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Opinión Editorial


Sheinbaum: un misterio insondable


Publicación:18-03-2024
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Juro estimado lector y lectora, que en los últimos días no he podido conciliar el sueño. Realizando un autoanálisis.

Juro estimado lector y lectora, que en los últimos días no he podido conciliar el sueño. Realizando un autoanálisis del porqué de esta anomalía neuropsiquiátrica, he llegado a la conclusión de que un monto considerable de ansiedad recorre mis neuronas y no permiten el sosiego necesario para lograr recuperar el tan valioso ciclo de sueño-vigilia.

A más ahondamiento del caso podría decir que lo que realmente me inquieta es poder conocer más a fondo a las candidatas que pretenden gobernar nuestro hermoso país. El caso de la opositora no me preocupa tanto, considerando que tiene mucha capacidad de expresión verbal que demuestra con interesantes declaraciones que realiza de manera sistemática a lo largo de su campaña.

El autoanálisis ya mencionado me descubrió la verdad verdadera de mi insomnio que podría resumir con las siguientes interrogantes: ¿Quién es en realidad Claudia Sheinbaum? ¿Qué piensa del país? ¿Qué representa López Obrador más allá del convencionalismo oficial? ¿Cómo se concibe a sí misma como mujer que aspira a un cargo de tan alta envergadura? ¿Cómo es su mística del poder? ¿Cuál es su estilo personal para ejercerlo?

Para contrarrestar este maldito desvelo crónico, trataré de dar sucinta respuesta a cada una de las ya mencionadas incógnitas:

¿Quién es en realidad Claudia Sheinbaum? Sabemos que es una militante de izquierda, que se formó políticamente en el ámbito universitario. Pero ahondando un poco más, podemos pensar que realmente ella ya llegó convencida de los planteamientos derivados del materialismo histórico. Es muy probable que haya sido adoctrinada por el grupo familiar a favor de esta orientación ideológica. Esto significa que la ideología de izquierda forma parte de una estructura mental fanática, es decir, la ideología ocupó en su cerebro el lugar de la religión. Su ideología política se basa en dogmas profundamente instalados en su subconsciente, ella está programada para pensar y sentir como militante de izquierda, y este condicionamiento mental fue llevado a cabo, de manera inconsciente, por parte del grupo familiar, considerando todos los mecanismos psicológicos tempranos que se juegan en estos vínculos familiares primarios.

¿Qué piensa del país? Ella sabe que requiere de una profunda transformación, pero para ello necesita de la prosperidad económica. El camino trazado por el padre político está muy equivocado y ella lo sabe, pero no puede contradecirlo, tiene miedo a perder el apoyo político que necesita para enfrentar a la horda de hermanos de partido que la envidian y la odian. De igual manera, se siente atada de manos y sabe que se necesita de un giro de timón en educación, salud y especialmente, seguridad, pero no se decide a romper las ataduras, cree que cuando asuma la banda presidencial podrá hacerlo, pero eso implica matar simbólicamente al padre de la horda política que la encumbró.

¿Qué representa López Obrador más allá del convencionalismo oficial? Es un padre admirado, pero, en lo más recóndito, odiado. El patriarcado como cualquier otro sistema de dominio, genera opresión, pero a la vez, representa un motivo ambivalente de amor y odio que se da en un vínculo donde la figura del padre está vigente. Ella quiere imitarlo, pero no puede. Son dos entes políticos diferentes, él es un priista de cepa, un priista de izquierda, con una ideología nacionalista revolucionaria. Ella, como mujer, es una izquierdista de corazón, así fue formada desde temprana edad, su ideología es el socialismo. Pero decir esto último es tan amplio, que en lo profundo de su ser político abraza el socialismo democrático, pero su padre simbólico tiene inclinación y reverencia el socialismo autoritario y dictatorial.

¿Cómo se concibe a sí misma como mujer que aspira a un cargo de tan alta envergadura? Su mundo interno es una contradicción viviente y palpitante. Desea afirmarse como mujer, mostrar sus talentos, ambiciones y aficiones, pero tiene miedo de perder el capital político que ha logrado acumular porque eso implicaría diferenciarse y separarse del padre simbólico. Lucha por ser una mujer independiente, algo que la llena de orgullo, pero en el fondo de su alma existe ese anhelo de protección y dependencia hacia la figura paterna, lo que le incomoda y hace detestar silenciosamente al símbolo de su dependencia: el presidente incómodo.

¿Cómo es su mística del poder? Podríamos afirmar que es muy básica: controlar al otro. Todo su mundo interno y externo debe estar bajo control, no hay espacio para la improvisación, la incertidumbre o el azar.  Control no implica crueldad, pero sí requiere obediencia. El poder es concebido como un ejercicio cotidiano del dominio y obediencia de los subordinados. Nadie puede contradecir sus órdenes, tampoco requiere mucha justificación para ejercer el poder controlador, solamente que el otro obedezca como soldadito autómata, sin chistar y, de preferencia, que no cometa fallas.

¿Cuál es su estilo personal para ejercerlo? A diferencia del padre político que es muy buen político en campaña y pésimo como gobernante, la susodicha es todo lo contrario, mala como candidata, pero eficiente como funcionaria de gobierno. Lo suyo es la administración, controla los procesos y por medio de los recursos oficiales y legales, pretende dar rumbo a las acciones que ordena como líder de la nación. Su liderazgo autoritario es administrativo, con base en oficios y más oficios, quien no obedezca tales indicaciones sufrirá las consecuencias punitivas del poder. El estilo es perfeccionista ya que es poco tolerante a los errores, a la indisciplina y a la desobediencia.

Para sintetizar podemos decir que comparativamente a su padre político, la candidata oficialista es rígida, controladora, disciplinada, perfeccionista, eficiente. Lo anterior se requiere para desarrollar una administración eficiente pero no eficaz, porque en su camino siempre habrá oposición y fuego amigo, ambos letales para una persona que piensa que debe ser obedecida porque sí, porque "aquí yo mando", por el peso de mi investidura, olvidando que la resistencia a la obediencia es un elemento profundo en la psique de los grupos políticos y las masas.

Afortunadamente para mi salud mental, el próximo domingo 7 de abril serán los debates entre candidatos, allí podré despejar las dudas que me atormentan, y estoy seguro que entonces dormiré, como decía la tía Licha de San Agustín de los Arroyos: a pata tirante.



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