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Opinión Editorial


El fin de la emergencia sanitaria


Publicación:08-05-2023
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Quién nos iba a decir que llegaría el momento en que el mundo entero se pondría en pausa.

Quién nos iba a decir que llegaría el momento en que el mundo entero se pondría en pausa. Seguramente si alguien nos hubiera descrito semejante escenario cinco años atrás, no daríamos crédito. Pero el día nos llegó para enfrentar al Covid-19.

El 31 de diciembre del 2019 se documentó el primer caso en Wuhan, China, por parte de la Organización Mundial de la Salud; a México llegó el 27 de febrero del 2020 y a Nuevo León, unos días después, en marzo.

Pasaron apenas un par de semanas cuando las huestes de Hugo López Gatell nos mandaron a todos a casa y nos volvimos "locos", por la desinfección, la adquisición de gel, cubrebocas, pruebas rápidas.

Vivíamos al pendiente de las conferencias del subsecretario, del semáforo epidemiológico y estábamos a la expectativa de cuándo llegarían las vacunas que nos ayudarían a enfrentar el virus de una mejor manera.

Más que por paranoia, por prescripción de la autoridad sanitaria se obligó a la sana distancia, a "olvidarnos" del abrazo o de estrechar una mano.

Y el Internet se volvió nuestro nuevo "mejor amigo"; para la mayoría de actividades como surtir el súper, hacer pagos o compras y hasta para seguir en contacto laboral o familiar, se requería de un gadget.

Es triste echar el vistazo para contabilizar cuántos amigos, familiares, vecinos o conocidos perdieron la batalla frente al Covid-19.

Y cuántos viven o vivimos con secuelas traducidas en estrés, orfandad, caída del cabello, pérdida de la visión. La lista es densa.

El 5 de mayo del 2023, la OMS anunció el fin del Covid-19 como una emergencia sanitaria; no significa que ya no exista el virus, pero sí que dejó de tener las dimensiones de una calamidad al ir bajando la curva de decesos durante el último año.

Tres años después sigue la interrogante de si el Covid-19 fue resultado de algo "natural" o de un experimento de laboratorio; la cifra oficial de víctimas mortales citadas por la OMS asciende a 7 millones, pero la propia institución dice que en realidad es "probable", que esta ascienda a 20 millones.

El virus cambió nuestra forma de interactuar; hablaré a título personal cuando digo que cambió mi forma de ver el mundo, de valorar otras tantas, especialmente la salud y a nuestros seres queridos.

Hoy, aún sin que nadie nos lo diga, cargo mi gel antibacterial a todos lados, sigo desinfectando mi casa, mi calzado, mi sitio de trabajo.

Y la verdad es que también nos abre la visión de que, si los últimos tres años vivimos y sufrimos con el Covid, podrían llegar nuevas enfermedades de dimensiones pandémicas para las que hay que estar preparados.

No es mi intención ser alarmista, aclaro.

Considero que medianamente, la autoridad debe prever tener una partida para contingencias relacionadas con la salud, planes de acción efectivos y expeditos para no dar nuevos "palos de ciego".

El Covid-19 debió, además de tragedia, dejarnos alguna lección.




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