Opinión Editorial
¿A dónde van? ¿Dónde están?
Publicación:04-10-2022
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Nuestro pueblo sufre el eterno peregrinar de un campo militar, a la morgue, a las cárceles clandestinas, en los desiertos desterrando cadáveres
¿A dónde van? El camino es largo, tan cansado, son más de cincuenta años y siguen por las calles, en las marchas; ahora están abuelas, madres, hermanas, padres; algunos ya muy viejos, otros familiares jóvenes que comienzan es peregrinar. Les lloran a los estudiantes del 68, les faltan los 43 de Ayotzinapa y a diario extrañan a la hija desparecida. Y si, no se olvida el 2 de octubre, el 26 de septiembre, tampoco se olvida que el año pasado casi 10 mujeres al día desaparecieron en nuestro país.
Nuestro pueblo sufre el eterno peregrinar de un campo militar, a la morgue, a las cárceles clandestinas, en los desiertos desterrando cadáveres, la ruta del dolor continua. Los gobiernos cambian, pero las muertes, los desparecidos no. Se escuchan discursos huecos de políticos prometiendo justica, renuncias de fiscales ¿cuántos militares serán juzgados? Un exprocurador de la república es llevado a la cárcel ¿Por cuánto tiempo? Pero los desparecidos: ¿Dónde están?
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos” es el grito desgarrador por instantes, monótono en algunas ocasiones que se carcome de tanto exigir y no encontrar eco o repuesta en las autoridades. El cinismo se hace presente cuando el gobernante en turno se une al reclamo, a la marcha o pide disculpas, pero ¿Y la justica, ¿Dónde está?
Entonces se inventan una “verdad histórica”, “comisión de la vedad”; por que no son capaces de enfrentar la realidad, de decirles a los familiares que ellos como gobierno son parte de esas desapariciones “por acción u omisión” son culpables, por lo cual politizan y burocratizan los hechos con “sus verdades”; pero la única verdad es que ell@s ya no están, y lo cruel es que el tiempo nos dice que la historia se repite, con otros estudiantes, con más mujeres que no sabemos dónde están.
Al final quiero pensar que es necesario que sigan las marchas y quizás año, con año lleguen algunos espíritus caminando a lado de todas esas madres, entonces el cansancio se amortigua, llegarán a sus casas para dormir y ahí se harán presentes en el sueño, seguirán vivos, se podrán abrazar. A la mañana siguiente, cuando se pregunten de nuevo ¿Dónde están? Sabrán con certeza que en sus corazones, también sabrán a donde ir a seguir buscando justica para que no vuelva a pasar jamás. “Ni un@ más”.
« José Luis Galván Hernández »