banner edicion impresa

Opinión Editorial


Actitudes


Publicación:28-02-2022
version androidversion iphone

++--

Creo que hablo por muchos cuando digo que la guerra ni es el camino; ni es un escenario que quisiéramos ver, mucho menos vivir.

Creo que hablo por muchos cuando digo que la guerra ni es el camino; ni es un escenario que quisiéramos ver, mucho menos vivir.

El conflicto entre Ucrania y Rusia, del cual nadie se soslaya por estar en todos los medios de difusión, impresos y digitales, nos deja muchas lecturas y muchas reflexiones.

Ucrania es una nación localizada en Europa Central con una población de poco más de 41 millones de habitantes que en su mayoría son católicos; Ucrania no es el mejor lugar para hacer negocios; sus habitantes tienen un muy bajo nivel de vida y muchos de esos habitantes consideran que tienen un gobierno corrupto.

Las diferencias de Ucrania con Rusia no son nuevas, se vienen “cocinando” desde 2014, cuando el gobierno de Moscú tomó el control del territorio ucraniano de Crimea y apoyó a fuerzas separatistas en Donetsk y Luhansk.

Esta semana, seguro lo vio usted, Vladimir Putin decidió ir más allá y los ucranianos decidieron salir de la zona bélica buscando sitios seguros para sus familias, pero ¿sabe qué más vi?

Como preludio le digo que me duele saber de la pérdida de vidas humanas; pero hubo algo más que me conmovió hasta la médula al ver videos y fotografías que recorrieron el mundo.

Y es que aún en tremenda circunstancia, las familias que buscaban ponerse a salvo lo hicieron acompañados de sus seres queridos, pero también de sus mascotas -o animales de compañía, si prefiere decirlo así-.

“La grandeza de una nación y su programa moral pueden juzgarse por la manera en que tratan a sus animales”, decía Mahatma Gandhi. Todas las escenas que vimos, habla por sí solas.

No dudo que los residentes ucranianos consideren a sus mascotas como parte de su familia ampliada, pero lo que vi habla de una amplia conciencia de la defensa, protección y amor a los animales y un enorme respeto por toda forma de vida.

Naciones vecinas como Polonia y Rumania abrieron sus fronteras para el éxodo de personas que huyen de la guerra y que además van acompañadas de sus mascotas, ofreciéndoles refugios temporales.

De acuerdo con la Asociación Protección Animal Mundial, se estima que en el mundo hay unos 700 millones de perros; ni qué decir de gatos, aves, reptiles o insectos que sirven de compañía a las personas.

Desconozco cuántos de esos perros, gatos y demás animales vivan en Ucrania, pero sin duda es conmovedor ver cómo sus dueños se preocupan de que las mascotas no sean otras tantas víctimas de este escenario bélico.

Es por ello que me gustaría cerrar estas líneas con una frase de Víktor Frankl tomada de su libro “El hombre en busca de sentido”, respecto a cómo cada cual, no importa cuál sea el escenario, bueno, malo o terrible, decide cómo vivirlo.

“A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino”.




« El Porvenir »