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Opinión Editorial


¡Felicidades, Monterrey!


Publicación:20-09-2021
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Esta servidora, como muchísimo más, nací en la ciudad capital del estado, en el famoso Hospital Conchita, aún en pie.

Si no todos, al menos la mayoría de los nuevoleoneses nos sentimos regios; fuera de Nuevo León nadie contados son quienes nos dicen nuevoleoneses; prefieren decirnos regios y ser regio, no me dejará mentir ¡es genial!

Esta servidora, como muchísimo más, nací en la ciudad capital del estado, en el famoso Hospital Conchita, aún en pie.

Además de francos, tenemos –o al menos así nos ven fuera del terruño- un tono “golpeado” al hablar. Y no, no es que estemos enojados.

Para los regios, que llegue el fin de semana es sinónimo de reuniones familiares o de amigos, con carne asada, quesadillas y tortillas de harina. Esta situación se ha modificado un poco por pandemia, pero es nuestro sello.

En esta tierra, sólo hay de “dos sopas” futboleras. Y no me meto en camisa de once varas para no despertar el avispero justo después de un Clásico Regio. Y si hay algo por festejar en el futbol, el sitio por excelencia para hacerlo en grande, es la Macroplaza.

Ser regio es hablar con extranjerismos, es tener clima en casa y es tener hartos compadres o comadres.

Y aunque ni los mismos historiadores y cronistas se ponen de acuerdo sobre la fecha y sitio exacto de la fundación de la Ciudad, hoy, de manera oficial Monterrey celebra su 495 aniversario.

Ya sea en lo que hoy es el Obelisco o los Ojos de Agua de Santa Lucía por Zaragoza y Matamoros, el caso es que nuestra ciudad, de acuerdo con INEGI en el Censo 2020, tiene una población total 1 millón 142 mil 994 habitantes donde predominan las mujeres con el 50.6%; cuenta con 328 mil 908 viviendas habitadas y el 60 por ciento de los habitantes son económicamente activos.

Sí, con todas las limitantes que se le quiera encontrar, Monterrey sigue siendo un imán al que llega gente de otros estados del país en busca de una mejor calidad de vida, y cómo no si el 62 por ciento de los habitantes poseen automóvil; otro 90.8 por ciento cuenta con un celular y casi el 80 por ciento tiene acceso a Internet.

Sólo el 1.02 por ciento de la población se considera indígena y como lenguas diferentes al castellano destacan el náhuatl y el huasteco; además hay un altísimo nivel de alfabetismo que fluctúa entre el 97 y 98 por ciento de sus habitantes.

Hoy va mi pequeño desahogo editorial a celebrar un aniversario más de la ciudad en que vi la luz primera y que tantas “anclas” felices dejó en mi memoria.

Mis primeros años los viví en el mero Centro de la Ciudad, sobre la calle de Colegio Civil, entre Washington y Modesto Arreola.

Mis paseos habituales y las compras eran en el Mesón Estrella, el Mercado Juárez, la pastelería Monterrey, la iglesia del Roble y la Alameda; los cines a los que nos llevaban nuestros padres era el Juárez, Rodríguez, Elizondo, Montoya. Ni uno de estos centros de entretenimiento existe ya.

No cabe duda que la de este 2021 no es ni un ápice de la ciudad que fundaron ni visualizaron Diego de Montemayor o Luis Carvajal y de la Cueva; puede tener mil y un asegunes, pero coincidirá conmigo en que con todo y su contaminación sigue siendo un estupendo lugar para trabajar, para vivir y para salir a pasear.

No me queda, pues, más que decir ¡Felices 595, amado Monterrey!




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