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Opinión Editorial


Democracia en riesgo


Publicación:13-02-2021
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No puede haber negociaciones viables cuando las partes no están dispuestas a ceder en algo

Las declaraciones del líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, respecto a que escuchará a los expertos "pero no quitará el dedo del renglón" sobre el tema de la regulación de las redes sociales, más la declaración del presidente López Obrador expresada en la mañanera del martes nueve de febrero respecto a "que no se le cambiará ni una coma (a la ley de la industria eléctrica) pese a que el Congreso está organizando un parlamento abierto" y además reiterar, que "está bien que haya controversia… pero no le vamos a cambiar nada", nos muestran el verdadero espíritu antidemocrático de la 4T.

Ambas declaraciones coincidiendo en un mismo momento, respecto a dos temas totalmente diferentes y expresados por dos actores políticos del más alto nivel nos reflejan una actitud autoritaria que no muestra el mínimo respeto por quien tenga una opinión diferente.

Por una parte ambos, el presidente López Obrador y Monreal, expresan que su decisión respecto a energía sustentable y redes sociales está tomada y por otra, alentan al diálogo… ¿dialogo para qué?.

Es sintomático que en el protocolo político mexicano la palabra "dialogo" es de uso cotidiano. Sin embargo, las negociaciones terminan siendo monólogos con talante autoritario, amenazante e intimidatorio practicados por cada una de las partes.

No puede haber negociaciones viables cuando las partes no están dispuestas a ceder en algo.

Buscando orígenes de esta actitud antidemocrática vemos que en la idiosincrasia mexicana está enraizado el gen del autoritarismo y esto es evidente, pues no se podría esperar algo diferente de una sociedad regida por la individualidad, donde la voluntad y caprichos personales están por encima de los intereses de la sociedad. El mexicano tiende a exigir el respeto de la ley cuando se aplica en los demás, pero cuando le afecta en lo personal se resiste a ella.

Sin embargo, el gen autoritario está resurgiendo y ello alimenta la prisa por derribar todos los obstáculos que se interponen a los caprichos personales.

Lo grave no es que esto suceda, pues puede acontecer en cualquier país del mundo. El juicio político que en Estados Unidos se está llevando en contra del presidente Trump muestra que el poder absolutista puede trastocar la mente. Lo grave es que en México la sociedad acepte el autoritarismo, incluso con beneplácito, dándole el significado de reivindicación social emprendida por un libertador.

Debemos reconocer que en este país de grandes desigualdades económicas, sociales y educativas las grandes mayorías de población están más preocupadas por resolver las carencias de su presente inmediato que pensar en cómo prepararse para tener un mejor futuro. Por ello, más vale un cheque recibido hoy para resolver lo urgente, que la búsqueda de soluciones de fondo a mediano plazo.

A cambio de cheques de seguridad social, que no son más que paliativos para la pobreza, las grandes mayorías convertidas en una gran "reserva electoral" dejan las grandes decisiones nacionales en manos de una clase política que gobierna en su beneficio personal y sin compromiso social, aunque su mensaje cotidiano sea "primero los pobres".

¿Cómo entender que se hayan reducido presupuestos para atención inmediata de enfermos, así como compra de medicinas, apoyo al sector productivo del país y por otra parte se cree una infraestructura alrededor de un cargo frívolo y superficial como el de "gobernador de Palacio Nacional" y sin embargo, no haya rechazo público?

La democracia moderna se sustenta en instituciones fuertes e independientes, que se convierten en un contrapeso para las personas que gobiernan. Sin embargo, el intento de desmantelamiento de las instituciones que se fueron creando a partir del año 1990, tomando como referencia la creación del IFE, así como la CNDH en 1992 y el IFAI en 2002, entre otras, nos pinta un futuro autocrático y autoritario si no hacemos valer el estado de derecho y respeto para nuestra democracia.

¿Y a usted qué le parece?

Twitter: @homsricardo



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