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Opinión Editorial


El idioma español en México


Publicación:06-09-2021
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Era un dictado de sólo 10 palabras y un acento que muchos podrán considerar insignificante.

Tenía apenas 7 años y cursaba el segundo año de instrucción primaria cuando las maestras improvisaron un concurso de ortografía; era el 2º “A” contra el 2º “B”. No había más reglas que las que decidieron al vapor ambas profesoras. Fuimos sólo una alumna de cada grupo ¿y sabe qué? No gané.

Era un dictado de sólo 10 palabras y un acento que muchos podrán considerar insignificante –yo no, por supuesto- hizo la gran diferencia. La palabra era quedó, no quedo. Y aquí estoy yo, 48 años después, recordando aquel episodio que tuvo un sabor agridulce para mí.

Agrio porque mi contrincante se encargó de comunicarlo a todo su grupo y padecí la burla colectiva. Fue dulce, pues mi maestra Lila dijo que yo era una ganadora y por premio recibí un hermoso estuche de colores Prismacolor ¡qué maravilloso obsequio!

Amar el castellano y respetar su gramática y su ortografía –o al menos intentarlo-, fue para mí algo natural. Ya alguna vez compartí que Don Arturo me inculcó temprano la pasión por la lectura y leer me trajo como recompensa, al menos así lo veo, cometer cada vez menos equivocaciones al escribir, aunque no siempre lo he logrado. Y si las sigo cometiendo es porque el español es una lengua viva.

La Academia Mexicana de la Lengua celebra este mes de septiembre un año más de existencia. Nació el 12 de septiembre de 1875 y empezó operaciones en 1876 y desde entonces ha sido la responsable de velar por la conservación, la pureza y el perfeccionamiento de la lengua española, así como mantener una constante comunicación de carácter científico o literario con las academias e instituciones similares.

Hoy en día cuenta con 36 miembros y desde su inicio se ha preocupado por la investigación de la utilización de la lengua española en México, labor que ha cristalizado en la publicación de distintas obras de consulta entre las que destacan el Diccionario geográfico universal, el Refranero mexicano y el Diccionario de mexicanismos, entre muchas otras.

Sé que en los tiempos modernos que vivimos, tan digitales, ya se encuentran en desuso los diccionarios, pero en mi niñez era obligado poseerlo y consultarlo siempre que hubiera una duda.

Ya en las aulas universitarias, cierto maestro hizo una evaluación de nuestra ortografía. Fue un dictado de, creo, 100 palabras. Tuve dos desaciertos; uno de ellos era largueza, palabra que yo escribí con “s”; el otro vocablo no lo recuerdo.

Si hoy me he puesto reflexiva y hasta melancólica con mis memorias, es porque al fin periodista, busco ser pulcra en mi forma de hablar y escribir, aunque lo realmente mío sea lo segundo.

Y justo la Academia Mexicana de la Lengua tiene por objeto el estudio de la lengua española, en especial los modos de habla y escritura en México.

Si los diccionarios parecen artículos de museo, al menos la consulta en línea debería ser un hábito no sólo de quienes hacemos del escribir el pan nuestro de cada día; seguro muchos enriqueceríamos y tendríamos mejores herramientas sobre el uso de nuestra lengua nativa.

Enhorabuena por el aniversario 146 de la @AMLengua, por seguir trabajando por el español que hablamos en México y por su incursión en redes sociales, que democratizan y hacen sencilla la búsqueda y la consulta.




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