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Europa quiere construir el primer centro de datos en el espacio
Publicación:11-01-2024
TEMA: #Tecnologia
Aunque suene a ciencia ficción, esto es precisamente lo que pretende el nuevo «Project ASCEND» una nueva iniciativa de la Unión Europea.
No es la primera vez que contamos cómo cada vez son más las empresas y administraciones públicas a las que les preocupa la forma en la que los centros de datos pueden ser más sostenibles. Pero lo que desde luego no pensábamos es que una de las ideas en las que se está trabajando, es en la posibilidad de que los CPD en encuentren su «nuevo hogar» en el espacio.
Aunque suene a ciencia ficción, esto es precisamente lo que pretende el nuevo «Project ASCEND» una nueva iniciativa de la Unión Europea en la que innovación, soberanía del dato y sostenibilidad estrechan lazos. El proyecto, que arrancó en enero del año pasado y que si todo va bien, cumplirá con su objetivo este próximo mes de abril, busca revolucionar la forma en la que se procesan y transmiten datos a la Tierra desde el espacio; además quiere demostrar qu los futuros CPDs espaciales reducirían de forma exponencial el impacto ambiental que actualmente tienen (en la Tierra) este tipo de instalaciones.
Sus promotores, el consorcio Thales Alenia Space (el mayor fabricante de satélites europeo), asegura que la instalación de grandes infraestructuras espaciales modulares, el contar con energía solar «ilimitada», comunicaciones ópticas de alto rendimiento y la democratización de los nuevos lanzamientos, podría situar a Europa entre los líderes de la nueva «carrera espacial».
¿De verdad es sostenible la computación en el espacio?
La idea de que el impacto medio ambiental de los centros de datos en la Tierra se puede trasladar al espacio exterior es desde luego ambiciosa, pero no deja de llamar la atención tanto por su enorme complejidad, como porque no está del todo claro cómo de sostenible podría ser esta nueva era de la computación espacial.
Y es que seamos sinceros: pocas personas podrían defender abiertamente que lanzar un cohete al espacio sea un proceso precisamente ecológico. Se necesitan más de 400.000 litros de combustible para poner en órbita un cohete como el Falcon 9 de SpaceX. Y una vez en órbita, si es necesario realizar tareas de mantenimiento in situ o reparar cualquier pieza, el enviar un ingeniero-astronauta a comprobar por qué falla el backup no parece tampoco una operación especialmente ágil de llevar a cabo.
No son los únicos inconvenientes. Por muy sofisticado que sean estos centros de datos espaciales, seguirán estando situados a más de 35.000 kilómetros de la Tierra, por lo que dado además que la fibra óptica no es una opción, seguiremos teniendo latencias considerables, por no hablar de que las comunicaciones podrían verse afectadas por interferencias atmosféricas, o incluso electromagnéticas, provocadas en este caso por llamaradas solares.
Si a esto se le suma el hecho de que el CPD podría en algún momento recibir el impacto de parte de la creciente basura espacial que orbita entorno a la Tierra, los riesgos a los que se enfrenta el proyecto parecen gigantescos.
Por supuesto de todo ello son muy conscientes en Thales Alenia Space. Pero aún así, Yves Durand, director de tecnología de este consorcio internacional, se muestra confiado sobre las posibilidades de éxito y recientemente explicaba que «el espacio es cada vez más importante. Captamos muchos datos sobre medio ambiente, los satélites toman fotos de planeta, observamos la Tierra en busca de posibles problemas (como incendios, terremotos...) y todo ello nos obliga a reaccionar con rapidez. Así que tener el procesamiento y el almacenamiento de datos de todo eso en el espacio tiene mucho sentido. Es un proyecto ambicioso, pero nos dará una perspectiva de lo que debemos hacer en términos de fabricación de servidores y componentes electrónicos que puedan soportar esas condiciones. Y tener centros de datos en el espacio debería permitirnos integrar los activos espaciales en un entorno de nube más global».
Un CPD en la ISS
En una primera fase, el proyecto contempla la instalación de un pequeño servidor en la Estación Espacial Internacional (ISS), en un experimento en el que la compañía contará con la colaboración de Microsoft. Serán los de Redmond en este sentido, los que implementen los componentes e integren el CPD en su cloud. Además contará con sensores y cámaras para que los ingenieros puedan monitorizar su estado desde la Tierra y decidan qué cargas pueden desplegarse, sin necesidad de tener que viajar hasta la estación espacial.
Si más o menos está clara la forma en la que el CPD va a «viajar» hasta el espacio, aún se está trabajando en la forma en la que se va a desplegar una vez llegue al módulo espacial, o de qué forma se realizarían las más que probables tareas de mantenimiento, sobre todo aquellas que no puedan ser realizadas a distancia.
Tal y como abunda Durand, para esta tarea contarán con el apoyo del Instituto Alem´án de Robótica y Mecatrónica (DLR), que será el encargado de investigar las posibilidades reales de utilizar robots para poner en marcha el centro de datos y proporcionar el mantenimiento necesario cuando se requiera. Por otro lado, también puede ser todo un desafío conseguir que un centro de datos con una capacidad de procesamiento significativa, puedan funcionar utilizando exclusivamente energía solar, así que este será uno de los primeros experimentos se pongan en marcha.
Responder a todos estos interrogantes y conseguir un primer «producto mínimamente viable» es desde luego el primer paso si a lo que aspira Europa es convertirse en una potencia de la futura (tal vez en 2050) computación espacial. Para entonces es probable que los centros de datos que utilicemos sean muy diferentes a los que conocemos ahora, que sus requisitos energéticos sean mucho menores o que realmente se pueda hacer más con menos. ¿Quién sabe? Hasta entonces, el desafío sigue siendo formidable, también desde el punto de vista medio ambiental.
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