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Opinión Editorial


Gorby


Publicación:05-09-2022
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“La bondad del hombre es una llama que puede ocultarse, pero nunca extinguirse”.

Fue en el año de 1985 cuando me incorporé a la vida productiva, aun siendo estudiante. Había acudido, como muchos otros, al Canal 28 de la Televisión estatal buscando, primero, hacer prácticas profesionales y con un poco de suerte, quizá conseguiría quedarme, lo cual finalmente sucedió.

He de reconocer que mi secreto anhelo era encontrar espacio en el staff de alguno de los programas de revista o de entretenimiento, pero el destino o la suerte me llevaron al área de noticieros.

Mi función era redactar lo que a través de las agencias informativas llegaba y que entonces conocíamos como “cables informativos”; era leer todo el santo día –o jornada laboral-, de la información que se generaba en el mundo para redactar de manera resumida, las notas que se leerían durante los noticieros. Fue la primera vez que leí y escuché hablar de Mijaíl Gorbachov.

Y como de él, de Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Desmond Tutu, Nelson Mandela, Lech Walesa, Oscar Arias, Daniel Ortega. Una larga, lista de personajes mundiales y me empapé de lo que hacían; atestigüé (por decirlo de algún modo), muchos de sus logros y sus descalabros.

Algunos de ellos, como Reagan, Tatcher y Juan Pablo II, fueron víctimas de atentados, aunque para fortuna, ninguno murió a consecuencia de ello. De redactora me convertí, lo admito, en fan de ellos (menos, por supuesto, de Ortega).

Hoy, de la lista en comento, le tocó el turno de despedida a Gorby y no puedo menos que pensar en su legado: el fin de la Guerra Fría, la extinción de la URSS, la permisión de elecciones libres, de establecer relaciones diplomáticas con El Vaticano y por supuesto, de la Perestroika y el Glasnost.

De cómo sus acciones lo llevaron a adjudicarse un premio Nobel de Paz.

Por las cosas que yo, como muchos fuera de Rusia lo vimos como un héroe, fueron las mismas  por las que muchos, en casa, lo odiaron ya que no logró dar una mejor vida a sus habitantes.

Pero este listado de hazañas las hizo en sólo cinco años y todos sabemos que para que un país avance, se requiere mucho más que eso.

Aun siendo un hijo del Partido Comunista, pudo tener la visión y la voluntad de un mundo diferente lejos de los 70 años que le antecedieron, de corrupción y ausencia de libertad.

Sin ser un James Bond moderno como la propaganda pinta a Vladimir Putin, Gorbachov construyó su propia historia y pudo seguir viviendo en Moscú más allá de su gobierno; y siguió denunciando y criticando lo que consideraba retrocesos por parte de sus sucesores.

Me invade la nostalgia cuando digo que la década de los 80 fue por mucho, axial e innovadora, pacifista; no digo que no se hayan cometido mil y un errores, pero Gorby, como Tatcher, Reagan, George Bush padre, Shimon Peres en Israel, Yasser Arafat, con los Palestinos, cada uno abonó por hacer de este, un mejor mundo, o al menos un poco menos problemático.

Ojalá hubiera más líderes políticos interesados en construir puentes de paz, porque, como decía el obispo anglicano Desmond Tutu, son las buenas acciones las que alumbran al mundo.

Marie Curie aseguraba que “la mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones”; creo que, en el caso de Gorbachov, la vida sí fue lo suficientemente larga y lo suficientemente rica en acciones buenas y de trascendencia.

Adiós, Gorby.




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