Opinión Editorial
23 de marzo.
Publicación:27-03-2024
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En ocasiones, se puede percibir en sus ojos y en su manera de hablar el dolor, el vacío y la orfandad que la política ha traído consigo
El aire se llenaba de un dulce alboroto aquel día, con la emoción de la espera. El sol brillaba con un resplandor especial, mientras los pájaros cantaban en los árboles cercanos, el aroma de las flores nos anunciaba que había llegado la primavera, como también recibíamos a un nuevo miembro en la familia. El llanto del recién nacido se escuchaba como la melodía más hermosa jamás entonada, era el llanto de la vida. Con lágrimas de felicidad en los ojos, mamá, junto con mi padre anunció con orgullo el nombre de nuestro querido hermano menor: David Roberto, que llego un 23 de marzo, hace 45 años.
Quince años después en esa misma fecha, el bullicio de un mitin político estremeció a el país con el sonido de unos disparos. En Lomas Taurinas, Tijuana, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el candidato presidencial del PRI, cayó muerto por un acto de violencia incomprensible; el casi presidente, era abatido por Mario Aburto, "un asesino solitario" pero quizás detrás de él, estaba todo el sistema político; que cometían un fratricidio, el PRI se quedó huérfano, enlutando a una familia y aun niño en especial, de tan solo nueve años que en ese momento concia la orfandad: Luis Donaldo Colosio Riojas.
Aquel día, el niño frágil e inocente, de nueve años, quedaba huérfano debido a el magnicidio político. ¿Pero qué sucedió después de 30 años? Ese pequeño se convierte en un hombre resiliente, ahora convertido en político. Actualmente, ocupa el cargo de presidente municipal de Monterrey y es candidato al Senado de la República. En ocasiones, se puede percibir en sus ojos y en su manera de hablar el dolor, el vacío y la orfandad que la política ha traído consigo. Sin embargo, es en la política donde encuentra su razón de ser, donde respira y vive, a pesar de las adversidades.
Este 23 de marzo se me cruzaron los recuerdos, de lo maravilloso que es la vida, que a su vez te recuerda que ahí siempre a lado, atrasito le sigue la muerte. "Donde hay vida, siempre llega la muerte". Me veo de tan solo nueve años, cargando a un bebé, mi madre, doña Julia, me prestó por un momento a mi hermano menor. Y al tenerlo pude sentir esa fragilidad, esa ternura, oler su inocencia, sentir su espíritu, su corazón latir junto al mío.
También recuerdo ver a papá emocionado, cargando a David, el hermanito menor. Ya se quejaba de ciertos dolores. No sabia porque , pero después de unos meses para ser exactos, tres meses, sus malestares lo llevaron al hospital del cual no saldría . Un seis de junio de hace 45 años , mi hermano recién nacido se quedaba huérfano al igual que todos nosotros, pero David, sin un solo recuerdo de su padre que nunca conoció. "Donde hay vida siempre llega la muerte".
De igual manera después de ese 23 de marzo de 1994, el niño Luis Donaldo, lo perseguía la muerte porque ocho meses después del asesinato de su padre, su mamá también murió a causa de un cáncer. "La vida" o el destino lo dejaba doblemente huérfano, quizás a esa edad no se entiende nada, sin embargo por su abuelo siguió envuelto en un ambiente de política, aunque ese sistema se moría , se descomponía pero treinta años después cargando a cuestas esa orfandad ahí esta de pie, luchando todavía con la eterna agonía del PRI.
También a David le tocó esa doble orfandad, al morir mamá unos años después. Por supuesto, no ha sido fácil, pero siempre ha poseído una gran resiliencia. Ahí va cuesta arriba, cargando a veces el dolor del recuerdo de la muerte de mamá o el enojo por no tener un recuerdo de papá. Aunque después de nueve lustros, está con salud. Hoy, más que nunca, quiero decirle que aquí estamos, sus hermanas y hermanos. No olvidamos ese maravilloso 23 de marzo que llegó a formar parte de nuestra familia. David, nuestro hermano menor: Davichito.
« José Luis Galván Hernández »