banner edicion impresa

Opinión Editorial


El Rotoplas negro


Publicación:22-06-2021
version androidversion iphone

++--

Quién sabe, quizás por fin nos veamos en la necesidad de estrenar “el Rotoplas negro”

Para mi era como  un alberca pequeña de forma extraña. También llegué a pensar en una “tinota de agua” pero que le faltaba la agarradera. Podría servir  como un “vasote de plástico” con tapa, que se le podía llenar de agua ¿o por qué no? de  refresco Bimbo de manzana  o Barrilito  de ponche que eran los que me gustaban. Pero no era  nada de eso, era un artefacto moderno muy útil en Nuevo León para esa época de finales de los setenta y principios de los ochenta, en donde había una gran escasez del vital líquido  y precisamente  servía para almacenar agua. Le llamaban  “tinacos”.

Solo tenía 10 años en esa época, recuerdo que mi madre batallaba con los cortes de agua. Al principio era en las noches, después en las mañanas y también  había días que en las tardas, es decir, en ocasiones no había agua todo el día. Se la pasaba con las tinas esperando la llegada del agua, ya que en esa época ni siquiera te avisaban de los cortes de agua, además en nuestra familia no contábamos con la economía para comprar un tinaco.

Aunque para ser sincero, a mi no me era tan grave que nos cortaran el agua, al contrario, como buen niño buscabas no bañarte, aunque ya después de dos días de andar con los olores del verano  impregnados en  tu piel, venía el baño a la fuerza;  de “tinazo” con agua semicaliente que ponía en la estufa Doña Julia, mi madre. Me dejaba en el baño  un tina llena de agua y casi terminaba igual al final de bañarme; no es que no me gustara el agua,  era que  esa época había  que ser consciente  y no desperdiciar el vital líquido. 

A  principios  de los ochenta, la compañía Agua y Drenaje, ayudaría a solucionar el problema, al comprar miles de “tinacos” que por supuesto no se los regalarían al pueblo…pero generosamente, se los irían cobrando a las familias con el recibo de agua mes con mes. Es así como llegó a la casa el artefacto moderno que tenía nombre:  “Rotoplas”. Era todo de color negro, con sus letras grandotas y  blancas en el centro.   Ahora solo había un problema para tener agua todo el día, pagar la instalación  para subirlo al techo de mi casa y quedara funcionando “el Rotoplas negro”.

Pasó mucho tiempo para que mi madre,  viuda y con seis chamacos, pudiera juntar  el dinero para la instalación del “Rotoplas negro”. Cuando le faltaba poco llegó el    progreso a mi casa, así como al área metropolitana de Nuevo León. En 1984 el gobernador Alfonso Martínez Domínguez inauguraba lo que fue llamada “la obra del siglo”, la presa “Cerro Prieto” , que nos daría agua las 24 horas. 

Este “avance tecnológico” para el área metropolitana de Monterrey hizo que Doña Julia, se olvidara de subir “el Rotoplas negro” al techo de mi casa y aprovechara el dinero juntado para otra tantas necesidades que teníamos en esa época,  por lo cual mis hermanos y yo  aprovechamos para jugar con el artefacto negro que estaba en medio del patio de mi casa. Tenía múltiples usos, desde jugar a escondidas, hasta tratarlo de llenar de agua para convertirlo en alberca, no se si era de 1000 o más litros de agua, lo que sí se es que nunca lo pudimos llenar.

Ahora que anuncia el  gobierno el corte agua de nuevo, por lo cual  sufriremos en  toda la zona metropolitana la escasez del vital líquido y las pocas lluvias pronosticadas para este verano que llega, me he  tratado de acordar qué fue de aquel artefacto extraño  que compró mi madre en los ochentas, que nunca usamos. Quién sabe, quizás por fin nos veamos en la necesidad de estrenar “el  Rotoplas negro”.



« José Luis Galván Hernández »