue a volver a los tiempos autoritarios, en un país con elecciones intervenidas desde el poder presidencial; la sociedad civil convoca a cualquiera que crea que nuestras conquistas democráticas son meritorias defensa y llama a las calles a todos aquellos que creen que el INE es digno de defender. López Obrador promete “desarrollo y democracia”, pero todo augura lo contrario; fiel a su manual populista ha embestido y desprestigiado a la prensa, ha dilapidado los controles democráticos, sometido a los contrapesos y capturado las instituciones de justicia, ahora busca tornar las reglas del juego a su favor.

Con la reforma de López, se busca capturar a los árbitros electorales; es una propuesta demagógica que se disfraza de “democrática” solo por atravesarse con el sufragio directo. El hecho que los ciudadanos puedan votar a los magistrados y consejeros electorales, no lo vuelve una práctica democrática, pues el poder de la elección no está realmente en la gente sino en el gobierno que impulsará los perfiles convenientes a su interés. Voto abierto en detrimento de dos principios vitales que debe tener un árbitro electoral: imparcialidad e independencia. Y es que en un modelo donde 3 listas integradas por veintenas, cada una a propuesta de cada poder de la unión, donde el ejecutivo es morenista, en el legislativo tienen mayoría y en el judicial también, es un proceso viciado de origen que terminará por volcar las reglas a beneficio de un solo actor.

Esta reforma, traiciona muchas de las luchas democráticas que sus integrantes impulsaron y defendieron en el pasado, y de las cuales fueron beneficiarios hasta llegar al poder. Pretenden asfixiar presupuestalmente a los partidos políticos, eliminando el financiamiento ordinario —mientras ellos se mantienen del erario bajo su control— lo que de facto los llevaría a su extinción si no se abre la puerta al financiamiento privado (con duros controles de transparencia); que se reduzca el dinero público a los partidos cambiando su fórmula o en un modelo hibrido sin atentar contra la pluralidad. La reforma también se lanza falsamente contra los plurinominales, vociferando su extinción, cuando lo que realmente hará es transitar a un modelo exclusivo de estos, pero reduciendo las posibilidades de que la oposición ocupe los lugares.

Es un proyecto regresivo, que busca la concentración de poder y no nuestro fortalecimiento democrático. En sus líneas no provee de respuestas a los graves problemas de nuestro sistema: no atiende el problema de fiscalización, ni la grave intervención del crimen organizado en las elecciones; no busca superar el problema de legitimidad, impulsando mecanismos como la segunda vuelta electoral, ni adopta medidas que arrebaten poder a las burocracias partidistas con listas abiertas y desbloqueadas o vías alternativas a los partidos políticos. A todas luces es un proyecto de intencionalidad manifiesta toxico, que alienta hasta a antiguos aliados del régimen a alzar la voz.

La convocatoria a la marcha ha azorado al Presidente, quien dedico días en sus conferencias a lazar improperios a quienes promueven y manifiestan su asistencia: “clasistas, racistas, hipócritas, aspiracioncitas”. Una actitud digna de un “jefe de Estado” vs. Ciudadanos ejerciendo su derecho a disentir. Resulta irónico que califique de defensores del fraude y privilegio a los convocantes, cuando en sus filas habita el hacedor del último gran fraude electoral probado del país: Manuel Bartlett. Su partido y sus remoras han volcado esfuerzos en desalentar la asistencia. Han enviado grupos de choque a las inmediaciones del INE para provocar e intimidar. Ninguna de sus prácticas vandálicas detendrá la gran coalición que llama a defendernos de su hambre de poder, ningún insulto persuadirá a los que creemos que el INE es una institución que debe conservar este país. Este domingo saldremos a defender lo que generaciones de mexicanos lucharon por construir: una institución garante de nuestra soberanía. #ElINENoSeToca.

Diputado federal del PAN



« Jorge Triana »