Cada 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se ha convertido en una jornada de lucha colectiva para poner fin a este tipo de violencia machista.

        A nivel mundial la violencia contra niñas, adolescentes, jóvenes y adultas es la más generalizada. Una de cada tres mujeres ha sido víctima y, lo peor, cada diez minutos una mujer es asesinada. El año pasado, 51 mil mujeres murieron a manos de sus parejas u otros miembros de su familia en todo el mundo.

        A nivel nacional de cada tres familias, dos sufren violencia y de cada cien personas que han sufrido violación a sus derechos, 96 son mujeres. La cifra que más alarma es que cada día diez mujeres son asesinadas en México. 

        A nivel estatal los casos de violencia registrados de enero a junio de este año, asciende a 35 mil 700. De ellos, el 53 por ciento fuera del hogar y el 47 por ciento en el ámbito familiar. En lo que va del año se han cometido 156 homicidios de mujeres, 55 de ellos calificados como feminicidios.

        Se trata de un problema estructural agravado en todos los entornos, inclusive los espacios virtuales, lo cual nos obliga a preguntarnos ¿qué estamos haciendo para prevenir, castigar y acabar con la violencia hacia las mujeres?

        En primer lugar, consideramos que en el actual proceso de construcción del Segundo Piso de la Cuarta Transformación de la República, encabezado por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la transformación más importante será la que tiene que ver con la erradicación de la violencia contra las mujeres.

        Debemos empujar fuerte, desde todo el país y desde Nuevo León también, las propuestas más efectivas para prevenir y evitar la violencia, financiar políticas públicas e invertir en planes de acción para combatir la impunidad y hacer justicia.

        La lucha para eliminar la violencia machista, herencia del sistema patriarcal, capitalista y neoliberal, implica lograr la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, así como desterrar definitivamente la discriminación, la opresión y la explotación, así como erradicar el racismo y el clasismo para ser valoradas como iguales en derechos, pero diferentes en conciencia. 

        Nos tardamos 200 años para que una mujer llegara a la Presidencia, por lo cual la histórica lucha para vivir una vida libre de violencia, requiere impulsar políticas afirmativas tendientes a generar una cultura de respeto a los derechos humanos universales y conlleva avanzar en el desarrollo integral de las comunidades para que haya paz en cada hogar y entre cada pareja.

        La eduación de las mujeres es la mejor inversión que pueblo y gobierno pueden hacer, debido al efecto multiplicador de la mujer en la sociedad, siendo determinante reforzar en el sistema educativo los contenidos de respeto a los derechos humanos, desde la educación inicial hasta la superior.

        Resulta esencial promover la cultura de la paz, indispensable para que cada persona desarrolle sus potencialidades y genere una mentalidad no violenta como forma de comunicación y suprima atavismos patriarcales en un ambiente no sólo de tolerancia, sino de respeto a la diversidad.

        Es de reconocer, en las últimas décadas, el movimiento feminista logró cambios en materia social, política, económica y cultural, todo lo cual permitió transformar algunas condiciones estructurales e históricas de desigualdad y opresión. Empero, esta realidad no ha sido posible para la gran mayoría de las mujeres de nuestro país, ni siquiera de nuestro Estado, ya que la violencia de género sigue permeando en las relaciones personales y colectivas.    

    Conmemorar por ello a las hermanas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal cada 25 de noviembre, es rendir homenaje a quienes dieron origen al 25N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, declarado por la ONU en 1999, pero fundamentalmente significa nunca olvidar que fueron asesinadas por la policía secreta del dictador Rafael Leónidas Trujillo, porque luchaban por sus libertades.

        Es tiempo de mujeres y para vivir libres y sin miedos tenemos la enorme responsabilidad de trabajar unidas y comprometidas, todas juntas con la Presidenta de México, en la gran causa de transformar a México en otra mejor sociedad posible, donde la justicia, la verdad, la dignidad, la libertad, la igualdad, la equidad, la paz y el empoderamiento de las mujeres cobren plena realidad en hogares, calles, plazas, barrios, colonias, ejidos, comunidades, escuelas, fábricas, iglesias y todo tipo de espacios públicos y privados.