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Liceaga explora el olvido social ante las niñas cuidadoras

Liceaga explora el olvido social ante las niñas cuidadoras


Publicación:15-05-2023
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Elvira Liceaga parte de lo vivencial

CIUDAD DE MÉXICO.- Las violencias machistas son muchas y tienen muchos matices, asegura la escritora Elvira Liceaga , quien las explora desde la maternidad y la negativa de las mujeres a maternar en su novela "Las vigilantes" (Lumen), en la que coloca a tres mujeres: Catalina, Julia —madre e hija— y Silvia —una joven embarazada que dará a su hija en adopción—, ante algunas de las grandes cuestiones: cómo es nuestra relación con ese origen que es la madre y el cuidado, a veces vigilante, del otro.
"Creo que cuando a las violencias machistas las agrupamos o generalizamos, nos cegamos de ver algunas batallas que necesitamos luchar", señala Liceaga al evidenciar otra violencia, mucho más soterrada y menos afrontada, contra las mujeres que deben cuidar de hermanos y padres.
"La cantidad de niñas que dejan la escuela en este país por quedarse a cuidar a sus hermanos es alarmante y la cantidad de chicas que no pueden elegir un camino propio porque se tienen que quedar en casa es horrorosa, ¿qué hacemos como sociedad para redistribuir los cuidados?, ¿qué hacemos como sociedad para apoyar a que estas niñas puedan tener una vida autogestiva?, ¿qué no estamos haciendo?", afirma.
En "Las vigilantes" Elvira Liceaga explora ese "punto ciego" de la sociedad, "me interesa explorar por qué hemos construido una sociedad que se olvida de tantas niñas en ciudades y en comunidades; me interesa evidenciar que hay un olvido ahí, que es un problema estructural, pero también social de cómo percibimos las vidas que consideramos que son importantes y que es una violencia estructural y social".
La novela nació de la relación de Julia con la escritura, que es una relación en la cual ella fracasa constantemente, y de la relación de Julia con su madre, Catalina, que es una terapeuta jubilada. Julia regresa a México luego de estar varios años en el extranjero, la madre ya no está dispuesta a volver a jugar el roll de cuidadora y Julia enfrenta cuidarse por sí misma. En ese regreso conoce a Silvia, que está embarazada y va a dar a su hija en adopción.
"No hay una maternidad, sino muchas maternidades, y a mí me interesaban las madres que no quieren ser madres pero que son madres", dice Liceaga.
Además, aborda la ausencia de los hijos, "el hijo del que nos despedimos cuando lo damos en adopción, el hijo que falleció, la hija que asesinaron, me interesaba explorar como con un microscopio cuáles son las formas de hacer la vida vivible después de una tragedia como perder a un hijo, y parte de lo que la novela explora es cómo nos cuidamos las unas a las otras y cómo a veces en ese cuidado hay verticalidades".
Elvira Liceaga parte de lo vivencial, "en mi familia se han vivido muchos duelos por muertes infantiles y desde luego esas heridas, esos dolores han permeado a la ficción que escribí. Es mi peor pesadilla y me interesa mostrar cómo se vive con esa ausencia y con las cicatrices que nunca van a terminar de sanar".


« El Universal »