¿Qué, de las pequeñas cosas, situaciones cotidianas lo hacen feliz?

Mi madre acaba de cumplir 82 años y me siento honrada de contarla aún entre nosotros. Eso, definitivamente, me hace feliz.

Tomar café, jugar a la lotería mexicana, comer el mole que nos prepara (con carne de res) y por supuesto, los abrazos y la bendición que me da cuando nos despedimos, también me hace feliz.

Coincidir (más especialmente desde la pandemia), con la familia, con los amigos; románticamente, ver un paisaje, un atardecer, el mar, son situaciones de disfrute que elevan la sensación de paz y de felicidad.

En unos días más, el 20 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Felicidad, una efeméride proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas.

La felicidad, ya se sabe, es un sentimiento individual, que se manifiesta de distintas formas en cada persona, sin embargo, no deja de ser una fuerte sensación de plenitud.

Esta es una fecha simbólica para conmemorar la importancia que tiene la felicidad como parte integral en el desarrollo y bienestar de todos los seres humanos.

La fecha surge a propuesta del Reino de Bután, un pequeño país del sur de Asia, donde el rey, creó hace más de cuatro décadas, el concepto de Felicidad Nacional Bruta (FNB).

Bután, un país budista con menos de un millón de habitantes, se conoce como el país más feliz del mundo.

Para la medición del índice de la felicidad se toman en cuenta cuatro pilares que son el desarrollo económico, la preservación ecológica, la preservación cultural y el buen gobierno.

Dentro de estas, se toman en cuenta el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad de la comunidad, la diversidad cultural, la resiliencia ecológica, estándares de vida, salud, educación y buen gobierno.

En Bután, cuando se habla de felicidad, se refiere a satisfacción con la vida, con lo que se quiere lograr y cómo.

Si un país aparentemente pequeño, tiene semejante forma de gobernar ¿qué impide que más gobiernos emulen esta política pública? Seguro es por eso que la ONU decidió a través de la Asamblea, replicar este modelo a nivel mundial.

Como ya hemos dicho, la felicidad es un sentimiento individual. Bajo este concepto, hacer lo que nos gusta, como practicar un deporte, cambiar el look, disfrutar de nuestras personas favoritas, el 20 de marzo o cualquier otro día, es una buena forma de celebrar el Día de la Felicidad.

Esta es una fecha que invita a celebrar, quizá agradecer, sonreír, soñar y creer en un mejor futuro para nosotros y para las generaciones que vienen empujando.

Ojalá que más naciones siguieran el ejemplo de Bután, pero mientras esto no deja de ser solo un buen deseo y cristaliza como política pública universal, usted, su familia, sus amigos, yo, busquemos nuestra propia forma de ser feliz.

En el mayor de los casos ser feliz es una decisión que no implica dinero (en muchas ocasiones) , tal y como lo decía el escritor y diplomático francés René de Chateaubriand: "La verdadera felicidad cuesta poco. Si es cara, no es de buena clase".