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Opinión Editorial


La inflación


Publicación:25-07-2021
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Los principales ajustes a la alza se dan en alimentos, bebidas y tabaco.

De acuerdo con el Inegi, durante la primera quincena de julio se disparó el Índice Nacional de Precios al Consumidor en 0.37 por ciento y la inflación anual se colocó en 5.75 por ciento, lo que rebasa la expectativa del Banco de México, que era de 3 porciento.

Los principales ajustes a la alza se dan en alimentos, bebidas y tabaco.

El diccionario refiere que la inflación es “el proceso económico provocado por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda; causa una subida continuada de los precios de la mayor parte de los productos y servicios, y una pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos o hacer uso de ellos”.

No se necesita ser un especialista para saber que cada día las cosas cuestan más y no hay dinero que alcance, especialmente en pandemia.

Cuestión de ir al mercado o a una de esas tiendas grandotas para elegir la fruta, el tomate, el chile y cebolla; quizá una tapa de huevo y algo más para tener el menú familiar de la semana.

Si el marido anda de antojo, al carrito o a la bolsa le añade unas cuantas bebidas espirituosas; en el día a día habrá que comprar tortillas y en algunos casos, el refresco.

Y todavía no le sumo los servicios, el transporte o la gasolina según el caso y aunque los hijos seguirán estudiando en línea un tiempo más y no se requiere comprar tantos útiles escolares, sí hay que pagar el Internet ¿o no?

Cuando toco este tema es inevitable evocar la primera portada de “El Porvenir”, aquel 31de enero de 1919.

“El hambre y la desnudez de las clases humildes deben tener un próximo fin”, reza el encabezado.

La nota añade que “los artículos de primera necesidad están por las nubes y los salarios son poco más altos que hace cinco años”.

Los de 1919 eran tiempos de guerra y se ejemplificó con algunos productos, la diferencia de precios; para muestra, el precio del maíz, que antes de la guerra costaba 8 centavos y después del conflicto armado, 25 centavos.

El ejercicio añadió en su momento el piloncillo, el frijol, la manteca, arroz, harina y café.

El CONEVAL, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, expone que la

pobreza laboral aumentó 3.8 puntos porcentuales a nivel nacional, al pasar de 35.6% a 39.4% entre el primer trimestre de 2020 y el primer trimestre 2021.

Entendiendo por pobreza laboral el porcentaje de la población con un ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria y afectó a 26 de las 32 entidades federativas, destacando Ciudad de México (con todo y que está mega subsidiada), Quintana Roo y Baja California Sur.

Y habiendo pobreza laboral, obvia decir que hay pobreza en el hogar.

Preguntar sobre el tema a “ya sabe quién” da harta flojera porque él parece vivir en una realidad paralela donde instituciones serias son puestas en tela de duda y sus números nunca concuercan con la estadística presidencial.

Los números del INPC, Inegi y Conevalson fríos; la realidad de quien lo vive lo es aún más.

Quizá hoy no sean tiempos de guerra, pero sí de pandemia, y ayer como hoy, el reto es la supervivencia en tanto el gobierno no atine a una política que represente bienestar real para cada familia mexicana.

Al respecto de la pobreza, Mandela decía que “la erradicación de la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la protección de un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente. Mientras persista la pobreza, no habrá verdadera libertad”.

Más claro, ni el agua.




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