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Opinión Editorial


Alegría


Publicación:31-07-2023
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"El corazón alegre hace tanto bien como el mejor medicamento"

Comienza agosto, uno de los meses más calurosos del año, la cúspide del verano y al menos en México, es un mes de vacaciones para los alumnos de educación básica, así que al menos para los peques, todo es alegría.

La alegría, a decir de los psicólogos, es una emoción pasajera que se manifiesta por medio de la risa o la sonrisa, pero también puede manifestarse con aplausos, saltos, bailes, abrazos.

Justo este primero de agosto se celebra el Día de la Alegría, que sirve para reflexionar sobre la importancia de tener presente ese sentimiento en cada momento de la vida y su poder transformador. Es una fecha relativamente joven y comenzó celebrándose sólo en países sudamericanos; hoy ya es una celebración universal.

Lo que motiva nuestra personal alegría, dependerá de la persona a la cual se le pregunte: para unos será una puesta de sol, para otros un café; para otros más, la lluvia, la familia o leer un libro, la lista podría ser interminable.

Si alguien hubo lleno de sabiduría, ese fue el rey Salomón, hijo de David, quien dijo que "un corazón alegre hace tanto bien como el mejor medicamento", y creo que, a lo largo de la historia, esta reflexión se ha demostrado en la vida cotidiana.

Como siempre puntualizo, para una emoción no se ocupa sólo una hoja del calendario, pero, ya que existe, hagámosla valer, visibilicemos las buenas vibras, las cosas positivas que abonan a una vida más amorosa, más en paz.

Si este verano tenemos a los peques en casa, organicemos actividades que fortalezcan nuestra relación con quienes nos sucederán en el árbol familiar; cosas tan sencillas como cocinar, distribuir pequeñas tareas, sentarnos a platicar con ellos, quizá dibujar, son cosas que robustecen un corazón alegre.

Si tenemos a nuestros padres o nuestros abuelos, llenémonos de su sapiencia, compartamos recetas, anécdotas; revivamos pequeñas historias o lancémonos a la aventura de un viaje rápido.

Aunque el calor nos demuestre que cada día se puede batir un nuevo récord en el termómetro –sea cual sea la latitud del planeta en que se encuentre- y en zonas como Nuevo León donde padecemos crisis del agua, donde también hay incendios forestales, no hay que dejar que eso merme nuestro tarro personal de alegría.

Le voy a compartir un pequeño y sencillo anhelo: desde que supe de los plantíos de girasoles en Laguna de Sánchez, estoy que muero por lanzarme a llenarme del color amarillo. Para mí, los girasoles son alegría, luminosidad, majestuosidad, belleza; y si verlos en una fotografía o reel me enamora, cuánto más lo será cuando pueda verlos mecer, tocarlos, admirarlos.

Si le comparto mi desahogo es porque quisiera hacerme entender que estar alegre no requiere de mucho, sólo se trata de querer hacerlo.

Dicen los especialistas de la salud que una persona alegre rinde más, tiende a estar más sano, a superar las dificultades, y a provocar alegría a las personas que tiene alrededor.

Si la alegría es contagiosa, compartámosla para haya más personas alegres en el mundo.



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