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Opinión Editorial


Gota a gota


Publicación:07-02-2022
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“Miles de personas han sobrevivido sin amor; sin agua, ninguna”

“Miles de personas han sobrevivido sin amor; sin agua, ninguna”

-W.H.Auden

Por allá del 2015, escribí en este mismo espacio un artículo en que evocaba episodios de mi adolescencia, donde la escasez del agua era cosa seria un día sí, y el otro también.

Eran tiempos en que junto con mis hermanos y mi madre debíamos andar corriendo tras la pipa, a fin de llenar algunos recipientes que nos permitieran atender las necesidades diarias respecto del vital líquido. Y nos volvimos creativos y sostenibles, aunque en esos omentos ni siquiera supiéramos lo que era la sostenibilidad.

Lavábamos los platos sucios con un mínimo de agua y la que quedaba de ese ejercicio, junto con el agua resultante de trapear, era utilizada para el sanitario y un poco para las plantas.

El baño diario era a botecitos y por supuesto, cortos, de tal forma que no había espacio para el desperdicio.

Claro, a finales de los 70s la infraestructura hidráulica era poca, pero los gobernantes en turno, como Alfonso Martínez Domínguez (1984) y Sócrates Rizzo (1993), se dieron a la tarea de construir sendas presas Cerro Prieto y El Cuchillo; La Boca ya abastecía a la mancha urbana desde los 60s.

Y el agua llegó a los hogares 24/7. Cuando hay bonanza en nuestras presas, la capacidad alcanza los mil 775 metros cúbicos.

Pero, claro, el contenido de los embalses no es eterno y hoy, a casi tres décadas de la construcción de la última presa, el panorama promete ponerse igual que en mis años mozos, pues los embalses languidecen ante nuestros ojos.

El Cuchillo podría entrar al quite dándonos un respiro de un par de años, pero hay un pequeño detalle y es que desde su construcción, ningún gobernante dio seguimiento a una fase de interconexión para traer desde China, el agua que necesitamos.

Otra opción sigue siendo el Plan Monterrey VI, aunque será carísimo y mientras se toma la mejor decisión con visión de largo plazo, se recurre a pozos y a recortes del suministro.

Desde el nacimiento mismo de la ciudad, con Alberto Del Canto y Diego de Montemayor, el hombre ha trabajado arduo para hacer de estas tierras un lugar amable y progresista. Nuestros primeros moradores supieron, como lo dijo alguna vez Da Vinci, que “el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”.

Como ciudadana, considero imperativo que nos sumemos a los esfuerzos institucionales evitando el despilfarro del vital líquido, revisando que no haya fugas en casa, cerrando la llave mientras nos lavamos las manos o cepillamos los dientes.

¿Y por qué? no retomar algunas prácticas como baños cortos, reutilizar el agua del trapeador o de la lavadora para las plantas y el sanitario.

Si debe haber sanciones a quien desperdicie agua, que sea. Pero también hay que retomar campañas para que la sociedad vea la magnitud del problema que hoy vivimos y que promete ponerse más intenso en el verano.

Si no llegan las lluvias, este 2022 será difícil en cuanto al abastecimiento del agua. Hagamos cuanto esté de nuestra parte para cuidar el vital líquido porque, recordemos que gota a gota, el agua se agota.




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